La ficción especulativa engloba géneros complicados para muchos lectores: ciencia ficción, fantasía y terror. Son categorías en ocasiones descartadas porque implican un reto a la imaginación y, al lidiar con cosas que no existen o no podrían suceder, son consideradas por algunos críticos como intrascendentes. Que una importante distinción literaria sea otorgada a una colección de cuentos adherida a este tipo de ficción, es una prueba de que su calidad logró derribar las barreras y reservas que representa esta clase de narrativa para muchos profesionales del mundo editorial. El libro ‘Ustedes brillan en lo oscuro’ de la escritora boliviana Liliana Colanzi (Santa Cruz, 1981), fue merecedor el pasado 24 de marzo del VII Premio Internacional Ribera del Duero y publicado por la editorial Páginas de Espuma. Colanzi no es ninguna extraña en la entrega de galardones importantes, fue ganadora del Premio Internacional de Literatura Aura Estrada en 2015, y ‘Nuestro mundo muerto’, su anterior libro, fue finalista del Premio de Cuento Gabriel García Márquez en 2017. Anteriormente había sido incluida en la lista de Bogotá 39, que destaca los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de 40 años.

¿Qué tipo de historias van a encontrarse los lectores en ‘Ustedes brillan en lo oscuro’? Una cueva que es testigo de la sucesión de las eras y de los distintos seres que la transitan/habitan dejando una pequeña impronta de su existencia efímera. Un accidente en una planta nuclear que despierta o atrae algo que toma una forma que resume un miedo colectivo (¿y que posiblemente había sido profetizado?). Lo fácil que es venderle el alma al diablo, en especial para una niña; una secta religiosa que ha enclaustrado a una comunidad en un perímetro con la excusa de la presencia del diablo en la mayoría de los signos del progreso y el desarrollo tecnológico, y el incidente de contaminación radiactiva ocurrido en 1987 en el municipio de Goiania, en Brasil, considerado “el peor desastre nuclear del mundo desde Chernóbil y el accidente radioactivo más grande de la historia fuera de una instalación nuclear” y del que pocos han oído hablar o recuerdan en la actualidad.

La mayoría de cuentos se encuentran divididos en capítulos donde cambia el punto de vista, siguiendo un desarrollo, no siempre lineal, que brinda una visión amplia de las historias que narra Colanzi. Estas se desarrollan en un futuro próximo, o en mundos paralelos y extraños, donde debido a la tecnología y a la incompetencia del hombre se han ocasionado daños irreparables al medio ambiente y pérdida de vidas humanas. Es evidente la preocupación por la destrucción causada a la naturaleza y los riesgos de la energía nuclear, inquietudes latentes desde el inicio de la era dorada de la ciencia ficción y parte fundamental de la narrativa de los grandes escritores del género. Colanzi podría ser una de las primeras autoras hispanohablantes que escribe historias ancladas en nuestro continente donde esa problemática es central. En ‘Atomito’, una planta nuclear construida en medio de una zona urbana trae consecuencias catastróficas para la ciudadanía, aparte de que muestra la fuerza desmedida usada por las autoridades contra los civiles desarmados e inocentes. En el cuento que le da título al libro, se narra el incidente ocurrido en Goiania cuando unos recolectores de basura ingresaron a un hospital abandonado y desmontaron una unidad de radioterapia utilizada para los tratamientos contra el cáncer que contenía un cilindro de 19 gramos de cesio-137, una sustancia altamente radioactiva y, aunque el cuento tiene su dosis de ficción, la estupidez humana que nos describe está en consonancia con los temas que recorre el conjunto de los cuentos. “¿Qué va a quedar de este mundo en otros dos mil años?”, se pregunta uno de los personajes de ‘Atomito’.

Los escenarios son pueblos tropicales en México, Bolivia y Brasil, locaciones poco usuales en el panorama de la ciencia ficción y por eso mismo más interesantes. Ya se encuentra trillada la noción de que Latinoamérica, por no contar con un desarrollo tecnológico y científico, no puede ser escenario de relatos futuristas y distópicos. Solo que la ciencia ficción hecha en nuestras tierras tiene unos componentes distintos: carece de los héroes que deben salvar el mundo de amenazas y evitar el colapso universal. Las historias hechas aquí poseen en su narrativa la precariedad económica, la falta de educación y cultura de muchos de nuestros hermanos, y la violencia, la corrupción y el machismo inherentes a nuestras sociedades. En estos cuentos nadie trata de salvar el universo, solo buscan sobrevivir en un lugar que no comprenden y del que posiblemente no puedan salir. Aun cuando las preocupaciones de Colanzi en ‘Ustedes brillan en lo oscuro’ son algunas de las que también angustiaron a los precursores del género, el estilo de la autora boliviana se decanta más hacía escritores modernos como J. G. Ballard, William Gibson o su compatriota Giovanna Rivero (quien también trabaja los géneros especulativos de la ciencia ficción y el terror de una forma muy interesante).

Nada de avances de la ciencia brillantes y radiantes, aquí el futuro es sucio, caluroso, ordinario y huele mal. Los cuentos avanzan profundizando en los temas centrales: el paso del tiempo y cómo la naturaleza permanece imperturbable, renovándose y mutando; la estupidez humana, la violencia que siempre es inevitable en el hombre y el deseo que nos mueve. Hay muchos detalles gráficos dentro del texto: dibujos, anuncios interactivos, una fotografía de un grafiti. Colanzi pertenece a ese reducido número de escritoras en nuestra lengua que cultiva el género del cuento y que se toma su tiempo entre un libro y otro, logrando que cada conjunto sea un acontecimiento muy esperado para sus lectores y los amantes de este tipo de ficción poco común.