Por Sergio Villamizar D. / Colprensa
Cuando recibió la invitación para participar en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, en especial en su acto inaugural, la escritora y filóloga española Irene Vallejo, encontró la oportunidad perfecta para cumplir un sueño que se venía creando desde hace dos años: visitar Chocó.
Adelantó su viaje a Colombia e hizo realidad ese sueño, conociendo de primera mano interesantes procesos de promoción de lectura en varias de las regiones apartadas y de difícil acceso, siendo una experiencia reveladora para esta escritora que en 2019 sorprendió al mundo con su libro de ensayos sobre la historia viva de los libros, ‘El infinito en un junco’.
Ha vuelto al país con ‘Alguien habló de nosotros’, un libro compuesto por una particular serie de columnas de opinión en las que la escritora reflexiona sobre las distintas formas en que el presente está ligado a nuestra historia antigua.
Irene Vallejo habló de su experiencia en el Chocó y la importancia del libro como elemento de resistencia.
¿Cómo se dio su visita al Chocó?
Se empezó a gestar hace dos años en Cartagena. La escritora Velia Vidal, quien ha creado el proyecto Motete de promoción de la lectura en Chocó, me contó de esta iniciativa destinada a niños que no han tenido la oportunidad de acceder a los libros y la lectura, por eso realizan actividades, clubes de lectura, formación de maestros, en un recorrido que dura tres años para graduarse como lectores, un camino donde también escriben sobre su realidad.
Me pareció un proyecto tan bello, que quería tener la oportunidad de conocerlo y aprender de toda esta experiencia para poder entender cómo impacta en esos niños la posibilidad de leer y acceder a bibliotecas y la cultura.
¿Conoció literatura de este territorio colombiano?
Para mí fue la oportunidad de descubrir la obra de Arnoldo Palacios, que me pareció un escritor fascinante en toda su peripecia vital y en cómo fue capaz de superar la enfermedad y aun así convertirse en un escritor cuando parecía que todo estaba en contra.
Es importante acercarse a este tipo de escritores en primera persona para entender más de ese racismo que atraviesa a nuestras sociedades, que no queremos verlo pero ahí está. Por eso, a veces, hay que viajar al corazón de otros territorios para entenderlo y ser mucho más conscientes, porque el racismo, lamentablemente, pertenece a muchas de las estructuras en las que nos hemos formado, pero es algo que podemos cambiar y transformar, y la literatura ahí es una herramienta muy poderosa.
Conociendo esta experiencia de lectura en el Chocó, ¿considera que hay democratización en el acceso a los libros?
En realidad es muy reciente el momento en que los libros dejaron de estar en manos de las élites. Hasta mediados del siglo pasado no hubo un amplio empeño de alfabetización. Durante muchos siglos los libros han pertenecido a las aristocracias, los reyes, las grandes bibliotecas. Es por eso que las bibliotecas públicas transforman la realidad, y lo vimos en Quibdó al visitar varias bibliotecas, así como las librerías. Pero todo es muy reciente, esta democratización.
Debemos empeñarnos en que todo aquel que quiera aprender y saber para construir otro futuro, no lo deje de hacer por no poder tener acceso a la lectura de un libro, ni por impedimentos económicos y sociales. Hay que garantizarles el acceso al mundo de los libros y la literatura, que es el mundo del saber y la creación, lo cual es muy poderoso y que genera una gran alegría.
Llega a la FILBo con un nuevo libro, ‘Alguien habló de nosotros’...
Conseguí que en un diario de la región donde yo vivo, me permitieran crear un espacio muy peculiar de analizar la actualidad a la luz de mitos, leyendas, etimologías, de biografías, filosofía, de grandes personajes que nos permiten mirar con una cierta distancia, y darnos cuenta de que muchas de las problemáticas que vivimos ya sucedieron en el pasado, logrando análisis más sopesados que intentan jugar con la paradoja, con el humor, con el conocimiento histórico y la profundización en los grandes conceptos sobre los que se basa el discurso, y eso es el método socrático, que era poner a debatir a la gente en la plaza pública, sobre las palabras y sus conceptos que supuestamente tenemos claros, pero que en realidad no es así.
Esto demuestra que nos faltan definiciones compartidas y conceptos esenciales, por lo que en este libro, de manera ligera y amable, donde el lector no requiere de ningún conocimiento previo para plantearse una serie de preguntas, que ya se plantearon en el mundo antiguo y que siguen vigentes en el presente.
Es un libro de mesita de noche, ese es el género. Ahora que tenemos tan poco tiempo para leer, puede ser una reflexión antes de dormir o leer en el autobús para tener ese contacto con la filosofía y pensamiento de la manera más clara y diáfana, con las dudas del presente.
¿Qué opina de la rapidez impuesta a todos los actos de la vida, incluso a la lectura?
En un mundo que nos dice que solo las personas más extrovertidas y con capacidad de liderazgo son valoradas, cuando existe otro perfil que es el de la persona introspectiva que piensa y que se demora en crear soluciones, parece que fueran desde el punto de partida, vistas como perdedoras, como si no pudieran aportar, pero más allá del liderazgo, existen otras cualidades que son importantes y que aportan mucho a la sociedad.
El pensamiento rápido es mucho más instintivo, es el que todos los animales desarrollan para tomar decisiones rápidas en momentos de peligro. Lo que ha costado mucho es conquistar el pensamiento lento y racional, que es mucho más elaborado. Pensar despacio es mucho más sofisticado históricamente. Hay que hacer un elogio a las cosas lentas, como la lectura y la escritura, como el pensamiento.
¿Es necesario hacer una pausa?
Me encanta la expresión “pararse a pensar”, porque realmente es sentir que haces un alto, mente y cuerpo, para poder formarse una opinión, pero no lo hacemos en medio de los trinos, estamos constantemente sobre estimulados de tal forma que no elaboramos pensamiento, solo saltamos de una cosa a otra. Creo que hay que contraponer la sobrecarga de información con el cultivo de la atención.
De ahí, el llamado es a dedicar esa atención a la lectura, a la filosofía que no es sobre temas abstractos, es sobre lo que somos y hacemos diariamente. Así era como los antiguos la concibieron, donde la gran pregunta es cómo lograr poder vivir bien.
¿Por qué es tan importante el libro físico?
El libro físico contrarresta el mundo digital. Muchos de los peligros que tienen las pantallas lo contrarrestan los libros, por lo que el menú debe ser variado y equilibrado. La tecnología, los teléfonos son necesarios, pero no arrojemos los libros al basurero del tiempo como si fueran objetos anacrónicos y obsoletos, porque no lo son.
El problema de las redes sociales es que crean burbujas a nuestro alrededor donde nos suministran informaciones que nos dan la razón, que confirman nuestras creencias e ideologías, con material que nos adula, mientras que los libros nos retan a pensar de otra manera, aceptar las ideas de otros momentos y de otros lugares.
Que los libros no nos den masticado todo lo que queremos, que nos pueden sacudir intelectualmente, me parece tan valioso y estimulante, nos sacan de esas burbujas.
¿Es muy diferente leer en papel que en pantalla?
Se lee en el papel de otra manera, con otro ritmo, con otro tempo, sin notificaciones o saltando de un tema a otro, sino que realmente nos concentramos y nos serena, porque muchos médicos aseguran que leer en pantalla antes de ir a la cama provoca insomnio, mientras que leer en papel antes de dormir, desciende nuestro estrés. Leer nos puede transformar la vida.