Entre Colombia y Finlandia hay 10.075 Km de distancia. Helsinki es un lugar lejano y frío para la mayoría de nosotros. De los fineses, gentilicio de los nacidos en ese extremo del mar báltico, nos ha llegado la información de su envidiable sistema escolar y de sus riquezas naturales abundantes. De sus gentes poco o nada sabemos.
‘Hojas de otoño’ es un largometraje dirigido por Aki Kaurismäki en el año 2023. Película nominada y ganadora de premios internacionales en Cannes y Hollywood.
Ansa y Holappa, nombres de los protagonistas, son dos seres solitarios, melancólicos, a quienes su rutina los absorbe de manera lenta. ‘Hojas de otoño’ nos acerca a esas personas que vemos en pantalla, oímos una lengua extraña, los vemos abrigados todo el tiempo, silenciosos, distintos a nosotros.
Pero oyen música, y es esta expresión la que llena los vacíos de esa clase trabajadora que vemos y aprendemos a conocer. Van al karaoke, encienden radios en sus casas estrechas y básicas para oír noticias alarmantes de la guerra entre sus vecinos rusos y ucranianos.
En las noches la cámara sigue a estas almas sedientas de compañía y es ahí cuando oímos todo tipo de canciones. En Helsinki escuchan baladas, tangos, mambos, y, por supuesto, las canciones populares de ese lejano lugar. La interculturalidad es un valor supremo en esta obra. Entendemos una cultura distinta a la nuestra a partir de las músicas que las personas de la historia escuchan.
Kaurismäki rompe la distancia entre su historia, en la gélida Helsinki, y nosotros en este valle ardiente. La magia del cine nos permite hacer un viaje inmóvil desde acá hasta las calles en las que Ansa y Holappa luchan por poder amarse.
‘Hojas de otoño’ es una obra que grita el drama contemporáneo de la soledad. Soledades que se expresan en múltiples variables: vacíos autodestructivos, reclusiones forzosas, otras voluntarias, trampas psicológicas, traumas irresueltos, cercos económicos y políticos, entre otras, acechan a hombres y mujeres del mundo entero. Hoy, ante el imperio de las redes sociales, existen grupos amplios de seres excluidos de estas burbujas digitales por voluntad propia o por no estar en el ritmo vertiginoso que el consumo y la publicidad imponen.
En el otoño de las vidas de Ansa y Holappa, el amor se les presenta como una tabla de salvación del monstruo que todas las tardes los devora al llegar a sus tristes hogares, desolados y sin ruido. El otoño también le llegó al director del filme que en sus anteriores obras primordiales, los finales son huidas de sus personajes buscando sus sueños.
En ‘Hojas de otoño’ ya no hay tiempo para huir, la felicidad de estos dos seres invisibles es la de poder ir al cine juntos, sacar a su recién llegada mascota, no beber más alcohol y sentir el calor humano al llegar de sus duros trabajos y poder hablar con alguien, solo eso. Sin huir de nada ni nadie.