"Me gusta ser positiva, siempre que me preguntan cómo va la Fundación digo ’muy bien’; nunca me ha gustado mostrar cara larga y andar pesimista porque soy una mujer con fe en que Cali necesita no solo logros empresariales y de cemento sino también cultura, arte, música. Porque si se apaga la música, ¿qué nos queda?, una sociedad triste y empobrecida en el alma. El ADN de Cali también es creativo, cultural, musical, y por años hemos logrado que el bolero y los tríos enseñen el romance, el deleite, no solo a los adultos sino a las nuevas generaciones”, dice Mery Salazar de Sierra, directora hace 30 años de la Fundación del Artista Colombiano.
Este año su Fundación, que solía recibir los ingresos por boletería de festivales tan icónicos como ‘Musicalísimo’ o ‘De regreso a Mi Tierra’, ha visto en cero sus arcas, y ojalá fuera solo en ceros, pues al tiempo que cesaron los eventos presenciales no se detuvieron los cobros por luz, agua, teléfono, arrendamiento, entre tantos otros que como ella misma dice “son un relojito que sigue marcando puntual, mientras todo para”. Estas deudas ya superan los 140 millones de pesos.
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Y aunque los 140 millones aparecieran, por parte de alguna entidad pública o privada, de todas maneras seguiría mes tras mes aumentando la cuenta nuevamente, pues no se vislumbra de qué manera regrese el público a los eventos presenciales, y los recursos estatales han previsto “apoyar eventos virtuales, eventos puntuales, pero no procesos, procesos largos como el nuestro, con 30 años de trabajo para mostrar en beneficio de los músicos de la ciudad”, dice Mery con el dolor de quien podría simplemente dedicarse a sus nietos, pero que conoce de cerca las necesidades de un sector que necesita gestores y fundaciones que velen por los artistas de forma sostenida, mientras se retorna a cierta normalidad.
“Los artistas son los más frágiles de una sociedad”, añade Mery, quien se repone satisfactoriamente de fuertes quebrantos de salud en los que han influido la angustia y la presión de los nuevos tiempos.
Dice que ve naufragar su sueño de tantos años, y aclara: “Recibo ideas de los amigos de la Fundación, pero sobre todo quiero hablar al corazón de la Gobernación y la Alcaldía, y del Gobierno nacional, para que se entienda que apoyar eventos virtuales es importante, pero el sostenimiento de esfuerzos de largo plazo que requieren de un funcionamiento, de servicios públicos, de gastos fijos que no paran mes a mes, también permitirá que no mueran las redes humanas que visibilizan, respaldan y protegen a los artistas de diversos géneros, a lo largo del año”.
De lo contrario, de no encontrarse una solución tanto inmediata como a mediano plazo, se verán expuestos a cerrar puertas. “Es preferible dejar un buen recuerdo en la mente de las personas, a las que les llevamos tantos años de buena música; de los artistas que si no fuera por la Fundación del Artista Colombiano no habrían podido volver a su tierra para compartir lo que hacen en los mejores escenarios del mundo; y de todos los tríos, boleristas y cantantes líricos que mes a mes han encontrado trabajo con nosotros”, concluye Mery, quien agradece a tantos que a través de los años han apoyado la labor de la Fundación.
La voz de Mery
Un llamado
“Siento que ya terminamos aunque para mí es difícil y doloroso aceptarlo. Pero quedo con mi conciencia tranquila por haber servido a mi ciudad, a nuestros artistas, con trabajo durante 30 años y a toda mi gente llevándoles alegría con la música, sobre todo con la romántica que une nuestros corazones y alimenta el amor entre parejas, amigos y familias. Pero se nos reventó la cuerda y Dios dirá ahora qué sigue. Abrazos y espero que no me olviden. Gracias, Cali”.