El folclore colombiano despide a una de sus mayores exponentes: Leonor González Mina, conocida como La Negra Grande de Colombia. Su fallecimiento marca el final de una vida que rompió esquemas y dejó un legado imborrable en la música, el arte y el liderazgo social.
Leonor, nacida en Robles, corregimiento de Jamundí, Valle del Cauca, no solo destacó por su inigualable talento, sino también por su valentía al desafiar las normas sociales de su época. A los 18 años, decidió abandonar su hogar para seguir su verdadera pasión: el arte.
Pese a la resistencia de su familia, que soñaba con verla como odontóloga o enfermera, ingresó al Conservatorio de Cali en 1960 y emprendió un camino que la consagraría como una de las artistas más importantes del país.
Fue pionera en múltiples aspectos: la primera mujer afrodescendiente en aparecer en la portada de un disco, la primera en debutar en la televisión nacional y, según el músico Eduardo Cabas, la intérprete de la primera canción de protesta en Colombia, La Mina. Este tema, con su poderoso mensaje en contra de la explotación, resonó internacionalmente, convirtiéndose en un símbolo de resistencia.
Uno de sus últimos álbumes, Lo mejor de mi vida, es un compendio de 13 canciones que inmortalizan su legado, con clásicos como Mi Buenaventura, Yo me llamo cumbia y Campesino de ciudad. Sin embargo, antes de sumergirse en el folclore colombiano, Leonor incursionó en los boleros, interpretando piezas como Ojalá, de Jaime R. Echavarría, que evidenciaron la versatilidad de su talento.
Pero Leonor no solo fue una cantante excepcional, sino también una mujer multifacética: actriz, bailarina, madre y dirigente social. Una mujer que inspiró a generaciones, especialmente a las comunidades afrodescendientes, y que hoy, partiendo de este mundo a sus 90 años, se consolida como un símbolo de empoderamiento y dignidad.
Cabe decir que, además de sus logros, Leonor fue conocida por su calidez humana y el amor a su familia. Y, para sus nietos, fue una abuela amorosa y cómplice, una faceta que mostraba su lado más íntimo y cercano.
En vida, se codeó con personajes como Mercedes Sossa, Gabriel García Márquez, Fanny Mikey, Omar Rayo y los hermanos Delia y Manuel Zapata Olivella (con los que viajó como bailarina en el grupo Folclore Colombiano), pero además se convirtió en una acérrima lectora, especialmente de los libros de Gabriel García Márquez, y de los diarios e informativos de su país, pues se decantaba por mantener al tanto de lo que ocurría en el mundo.
Su último reconocimiento, la Medalla de Oro en las Artes, otorgada por el Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas.
De su deceso se sabe que Mina, falleció en Cali, exactamente en Pance, en un hogar geriátrico donde residía desde hace dos años. No hubo ningún dolor, la Negra amaneció dispuesta a cumplir con su rutina: ducharse, desayunar, alistarse, y acostarse a descansar un poco más, pero esta vez, para la eternidad.