La vida de la española Yamila Fakhouri cambió para siempre desde que recogió a Linda Guacharaca en una estación de gasolina en la vía Villavicencio - Bogotá la noche del 3 de febrero de 2013.
Yamila había parado a comer con unos amigos, venían de un viaje de los Llanos Orientales de regreso a la capital. “Salí con un hueso del restaurante porque vi muchos perros hambrientos. De repente cuando estaba caminando por una zona de tractomulas, algo se me abalanzó sobre la mano. Me agaché y la vi en una esquina sin comida y sin agua. La toqué y los dedos se me metían por sus costillas. Era muy fea. De verdad, daba miedo verla, no tenía pelo y tenía fracturado su cuerpo”.
Desde entonces han pasado seis años contra todo pronóstico veterinario: Linda sobrevivió a una fractura en siete partes de su tren trasero e incluso a la posibilidad de no poder andar sobre sus cuatro patas. Ahora no solo corre, sino que viaja a los lugares más lejanos de Colombia y el mundo y es una perra escritora.
Sí. Una perra escritora. Muchos han tildado de “vieja loca y desocupada” a Yamila por escribir libros con la voz de Linda. Pero, según comenta, lo único que pretende “es que la gente se ponga en el lugar de un perro para que sepa cuáles son sus necesidades, cómo podemos mejorar la calidad de vida de muchos animales que viven en casas donde sus dueños no entienden realmente lo que necesitan”.
Linda Guacharaca, esa perra criolla que ya ronda los ocho años, tiene cuatro libros publicados: ‘La vida es Linda’, ‘Linda, la perra viajera’, ‘Guía para viajar con humanos y no escapar en el intento’ y ‘Poder criollo’, un libro con 22 postales de perros criollos tomadas por varios premios nacionales e internacionales de fotografía y cuyos ingresos van destinados a financiar la formación en técnicas audiovisuales de jóvenes de Ciudad Bolívar, en Bogotá.
La idea de Linda, la perra escritora, comenzó, cuenta Yamila, en un blog en el que le comentaba a su familia en el extranjero su vida en Colombia y cómo era eso de tener una mascota en el estado de Linda.
“Era una época en la que estábamos las dos en la casa encerradas sin poder salir porque ella no se podía mover mucho. Cada vez que iba a un veterinario yo salía llorando. Era algo realmente triste. Yo estaba recién llegada al país, casi no conocía gente y no podía hacer nada para divertirme. Entonces comencé un blog, al principio era para tener informada a mi familia y amigos, era una especie de diario. Y empecé a hablar sobre Linda. Para mí era algo muy alucinante tener una perra, ocuparme de ella, quería documentar todo eso. Yo jamás había tenido una mascota en mi vida”.
Además, cuenta Yamila, quien hasta hace poco se desempeñó como profesora en derecho penal en la Universidad de Los Andes, “desde pequeña escribía cuentos, pero crecí y me dediqué al derecho y a aprender idiomas y dejé de lado esa parte creativa. Al vivir esa situación con Linda, tan intensa, sentí que volvió a aflorar en mí la intención de escribir”.
“Linda se llama Linda porque era muy fea cuando la encontré. El día que la recogí mis amigos me decían: ‘Qué horror, qué perra tan fea’. Y yo les decía: ‘No, es linda’. Me pareció que era un nombre irónico, quería reírme de la situación un poco. Y Guacharaca se lo puso un amigo porque Linda tenía tantas pulgas que se escuchaban y parecía una guacharaca”, recuerda Yamila.
En muy poco tiempo ‘El mundo a 4 patas’, el blog de Linda, comenzó a volverse muy popular y, cuenta Yamila, fueron varios los medios de comunicación del país que comenzaron a interesarse por ese rincón digital. La idea de una perra criolla que escribe libros la sugirió un amigo de Yamila, que siempre que veía a Linda le preguntaba: “¿Señorita Guacharaca, para cuándo su libro?”, recuerda Yamila.
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Pasó el tiempo, unos seis meses, Linda se recuperó y comenzaron a viajar. El primer viaje de Linda junto a Yamila fue a la costa, recorrieron en bus lugares como El Banco, San Basilio de Palenque, Cartagena y Magangué. “Íbamos en moto taxi, en chiva, en bus, en lo que pudiéramos. Siempre he tenido claro que el destino es menos importante que el hecho de que me puedan llevar con Linda”.
Y los viajes no cesaron. Linda junto a Yamila ha visitado también el Pacífico, Huila, Cauca, Amazonas, Boyacá y ciudades españolas como Barcelona, Valencia, Madrid, Segovia, Bayona y Santiago de Compostela.
Ese amigo que en algún momento fantaseó con la idea de que Linda “escribiera” su propio libro, fue quien sembró la semilla para lo que hoy es Linda Guacharaca, una perra criolla escritora. Yamila recuerda que “en un viaje a Providencia hace cinco años tuve la noticia de que él había muerto, yo estaba con Linda, me conecté a internet y me llegó la noticia de que lo habían matado por robarlo. Ese día decidí que íbamos a escribir el libro por él. La voz de Linda me sale muy rápidamente, es un proceso de escritura muy ágil”.
¿Una perra escritora? Le preguntaban a Yamila cuando se acercaba a las editoriales con el primer libro de Linda Guacharaca, ‘La vida es Linda’, que ya completa su 4 edición. No logró el apoyo que buscaba. “El libro estaba listo en noviembre del 2015 y hasta diciembre del 2016 no salió porque las editoriales no me pararon bolas, por un lado porque era una autora desconocida escribiendo en la voz de una perra, les parecía raro y riesgoso, a lo que yo les respondía: Lo que ustedes ven como un riesgo es la clave del éxito. Finalmente financié el libro a través de una campaña de crowdfunding, que es una forma de financiamiento colectivo. A los tres meses se agotó la primera edición”.
Luego se publicó ‘Linda, la perra viajera’, que junto al primer libro, asegura Yamila, son los iniciadores de muchos menores alrededor del país con la lectura. Incluso, los títulos de Linda Guacharaca hacen parte del Plan Lector de varios colegios distritales de Bogotá. “Uno de mis propósitos para el próximo año es que el Ministerio de Educación incluya los dos primeros libros en el Plan Lector de todo Colombia. Incluso me han llegado propuestas de colegios del Valle del Cauca que desean incluir los libros en su Plan Lector, pero no cuentan con los fondos suficientes”.
Tal ha sido el éxito de Linda Guacharaca, que junto a Yamila han visitado varias ferias del libro, incluso el próximo año repiten en la Feria del Libro de Bogotá, llevando así un mensaje “inspirador para grandes y pequeños. Si Linda pudo recuperarse, todos pueden. Linda Guacharaca con sus libros intenta ayudar de alguna manera a que el resto de sus compañeros del reino animal mejoren sus condiciones de vida”, comenta Yamila.
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Junto al sueño de que el Ministerio de Educación incluya en todos los colegios del país en su Plan Lector los libros de Linda, está también el sueño de Yamila de aprender a manejar. Entre risas confiesa que aún no sabe y sueña con hacerlo el próximo año para “agarrar un carro e irme por Suramérica con Linda”.
Además de la publicación de los libros, Linda junto a Yamila también da talleres y charlas. Cuenta Yamila que “de pronto vienen más proyectos de escritura, pero todavía no tengo nada concreto. Mi intención es también mover a Linda en otros países. Quizás haya una serie o una película, por ahí me han hablado de esos temas, aún no sé”.
Yamila comenta que la llegada de Linda, esa perra criolla desvalida que una noche se encontró abandonada en una estación de gasolina, le cambió tanto la vida, que incluso desconocía su capacidad para “meterme en el pellejo del otro. Linda fue el primer ser que despertó en mí esa empatía hasta el punto de echarme encima una situación así, de ella moribunda y de querer a costa de lo que fuera su recuperación. Me sorprendí de mí misma. Crecí como persona, mi corazón se hizo más grande con ella y aparte de eso reconecté con esa vocación infantil de la escritura que había dado por perdida”.
Si bien Linda se recuperó y ahora corre, viaja y ladra a donde va, comenta Yamila, guarda ciertas particularidades respecto al resto de los caninos que se pueden cruzar un día cualquiera: “Tiene las costillas salidas para un lado y un tumbao particular porque tiene una pata suelta, todas secuelas físicas de esa época horrible cuando la recogí, incluso sufre de incontinencia. Su carácter también es bien especial porque como es una perra excallejera que ahora tiene familia es muy territorial, no solo me protege a mí sino a la casa, a la banca del parque, a absolutamente todo. Su sentido de ubicación también es impresionante. Me he perdido en los lugares más locos, como el Amazonas, y Linda siempre me ha llevado de vuelta al hotel”.
A quienes subestiman el poder de la historia de Linda e incluso quieren ridiculizarla al decirle “vieja loca” por escribir libros en la voz de su cuadrúpeda favorita, Yamila les responde “que este es un lugar diverso. No a todo el mundo le tiene que gustar o llamar la atención lo que hacemos. Así como existen ellos, también hay quienes me dicen que la historia les provoca ternura. Yo lo único que hice fue poner una historia en el mundo”.
En las próximas semanas Linda emprenderá un nuevo viaje junto a Yamila, irán a Europa, en donde se quedarán un tiempo para luego volver a la Feria del Libro de Bogotá el próximo año. Al final, la idea es seguir replicando el mensaje por el que tácitamente Yamila le dio una segunda oportunidad sobre ese mundo a Linda: Que nuestro círculo de empatía se extienda más allá de los humanos.
Los libros
La vida es Linda
Aquí Linda narra el primer año viviendo junto a Yamila, su primer viaje, su navidad en Europa y su peregrinación por Santiago de Compostela.
Linda, la perra viajera
En este libro Linda habla de sus viajes por América y Europa junto a Yamila entre 2014 y 2017.
Guía para viajar con humanos
47 vuelos en avión, 22 trayectos en lancha, 8 viajes a Europa y miles
de kilómetros recorridos a cuatro patas son usados para dar una guía básica para viajar con humanos.
Poder criollo
Es un libro con 22 postales a todo color de compañeros criollos de Linda a lo largo y ancho del país que te dejarán sin aliento. El dinero recogido sirve para darle estudio a jóvenes de Ciudad Bolívar, en Bogotá.