En un trabajo mancomunado por parte del presidente Gustavo Petro y el liderazgo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia por la salvaguardia del patrimonio cultural y arqueológico de los pueblos originarios, 77 nuevas piezas llegaron a Bogotá el pasado domingo 19 de febrero a bordo del avión presidencial, en el marco del plan de repatriación y recuperación de la memoria social de Colombia.
El conjunto de elementos había sido recibido en la sede del Consulado de Colombia en Frankfurt por parte del Canciller Álvaro Leyva Durán y la Embajadora Yadir Salazar Mejía.
El conjunto de elementos fue entregado al Consulado de Colombia en Frankfurt a través de la firma de abogados Martini-Mogg-Vogt, administradores de la herencia de una familia alemana que declaró haber adquirido las piezas en Colombia en 1974.
El proceso de repatriación
Catalina Ceballos Carriazo, directora de asuntos culturales de la Cancillería, explicó que el proceso de repatriación de estos elementos “inicia con un diálogo diplomático y de investigación e indagación acerca del paradero de las piezas donde, la mayoría de las veces, son las embajadoras y los embajadores quienes ubican en casas de subastas y reciben manifestaciones de personas anunciando su interés en retornarlas”.
Ceballos también manifestó que conocida la intención de retorno se “comienzan las conversaciones, vía la Cancillería con el ICANH para que se haga un peritaje” lo que implica todo un proceso que tiene en cuenta diferentes partes.
Al respecto, indicó que ese proceso es complejo al hacerlo vía foto o vía video con otros países: “El peritaje consiste en ver las características específicas del material, de las figuras, y en ese sentido entonces ya se hace también vía la embajada o vía el consulado – como es este caso– el envío de las piezas”.
Sobre la procedencia de las piezas, el Instituto Colombiano de Antropología e Historia - ICANH conceptuó que estas presentan características visibles relacionadas con estilos de manufactura de piezas prehispánicas en cerámica, y metales procedentes de las regiones arqueológicas Tairona, San Agustín, Guane, Calima y Quimbaya.
En este sentido, Juan Pablo Ospina, Coordinador de arqueología del ICANH, expresó que se podría suponer que, por las formas, el estilo, el desgaste que se observa en varias de las piezas, se podrían asociar al corpus de patrimonio arqueológico de la nación.
“La importancia tiene que ver con una manera adecuada de nosotros tener control sobre el patrimonio arqueológico de la nación”, indicó al tiempo que explicó que estos objetos sirven como apropiación social de nuestro pasado y nuestro patrimonio y aportan a la consolidación de la memoria social y la identidad de una nación.
Catalina Ceballos Carriazo, directora de asuntos culturales de la Cancillería, fue enfática en asegurar que la importancia de que vuelvan estas piezas a Colombia radica en que “hoy en día estamos entrando a unas nuevas narrativas sobre cómo se enfrenta a la memoria. La memoria generalmente ha sido desde proceso de civilización o de colonia. El proceso de civilización descubre las piezas y es ese proceso el que se la lleva”.
La directora concluye que: “Hoy en día podemos hablar de una descolonización porque no solamente se trata de una memoria, se trata también de nuevas narrativas sobre cómo los museos resguardan las piezas, de nuevas narrativas para reconocer cuáles eran piezas para el uso y otras eran para la adoración de algunos ídolos, el sol o el agua…”.