Por Santiago Cruz Hoyos - editor de Crónicas
El libro estaba allí, en un pequeño estand improvisado de la Librería Nacional en el segundo piso del Hotel Marriot de Barranquilla: ‘El arte de la entrevista: 40 años de preguntas y respuestas’.
Ojeé el contenido: Luis Miguel Dominguín; Indira Gandhi, Julio Cortázar, Harrison Ford, Yasir Arafat, Mario Vargas Llosa, Margaret Thatcher, Doris Lessing, Paul McCartney, Orhan Pamuk, Joaquín Sabina, Claudia Schiffer, entre muchos otros entrevistados.
Junto al libro estaba otra obra de la autora, su más reciente novela - ensayo: ‘El peligro de estar cuerda’, que habla sobre la salud mental en estos tiempos convulsos.
A la vuelta del estand, conversando con algunos de sus lectores, estaba ella, la escritora española Rosa Montero. Firmaba libros. Le llevé el mío de entrevistas. Le pedí también una. Me dijo que tenía poco tiempo, estaba próxima a salir a un almuerzo.
— Tenemos diez minutos.
Los diez minutos se extendieron un poco más. En la tarde, Rosa Montero, invitada especial del Congreso Asocajas 2023, conversó con un amigo suyo, el también escritor Héctor Abad Faciolince. Entonces dijo eso que está escrito en su más reciente novela: “Los suicidas no se quieren matar: esperar un día más”.
Enseguida, contó una historia.
Diez minutos
Hablemos de ‘El arte de la entrevista: 40 años de preguntas y respuestas’. ¿Cómo Rosa Montero se acerca al periodismo?
La mayoría de los novelistas empezamos a escribir desde niños. Yo empecé a hacer cuentos de ratitas que hablaban con cinco años. Pero claro, en mi época, finales del Franquismo, los escritores no tenían casi visibilidad. Y estaba claro que no podía vivir de eso, de la ficción. Luego eso ha sido muy bueno, ahora sé que uno no debe vivir de la escritura creativa, tienes que trabajar de otra cosa, para que la escritura creativa permanezca libre. Pero bueno, desde el primer momento pensé que debía dedicarme a otra cosa y siendo pequeña pensé en dedicarme al periodismo. Al periodismo siempre escrito. Soy lo que se dice en el oficio ‘plumilla’.
¿Por qué solo al periodismo escrito?
Porque tenía facilidad para la escritura, me gustaba, eso por un lado, y por otro pensé que el periodismo me permitía seguir aprendiendo toda mi vida porque tengo una curiosidad universal. Y es verdad, me ha permitido seguir aprendiendo.
Y luego, tercero, pensé que el periodismo me permitiría viajar. Era algo que me apetecía mucho, yo no había viajado nada, y efectivamente me ha ayudado a viajar muchísimo. Así que atiné en las tres cosas.
El periodismo, ser reportera, hacer crónicas, entrevistas, es un trabajo apasionante, precioso, y estoy muy contenta de haberlo tenido, lo que pasa es que estoy ya un poco harta. Llevo, desde los 19 años, haciendo periodismo. Y a mí el periodismo, aunque me encanta, y me parece que puede ser un género literario magnífico – A Sangre Fría es un reportaje y a la vez un libro literario muy grande – pero pertenece a mi ser social. El periodismo es un trabajo que pertenece a mi ser social, mientras que la escritura de ficción es mi manera de ser. Desde que me recuerdo como persona me recuerdo escribiendo. Yo no sé cómo podría vivir sin escribir ficción. Y sé sin embargo que podría vivir sin escribir periodismo.
Hablemos del método de sus entrevistas. ¿Cómo logró entrevistar a grandes personalidades, cómo logró que le dieran tanto tiempo para conversar, cuál es la carpintería de una buena entrevista?
En las entrevistas, solo como subgénero, porque he hecho de todo – (ahora voy a sacar un libro de crónicas que hice desde 1978 hasta 1988, muy curioso. Son como cuentos, cuentos verdaderos) – pero en cuanto a las entrevistas, el quid de la cuestión de una buena entrevista, aunque parezca una perogrullada, es de verdad tener curiosidad por la otra persona. La regla de oro es no hacer jamás una pregunta cuya respuesta no te interese saber. Parece una tontería, pero pasa: hay cantidades de periodistas que preguntan cosas que ni siquiera escuchan lo que le estás contestando. Están pensando en la siguiente pregunta, o en otra cosa, o ponen la grabadora y ni siquiera miran al entrevistado. Tener genuina curiosidad por lo que el otro te va a contestar es el quid de una buena entrevista. Porque además si el otro se da cuenta de que de verdad tienes curiosidad, se abre y te cuenta, porque todos queremos ser escuchados.
(En el prólogo de su libro, Rosa Montero da otras pistas sobre las buenas entrevistas: una de ellas es tener ambición a la hora de escribir, ambición literaria. “Al principio, las normas de estilo me imponían una entradilla informativa y luego pregunta y respuesta sin más hasta el final. Entregué y entregué entrevistas con otros formatos, que a veces me mutilaron de forma implacable para adaptarlas a las normas, hasta que decidieron que harían una excepción con los textos del suplemento dominical, los míos y los de todos”).
¿Cómo llegó a personajes que son inalcanzables para la mayoría de los reporteros?
Bueno, dando mucha lata. Recuerdo que Yasir Arafat me costó un año y medio de estar detrás de él. Costaba mucho, así que había que picar piedra.
¿Llamarse Rosa Montero ayuda?
Quizá sí, aunque Yasir Arafat seguro que no sabía quién era yo. La clave es esa: dar mucha lata, insistir.
Hablemos de salud mental: usted estudió psicología y los trastornos mentales hacen parte de sus libros tanto de ficción como de periodismo. Su más reciente novela, ‘El peligro de estar cuerda’, habla de ello. ¿Por qué le atrae tanto este tema?
Es un tema que toca mi vida. Yo tuve crisis de pánico desde los 16 hasta los 30. Y los periodistas y los escritores tenemos nuestros temas. Son temas que conocemos, tratamos, nos interesa. Y uno de esos temas que a mí me interesa es la salud mental. He trabajado mucho, he escrito muchísimos artículos, reportajes, bastantes de los personajes de mis novelas son gente con trastorno mental, por ejemplo, en una de mis últimas novelas, ‘La buena suerte’, la coprotagonista tiene problemas de salud mental.
Y luego este libro, ‘El peligro de estar cuerda’, trata el tema. Me parece un tema importantísimo.
El trastorno mental forma parte de lo que el ser humano es. Un poco antes de la pandemia era conservador el dato: el 25% de los seres humanos van a experimentar en su vida un trastorno mental. Eso quiere decir que todos lo van a vivir en su propia carne o bien en la carne de sus padres, sus madres, sus amigos, sus amantes. Porque como mínimo, 1 de cada 4 lo padecerá. Forma parte de lo que el ser humano es y tenemos que sacarlo a la luz. Hay un amplio abanico desde trastornos mentales más o menos leves, como los que he tenido. Pero también hay trastornos mentales muy graves como la psicosis, más limitantes, que también hay que sacarlos a la luz y darles el tratamiento debido.
Hace poco estuve en el show de un comediante, Frank Martínez, El Flaco. En medio de su espectáculo, en el que no paramos de reírnos, contó que tenía depresión, que estaba medicado incluso. Me sorprendió eso: cómo alguien que le da tanta alegría a los demás debe lidiar con la depresión.
Pero es que la depresión no es todo el rato tristeza. También está el trastorno bipolar que es muy habitual, que tiene una parte de depresión y una parte maniaca de súper alegría. Pero qué bien que el ‘tío’ que me comentas lo normalice, lo hable, lo saque a la luz. Normalizarlo es un paso muy importante.
Dos lectoras suyas le contaron que, gracias a leer ‘El peligro de estar cuerda’, no se suicidaron. ¿Cómo fue esa experiencia?
Sí. Esto ha sido un regalo, que me ha hecho pensar que te justifica la vida. Tú no escribes para eso, luego lo que sucede con los libros pues no depende de ti. Pero efectivamente dos personas me contactaron y me dijeron eso, que gracias a mi libro, ‘El peligro de estar cuerda’, no se suicidaron. Yo he llorado mucho con ‘El peligro de estar cuerda’, hemos llorado los lectores y yo, con cosas preciosas y dolorosas que me han contado, y hemos reído mucho también con historias que me han contado. Es un libro que está teniendo una vida después de la publicación mucho más intensa que ninguno de mis otros libros.
En la charla de la tarde con Héctor Abad, Rosa Montero contó la historia completa:
“Estuve hablando del libro en una ciudad. Y tras la conferencia, en la cola para firmar los autógrafos, se acerca una chica y me dice: ‘yo ya vengo llorada de casa’. Y en ese momento se puso a llorar, no puede volver a decir palabra. Entonces yo la abrazo, le firmo el libro y le dejo mi email. Y se va. A los días recibo una carta suya y me dice: ‘mira, yo no te he leído de nada, pero compré este libro, ‘El peligro de estar cuerda’, porque estoy en una depresión que me ha durado muchos años, que ha sido tremenda, pero me he ido recuperando, he vuelto a trabajar después de cuatros años sin trabajar, tengo dos niños pequeños, el mayor de 8 años. Y entonces vi el libro, me llamó la atención el título, lo compré, lo leí, y pasaron los días y de repente mi marido, que ha sido la roca en todos estos años terribles, se quebró, y tuvimos una discusión muy grande. Yo me puse el chubasquero, porque estaba lloviendo, y salí de la casa a tirármele a un coche.
Pero me acordé de lo que dice tu libro: los suicidas no se quieren matar, esperar un día más. Y me senté a repetirme la frase: los suicidas no se quieren matar, esperar un día más. Regresé a casa, hablé con mi marido y todo está mucho mejor”. Fue un regalo que esta mujer me hizo, contándome esta historia dolorosa.