“Hay golpes en la vida. Yo no sé…”
CÉSAR VALLEJO
Parecía un personaje salido de una de esas novelas del siglo XVIII, el del Enciclopedismo, en donde la cultura general era el detonador que hacía vivir en una sociedad más culta, más prolífica en conocimiento y más consciente de su estar en la tierra.
Así era Felipe Ossa. Un enciclopedista. Pero no el de acumulación de información a diestra y siniestra, sino de aquel que sabe que su paso por la vida es el de disfrutar de todos los placeres que esta brinda.
En ese sentido su goce intelectual con la lectura, su amor inclaudicable por ella y por los libros, se sumaba el de aquel bon vivant que rodea su vida de los placeres de un viaje y un buen vino, aunado a una conversación y buen humor llenos de frases salpicadas de ironía y sentencias de sus escritores favoritos.
Lo conocí hacía 52 años cuando recién llegado a Cali fui a la Librería Nacional de la Plaza de Caicedo en Cali. Siempre me atendía él. Era el vendedor estrella porque sus acertados consejos le ofrecían al comprador la seguridad de que el libro adquirido sería de su completa satisfacción.
De ahí nació su pasión por convertirse en el librero más importante de Colombia, a quien, desde al más voraz lector o al iniciado, le ofrecía el caudal de sus conocimientos sobre autores y volúmenes con sapiencia libresca, profusa y llena de detalles.
La amistad la cultivamos durante todo el tiempo, con él dialogaba casi cada quince días al mes, en unas conversaciones largas, amenas y cargadas de su agudo humor que enriquecían el diálogo.
Ya veo tanto a Flaubert como a Kavafis, a Proust como a García Márquez, a Saramago como a Fontanarrosa aguardándote para hablar de literatura. Disfruta el viaje, Felipe, así como disfrutaste con todos los personajes que poblaron tu existencia al lado de tus amigos, los libros.