El profesor Mauricio Bermúdez Rodríguez, vinculado al Externado de Colombia en 1985 en la Facultad de Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras, de la cual es profesor titular de Enología, presenta su libro ‘Yo, el vino. La apasionante historia del regalo de los dioses y de cómo llegó a la América española’.
“El gran ausente será Juan Carlos Rincón quien hizo el prólogo, pero no podrá asistir porque se encuentra en Londres”, lamenta Bermúdez, quien maneja dos especializaciones en Gerencia Estratégica de Alimentos y Bebidas en hoteles y establecimientos gastronómicos y el diplomado de sommelier profesional, así como la cátedra de enología, se dedicó durante dos años a escribir el resultado de su investigación y trabajo de muchos años.
“El vino tiene una gran relevancia en países de América como: Estados Unidos, México, Perú, Chile, Uruguay y Brasil. Partiendo de ahí, cuento, de una manera muy familiar y anecdótica, la mayoría de experiencias que he tenido en viñedos, cavas y catas productoras de vino de dichos lugares, y tomando como referencia las catas a las que he asistido, he invitado o dirigido”, cuenta el autor.
En Colombia, argumenta este experto, el gusto por el vino y su consumo se ha venido aumentando en los últimos 25 años. “Ha tenido altibajos, pero a raíz de algunas políticas del ministerio de turno, ha habido problemas en los precios, y eso influyó en la disminución en el consumo. Pero estamos logrando un aumento del 20 % anual y se ha mantenido. En los restaurantes de casi todas las ciudades se encuentra sobre la mesa una botella de vino o una carta con 200 o 300 etiquetas. El vino en Colombia es un gusto adquirido, porque no somos un país productor, sino consumidor, pero aquí podemos encontrar vino de casi todos los países productores”.
Su libro, advierte, va dirigido a los amantes del vino y a los estudiantes de las facultades de enología y de administración turística y hotelera, a los estudiantes de gastronomía, cultura hotelera, mercadeo, alimentación saludable, y a quien le interese acompañar un plato, al almuerzo o a la cena con una buena copa de vino.
“El vino habla a través de las páginas de mi libro. Precisamente cuento en uno de sus capítulos que en el siglo XV o XVI los reyes de España acostumbraban a firmar sus decretos o leyes firmando al final: “Yo, el rey” y ponían el sello de acre con el anillo. Y siendo el vino más que un rey, puede hablar por sí mismo a través de este libro y dirigirse al lector como si estuviera conversando con él”, relata Bermúdez.
Uno de los capítulos más interesantes, a su juicio, cuenta cómo llega la uva a la América española, como Cristobal Colón y todos los colonizadores fueron los primeros que pusieron su empeño para que el vino tuviera una importancia en la sociedad, así como las comunidades religiosas que lo encumbraron como elemento vital para las misas. Ahí podemos comprender la importancia de Chile, Argentina, EEUU, Uruguay, Paraguay, Brasil, Perú. En otro capítulo trata sobre un tema muy actual, como es el cambio climático que ha afectado la agricultura en todo el mundo, y por ende, los viñedos. En uno más hace referencia a lo que parecería un mito urbano, pero no es tal, que tomarse una copita de vino al día es bueno para la salud. “Está comprobado que el vino contiene complejo B, fósforo, hierro, calcio y magnesio”.
El amante del vino encontrará en este libro datos precisos con relación a racimos, cultivos, viñedos y etiquetas, así como pistas claves para entender por qué el corcho cuesta tanto, por qué la barrica de roble francés o americana cuesta tanto, o por qué la usan dos o tres veces. Hay, además, recomendaciones de maridaje e información sobre el auge del vino rosado y las nuevas versiones de producción en Argentina y Chile. Y todo contado amenamente.
En nuestro país...
“En Colombia hemos tenido intentos de producción, desafortunadamente no han sido fructíferos, porque estamos en zona tórrida, la vid necesita estaciones y en nuestro país no las tenemos”.
“En el Valle del Cauca, en Ginebra, ha habido un desarrollo interesante por parte de la Casa Grajales y en los últimos años, la familia Picciotto, con la Casa Domecq, ha hecho un trabajo fantástico si tenemos en cuenta que están trabajando contra la naturaleza. En Punta Larga, Boyacá, está Marcos Pisano, que tiene un viñedo con más de 40 años y ha logrado aclimatar sepas y tiene amigos cercanos a su viñedo que están vinificando”.