La Virgen de Fátima es una advocación mariana que se le atribuye a una serie de apariciones que tuvieron lugar en 1917 en la ciudad portuguesa de Fátima. Según la tradición, tres niños pastores, Lucía dos Santos (10 años) y sus primos Francisco (9 años) y Jacinta Marto (7 años) fueron visitados por la Virgen María en seis ocasiones entre mayo y octubre de ese año.
Durante las apariciones, la Virgen les transmitió mensajes y profecías a los niños, incluyendo la solicitud de que se construyera una capilla en su honor en el lugar donde se apareció. Pese a la resistencia inicial de las autoridades religiosas y civiles, la devoción a la Virgen de Fátima se extendió rápidamente y se convirtió en un importante centro de peregrinación para los fieles católicos.
Oración a la Virgen de Fátima
La oración a la Virgen de Fátima es una plegaria dedicada a la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de Fátima. Es una oración muy conocida y recitada por los fieles católicos en todo el mundo.
Oh Santísima Virgen María,
Reina del Rosario de Fátima,
que has querido manifestar,
a los tres pastorcitos,
los tesoros de gracia,
que podemos alcanzar,
rezando el Santo Rosario,
ayúdanos a valorarlo,
y a vivirlo con fidelidad.
Oh María,
que nos has invitado a la penitencia,
al sacrificio y a la oración,
sé nuestra guía en el camino,
hacia Dios nuestro Padre,
y haz que seamos dóciles,
a la voluntad divina,
para que así, podamos colaborar,
en la edificación del Reino de Dios.
Oh Madre nuestra,
que nos has mostrado,
en la hermosa imagen de tu Inmaculado Corazón,
el camino seguro hacia Dios,
renueva en nosotros,
el deseo de ser santos,
y danos tu amor,
para que podamos amar a Dios,
con todo el corazón.
Palabras de la Virgen
Estas son algunas de las frases que la Virgen de Fátima le dijo a los tres pastorcitos en sus apariciones:
- ″Cuando recen el rosario, digan después de cada misterio: Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia” (13 de junio de 1917).
- “Quieren ofrecer a Dios el soportar todos los sufrimientos que Él quisiera enviarles como reparación de los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores” (13 de mayo, 1917).
- Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien le abrazaré prometo la salvación y serán queridas sus almas por Dios como flores puestas por mí para adornar su Trono”. (13 de junio de 1917)
- ″Nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios” (13 de junio de 1917).
- “Cuando vean una noche alumbrada por una luz desconocida, sepan que es la gran señal que Dios les dará de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre, de la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir eso, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia: los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas. Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará” (13 de julio de 1917).
Los secretos de la Virgen de Fátima
Los tres secretos de la Virgen de Fátima son visiones reveladas a tres niños pastores. Los secretos se consideran como mensajes de la Virgen María, y fueron transmitidos a los niños a través de apariciones.
- Primero: La visión del infierno y la necesidad de oración y penitencia para evitar caer en él.
- Segundo: Una visión de la Segunda Guerra Mundial y la expansión del comunismo en Europa y el mundo, y la necesidad de consagración a los Sagrados Corazones de Jesús y María para detener estos males.
- Tercero: La imagen de un obispo vestido de blanco que caminaba hacia una colina llena de cruces y que fue asesinado. Este se relaciona con el intento de asesinato del papa Juan Pablo II en 1981 y la importancia de la oración en la protección contra el mal.