Por Francisco Henao Bolívar
El del domingo fue un debut amargo para Maicol Valencia, el canterano de 19 años que recibió la bendición del técnico Lucas González para jugar su primer partido como profesional, nada menos que ante el Deportes Tolima en el Pascual Guerrero, en el inicio de la Liga colombiana.
Valencia, que tenía el acompañamiento desde las gradas de toda su familia y de muchos amigos que vinieron desde su natal Guachené (Cauca), vio la tarjeta roja por juego brusco terminando el primer tiempo. La jugada necesitó de una revisión del árbitro ante el llamado del VAR, y la amarilla que inicialmente le había mostrado, se transformó en expulsión.
El juvenil rompió en llanto en ese instante, pero recibió el inmediato apoyo de sus compañeros del América, así como de los jugadores del Deportes Tolima, diciéndole que levantara cabeza. Lo mejor sucedió después con el sonoro aplauso de los 15 mil hinchas americanos, que reconocieron el esfuerzo de Valencia y pasaron por alto la expulsión, teniendo en cuenta que es un jugador que apenas está comenzando su camino en el fútbol profesional.
Maicol Valencia habló con El País de una noche que pintaba bien para él, con el debut en el profesionalismo, pero que terminó mal por la expulsión, su primera roja en la máxima división del fútbol colombiano.
¿Cómo le terminó de ir el domingo después del partido?
Fue una noche difícil porque quería entregar todo en el debut y justo se dio la expulsión. Pero son cosas que pasan en el fútbol, salí triste, pero gracias a Dios los compañeros me respaldaron, salieron en el segundo tiempo a jugársela por mí. Al final me dedicaron el triunfo, porque este es un equipo muy unido.
¿Cuántas veces pasó por su cabeza la imagen de esa jugada que le costó la tarjeta roja?
Uff, muchas veces. Uno con ganas de hacer las cosas bien en su primer partido, pero llegó ese momento en que de pronto me llené de desespero y se dio la jugada. Pero son errores que uno debe corregir para que se no presenten en próximos partidos.
¿Antes del partido el técnico o alguien en el camerino recuerda que hay VAR?
Sí, el profe y todos hablamos de eso, y no solo antes de los partidos sino en los entrenamientos, se corrigen muchas cosas. Yo he tenido el apoyo de todos, del profe, me habla cuando ve que estoy haciendo algo mal, por eso mi objetivo el domingo era dar lo mejor de mí.
¿Cuando llaman al árbitro para que vea el VAR, pensó que era para roja?
Sí, porque he podido conocer un poco más del fútbol, veo muchos partidos y siempre noto que cuando llaman al árbitro es porque se trata de una jugada para roja. Yo sentí mucha angustia en ese momento, sospeché que podía pasar algo, que me iban a expulsar; fueron momentos de mucha tensión porque era dejar al equipo con 10 hombres.
¿Con quién habló mientras el árbitro revisaba la jugada?
Estaba hablando con Jeison Lucumí, del Tolima, me preguntaba que si había tocado a su compañero. Me dijo que estuviera tranquilo, que no era para roja, que esa acción daba amarilla. Pero el árbitro tomó la decisión y fue cuando varios jugadores del Tolima me dijeron: ‘tranquilo morocho, siga trabajando que lo estaba haciendo bien, felicitaciones por el debut’.
¿Y qué sucede en el momento en que le sacan la roja?
Se me derrumba todo, lloré mucho, fue un golpe duro; pensé en mis compañeros, los dejaba con uno menos... pensé también en mi familia y en mis amigos del pueblo (Guachené), en varios exjugadores como Gilmar Aponzá, Arley Mancilla, Ember Valencia, que siempre están hablándome. Pero son cosas que pasan, estoy tranquilo, seguiré trabajando duro porque estoy aprendiendo y corrigiendo errores.
¿Estaba la familia en el estadio?
Sí, todos... incluso muchos amigos, vinieron de Guachené a apoyarme y eso me dio más confianza. Pero se dio esa jugada que me golpeó muy duro. No pude dormir esa noche, América es el club de mis sueños, quise hacer las cosas de la mejor manera para que mi familia se sintiera orgullosa, pero no logré redondear un buen debut.
Facundo Suárez fue uno de los que más le habló: ¿qué le dijo?
Me dijo que estuviera tranquilo porque me había jugado un buen primer tiempo, que había demostrado que estoy para grandes cosas. Portilla me hablaba, que levantara la cabeza, que esto no me puede tirar abajo; Edwin Velasco es uno de los que más me ha respaldado. A final del partido Adrián Ramos me habló mucho en el camerino, Edwin Cardona y Darwin Quintero fueron otros de lo que me dieron mucho ánimo.
¿Esperaba el aplauso de los hinchas?
Estoy muy agradecido con la hinchada; no me lo esperaba porque es difícil que aplaudan a alguien que acaba de ser expulsado, pero lo hicieron conmigo, me dieron su respaldo y de verdad agradezco todo eso, me da mucho más ánimo para seguir trabajando y defendiendo la camiseta del América.
¿Con el técnico tuvo alguna charla aparte?
El profe me habló mucho, me dijo que tenía su respaldo, que estuviera tranquilo, pero eso sí, que no se volviera a presentar porque dejé al equipo con diez hombres y les tocó a mis compañeros hacer un doble trabajo para sacar el resultado.
¿Ha recibido mensajes de apoyo de gente externa al América?
Sí, me han escrito muchos: Kevin Londoño, el volante del Chicó, somos buenos amigos; Kevin Rivas y Víctor Ballesteros, jugadores del Valledupar... Mi compañero Edwin Velasco me llamó esta mañana, me dijo que cómo estaba, que cómo seguía. He sentido el respaldo incluso de los compañeros de la Sub 20 del América, el apoyo ha estado porque en América somos una familia.
¿Quiénes son los que más le hablan al oído?
Adrián Ramos y Luis Paz me aconsejan, me dicen de todo lo bueno y no tan bueno; cuando las cosas van mal me regañan, me dicen: ‘Valencia, pilas con esto o aquello que lo estás haciendo mal’. Luis Paz me tiene corto con el tema de la disciplina.
Retrocediendo la película, ¿cuándo le dijeron que iba a ser titular?
Un día antes del partido. Varios compañeros me dijeron que me preparara porque iba de titular, pero no habían dado la lista de convocados. Sin embargo, en el entrenamiento notaba que podía jugar, y el día del partido tuvimos una charla al mediodía y ahí el profe dio a conocer la alineación. No sentí nervios en ese momento, pero cuando íbamos en el bus para el estadio y veía por la ventana el respaldo de la hinchada, sentí unas cosquillitas en el estómago. Pero gracias a Dios los más experimentados me hablaron, Carlos Darwin Quintero me dijo que lo disfrutara, que pensara en los viajes que me pegaba todos los días desde el pueblo para ir a entrenar, que pensara en mi familia. El Presidente me llamó y me dijo que tenía el respaldo de todos. Yo sentí la confianza del equipo.
Darwin le dijo que se acordara de los viajes desde Guachené para entrenar: ¿cómo eran esos viajes?
Para mi eran muy difíciles porque si entrenábamos a las 7:00 de la mañana, yo salía de Guachené a las 4:00 a.m. porque me tocaba esperar que los carros piratas se llenaran para poder arrancar; otras veces me tocaba ir hasta el puente a la entrada del Puerto para esperar transporte, en otras ocasiones tenía que caminar hasta las canchas de la Candela. Y varias veces los profes de la Sub 20, Hárold Viáfara y Pineda, cuando pasaban por la vía, nos traían porque había otro muchacho del pueblo que también juega.
¿Eran demasiadas las caminatas para entrenar, algo similar a lo que pasó con Yerri Mina?
Sí, bastante; de regreso al pueblo me tocaba montarme en alguna volqueta porque muchas veces no tenía para el pasaje. En otras ocasiones debía tirar dedo en la vía a ver quién nos llevaba. Muchas veces nos paraban las motos o los camiones y así llegábamos a Guachené. Con Yerri somos muy cercanos, él vivió lo mismo cuando empezaba. Su hermano Juan José, que está en el Cali, me llamó y me dijo que estuviera tranquilo, que siguiera para adelante.
¿Era difícil la situación en la casa?
Muy difícil. Mi mamá es ama de casa y mi papá trabaja, pero no alcanza para todos. Ha valido la pena el sacrificio, siempre he dicho que Dios es grande y no se queda con nada. Por eso quiero darle con todo al fútbol porque arriba hay un Dios que todo lo ve y él tarde que temprano premia.
¿Ve en el fútbol la posibilidad de darle el sustento a la familia?
Sí, pero a mi me gusta vivir para el fútbol, para después vivir del fútbol. Mi sueño es regalarle una casa a mi mamá, verla contenta. Ayudarle también a mi hermano mayor que es Policía y ha dejado de comer o de comprarle cosas a su hija por darme por lo menos para el pasaje de ida. Con lo que me da he podido comprarme unos guayos. Yo siento que puedo retribuirles a todos ellos tantos sacrificios que han hecho por mi. Mi mamá y mi papá se levantaban a las 3 y 30 de la mañana para prepararme el desayuno, para que no me fuera a entrenar con la barriga vacía.
¿Cuáles son sus sueños en el fútbol?
Seguir creciendo y aprendiendo; me gustaría jugar en el Manchester City, ser el primer guacheneseño en jugar allí. El profesor Lucas González me ha inculcado ser ganador, él está muy cerca de ser el segundo Pep Guardiola. Me gusta el estilo del profe porque hace ver el fútbol muy fácil. Da los conceptos que uno necesita... y eso es lo que maneja Guardiola.