Dos asesinatos, incidentes frecuentes y tensas disputas verbales: la violencia relacionada con el fútbol sigue muy presente en Grecia, que no consigue dejar atrás esa lacra.
En un país en crisis económica, las tribunas de los estadios se convierten en canalizadores de la agresividad, alimentada por la rivalidad entre clubes o las palabras encendidas de propietarios o responsables.
En marzo de 2018, el dirigente del PAOK Salónica, Ivan Savvidis llegó a saltar al campo con un arma en el cinturón para amenazar a un árbitro. En abril de 2023, el patrón del Olympiakos, Evangelos Marinakis, saltó al terreno de juego para enfrentarse también al equipo arbitral.
Marinakis, presidente también de la Super League del país -el campeonato griego-, está en un conflicto abierto con la Federación Griega de Fútbol, a la que acusa de ser una entidad gangrenada por “el crimen organizado”.
“Los intereses financieros relacionados con el título de campeón son demasiado elevados para que dependan únicamente del juego”, analiza Georgios Antonopoulos, profesor de Criminología en la Universidad Northumbria de Newcastle y miembro de la Global Initiative Against Transnational Organized Crime.
El nombramiento de árbitros extranjeros para los derbis de Atenas o Salónica, o la prohibición casi sistemática de los desplazamientos de aficionados a los estadios de otros equipos no consiguen dar la situación por totalmente controlada.
Dos muertos en un año y medio
“Convertirse en presidente de un club de éxito no es fruto del amor por el fútbol, sino otra manera de consolidar su poder y su influencia económica y política”, precisa Antonopoulos.
Los enfrentamientos verbales entre propietarios de clubes, que acostumbran a ser poderosos empresarios, azuzan constantemente los rencores y las bajas pasiones. Las reuniones entre representantes de los clubes terminan a menudo con insultos o incluso se han dado peleas físicas, contribuyendo a generar entornos tóxicos.
“Los actores del fútbol tienen una responsabilidad importante en ese clima de rivalidad a través de una retórica de intolerancia y los esfuerzos destinados a imponer su poder a las instituciones deportivas”, destaca Yannis Zaimakis, profesor de sociología cultural y deportiva en la Universidad de Creta.
No pasa un mes sin que se registren incidentes entre hinchas rivales: agresiones, peleas programadas, ataques en grupo... Dos hombres jóvenes han muerto por ello en un año y medio.
A principios de agosto, Michalis Katsouris, un aficionado del AEK Atenas, murió por un ataque de ‘hooligans’ de extrema derecha griegos y croatas en Atenas. El 1 de febrero de 2022, Alkis Kampanos fue golpeado hasta la muerte por hinchas violentos del PAOK, club rival del suyo, el Aris, en Salónica.
“Distópico”
“La violencia en el fútbol griego está ligada a factores sociales más amplios, que implican por una parte cuestiones sociales de los jóvenes y un sentimiento generalizado de insatisfacción hacia las instituciones y, por otra parte, el estado distópico del fútbol griego en relación a un sentimiento generalizado de favoritismo, redes clientelares y un juego de poder de poderosos actores”, resumen el profesor Yannis Zaimakis.
El paro de los menores de 30 años alcanza el 26,5% en Grecia y es el segundo más alto de todos los países de la Unión Europea. La precariedad es un factor propicio para el aumento de la delincuencia juvenil y en los ocho primeros meses de 2023 ha aumentado un 56% respecto al año anterior.
“La violencia que existe en el fútbol es un fenómeno social. El deporte forma parte de la sociedad”, añade Leftheris Papas, fundador y presidente de la asociación “En el nombre de Alkis”.
Fue creada un día después del asesinato de Alkis Kampanos y tiene como objetivo hacer cambiar el ecosistema de los hinchas de fútbol en Grecia ante el inmovilismo de las autoridades.
La Federación Griega de Fútbol no respondió a los requerimientos de la AFP. Después del asesinato de Michalis Katsouris a principios de agosto, el primer ministro griego anunció un refuerzo de la presencia policial en los estadios y el cierre de los grupos de hinchas.
“La facilidad con la que actúan los criminales está unida al sentimiento de impunidad total que existe en este país”, apunta Leftheris Papas. “Y cuando el pilar de la justicia no funciona, se desarrollan las condiciones de una jungla en la que impera la ley del más fuerte”, estima.
Con información de AFP