Las 500 Millas de Indianápolis es una de las carreras automovilísticas más famosas del mundo. Los pilotos que tienen la posibilidad de ganarla escriben su nombre en la página gloriosa de la que es considerada como una de las pruebas icónicas en el mundo de los motores.

Ganar en el óvalo Indianápolis Motor Speedway es el sueño cumplido para cualquier automovilista. Y allí, hace 20 años, un 28 de mayo, un ‘negrito berraco’ colombiano alcanzó para el país uno de los triunfos más importantes del deporte nacional. Se trata de Juan Pablo Montoya,
quien conquistó la Indy 500 2000, logrando una victoria que marcó toda una generación.

Fueron 200 vueltas donde Montoya ratificó por qué era en ese momento uno de los pilotos más audaces e intrépidos cuando se subía a un monoplaza.

A bordo de su auto rojo, perteneciente a la escudería de Chip Ganassi, el piloto bogotano no tuvo mayores rivales y dio cátedra de conducción dominando a su antojo la competencia.

Montoya lideró 167 vueltas, que lo condujeron hacia la victoria, convirtiéndose en el primer ganador novato desde el británico Graham Hill en 1966.

La celebración con la tradicional botella de leche, el espacio reservado solo para el piloto ganador y el foco en su momento del automovilismo internacional pusieron en ese instante a Montoya como uno de los mejores del mundo.

Unos años más tarde, en la temporada 2015, el corredor colombiano repitió triunfo allí mismo, entrando en la historia como uno de los pocos pilotos que han ganado las 500 Millas en más de una ocasión.

Juan Pablo es en la actualidad, junto al español Fernando Alonso, los únicos pilotos activos que aspiran a conquistar la famosa Triple Corona del Automovilismo, que consiste en ganar las 500 Millas de Indianápolis, el Gran Premio de Mónaco y las 24 Horas de Le Mans. Montoya se subió a lo más alto del podio en las dos primeras carreras y le falta triunfar en la competencia de resistencia que se corre en Francia.

Dos décadas después, Montoya mira junto a El País por el retrovisor de su vida y recuerda momentos épicos de una jornada dominical que fue inolvidable.

¿Qué recuerdos le trae ese día que ganó en Indianápolis?
Recuerdo que fue una carrera muy especial porque fue un triunfo muy grande, pero vivo el día a día de las competencias. Un recuerdo chévere, pero no más.

¿Cómo fueron las horas previas a la competencia?
Muy normal. Llegamos muy temprano a la pista porque siempre que se corre esa prueba hay mucho tráfico. La carrera, si no estoy mal, fue tipo 11:00 de la mañana, me comí algo y estuvimos un tiempo con los ingenieros esperando el inicio de la carrera, que se retrasó por lluvia.

¿Sintió que llegaba como favorito?
Sabía que era una buena oportunidad para ganar, tocaba ejecutar bien las cosas, si hacíamos un buen trabajo teníamos muchas chances de ganar. De igual forma, Indianápolis tiene su complejidad y por la historia que tiene, hay gente que maneja muchos rituales y mucho cuento, son cosas que pueden afectar.

¿La escudería de Chip Ganassi era el mejor equipo que había en ese momento?
Sí, aunque estaban Penske y Team Green, que eran muy buenas, pero, sin duda, teníamos el mejor equipo.

Usted siempre ha sido muy calmado, pero cuando cruzó la línea y ganó, se vio muy emocionado…
Cuando gané, ese día no lograba entender el triunfo que había alcanzado, le confieso que hoy en día tampoco dimensiono lo que se ganó.

¿En esa época usted ya tenía amarrado el contrato con la escudería Williams?
Para nada, el contrato con Frank Williams viene muchos después. El hijo de él estuvo ese día allí, me felicitó, pero mi vinculación con su escudería llegó un tiempo más adelante.

¿Considera que ese triunfo en Indianápolis le abrió la posibilidad de ir a la Fórmula 1?
No creo que Williams se haya fijado en mi talento por una sola carrera, fue producto del trabajo de dos años en la categoría Cart. No creo que hayan tenido dudas en mi velocidad, más bien estuvieron pendientes de mi rendimiento y al irme bien en esas dos temporadas, hubo motivos suficientes para llevarme.

¿Ganar en Indianápolis es quedar en la historia del automovilismo mundial?
¡Ehh!, sí, es como ganarse Mónaco, Daytona o Le Mans, son ese tipo de carreras que todo el mundo quiere ganar. Si usted corre Fórmula 1, se quiere ganar Mónaco, Monza, Inglaterra o Alemania, que son las más grandes en esa categoría. Si está corriendo Indy, quiere triunfar en Nashville, o en Indianápolis, Laguna Seca o Mid Ohio, carreras muy tradicionales. Si estás en Nascar, quieres ganar las 500 Millas de Daytona o Talavega, es como todo, cada circuito o pista tiene su mística.

Pero Indianápolis es mágica….
Sí, claro. Tiene mucha historia y sobre todo la clase de pilotos que la han ganado la hace muy especial. Es una carrera muy larga, no puedes cometer errores, la pista es única y es muy divertido.

¿Cómo fue esa celebración más íntima?
Te dejan celebrar apenas como cinco minutos, luego vienen horas y horas de entrevistas. Al otro día regresas a la pista y es la mundial de fotos. Posterior a eso tocó viajar a Nueva York a cumplir compromisos publicitarios.

¿Conserva algún recuerdo de ese día?
Tengo los anillos, el trofeo de vencedor de la carrera, tengo la moto y el Pace Car (auto de seguridad) que se usó ese día.

¿Es la leche que más ha degustado?
No, a mí no me gusta la leche (risas). Miren en la transmisión de televisión de ese día la cara que hago. Yo la tomo con cereal, combino la leche con jugos, pero sola no me mata para nada.

¿Cuál de las dos victorias en Indianápolis disfrutó más?
Sin duda que la del 2015. Porque estaba con Penske, regresaba después de muchos años, tuve un problema al comienzo de ese día que me relegó, pasó de todo para que no me la ganara, y al final me la gané. En cambio, en el año 2000 no pasó nada especial, di las vueltas, se acabó la carrera y a festejar.

¿Ha tenido ofertas para volver a correr las 500 Millas de Indianápolis?
Sííí, muchas, pero como estoy vinculado a Penske, no me dejan correr nada.

¿Y existe posibilidad que la corra con ellos?
No, tampoco es una idea que quiera. Ya me la gané dos veces, el riesgo de un totazo y lastimarse es muy alto, si Roger Penske me dice que vaya a correrla, tal vez, pero que sea una opción, ya no lo es.

¿Estamos lejos de conseguir un nuevo triunfo para Colombia en las 500 Millas?
Lo que pasa es que estamos en un bache con la aparición de nuevos pilotos. Hay unos chicos que vienen en camino, con fogueo en Europa y esperamos formarlos bien.

¿Le recomendaría a su hijo Sebastián, quien está comenzando en este deporte, vivir la experiencia de correr en Indianápolis?
Si él quisiera correrla, obviamente lo apoyaría, pero es una decisión personal y será el deseo de él. Yo no le puedo imponer a Sebastián correr en una parte u otra. El primer objetivo de él es llegar a Fórmula 1 y luego es llegar a Indy, tiene mucho trabajo por delante.

Nos imaginamos que el reto para Sebastián es superar lo que usted ha hecho en su carrera…
No solo lo toma como reto. A él le encanta poder darme en la cabeza, le fascina ganarme, me tira a matar, es competitivo a muerte. Lleva la presión porque es mi hijo y es algo entendible, pero somos conscientes de que él debe realizar su propio trabajo y que sea lo que venga.

¿Cómo ve la actualidad de la Fórmula 1?
Con lo que acaba de pasar y la decisión de Sebastian Vettel de irse de Ferrari, se ve interesante. Mucho chisme, mucho comentario y eso es bueno para el deporte.

¿Nunca lo sedujo la posibilidad de regresar a la máxima categoría del automovilismo?
Posibilidades hubo, pero nunca quise. Yo me fui porque me aburrí, es como ver a una novia que lo hace miserable, le terminas, al año la vuelves a ver y quieres regresar a lo mismo.

¿Se fue decepcionado de la Fórmula 1?
No, para nada, pero no lo disfrutaba al final. Tuve el gusto de ganar carreras, pelear campeonatos y hacer todo lo que quería en su momento.