Los inicios del ciclismo colombiano tienen nombre propio y se escriben en letras doradas: Efraín "El Zipa" Forero, un hombre que se entregó en cuerpo y alma porque este deporte se ganara su lugar en el país y logró más que eso, se ganó los corazones de millones de seguidores; y esa primera piedra que hoy por hoy se convirtió en un castillo, abrió el camino para que el pueblo colombiano viera reflejado sus cualidades en esos escarabajos que día a día dejan en alto el nombre del país.
En épocas en las que el ciclismo era rudimentario, donde las bicicletas de acero y las carreteras destapadas hacían que los ascensos fueran tan largos que parecían interminables, la figura de Efraín Forero, un hombre de nariz aguileña, cabello oscuro y ojos achinados sobresalió a nivel nacional. Se elevó a un nivel de ídolo, fue el pedalista que hizo que la bandera de Colombia ondeara en lo más alto del podio y el que llenó de orgullo a todo un país.
De una manera indomable, como fue apodado, enfrentó a la carretera: solo, sin mirar atrás, tensando cada músculo de su cuerpo, con pedalazos inalcanzables, llevando su resistencia al límite, hasta que su nombre se repitió en cada rincón de Colombia, con gestas como el oro en persecución, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que se llevaron a cabo en Guatemala, en 1950, el cual se convirtió en el primero en este deporte a nivel internacional; el título en los Campeonatos Nacionales de Ruta, en 1950, 1953, 1954 y 1958 o el primer puesto de la Vuelta a Colombia en 1951.
Precisamente, él fue el precursor de la ronda nacional, su hábito constante de leer todo lo que cayera en sus manos sobre ciclismo, el Tour de Francia, Giro de Italia y las grandes historias que se escribían en torno a los Alpes y los Pirineos, lo hizo visualizar, en 1949, que, con una geografía como la colombiana, se podía empezar a realizar una competencia por etapas, como esas grandes vueltas que solo se vivían al otro lado del Océano Atlántico.
Así, después de contar su visión a un periodista un medio capitalino y superar algunas pruebas para demostrar que el trajín de esta competencia era posible, la Vuelta a Colombia fue una realidad, en 1951 se abrió el telón de una carrera que haría que el pueblo compartiera, de primera mano, con sus ciclistas, que fue el comienzo de una historia idílica, en la que aparecerían figuras de talla internacional como Ramón Hoyos, Martín Emilio "Cochise" Rodríguez, Lucho Herrera, Santiago Botero y Sergio Luis Henao, entre otros.
En esta carrera empezó a forjarse una leyenda y no solo por la victoria de Forero sino por la forma en la que la logró, porque fue un ciclista que nunca bajó los brazos, que demostró que, a pesar de las dificultades, siempre quedará carretera por recorrer, porque ni seis pinchazos y una llegada soportando los 35 grados centígrados fueron suficientes para mermar su ímpetu, para apagar su fuego: ganó siete etapas y fue el primero en celebrar la victoria en la general.