¿Vingegaard-Pogacar tras Anquetil-Poulidor? El Tour de Francia se reencuentra con un mito el domingo con su novena etapa en el Puy de Dôme, donde no se llegaba desde 1988. Una subida única, ofreciendo tanta pendiente como poco respiro. Todo un desafío para los organizadores.
La imagen está impresa con letras de oro en la nostalgia de los recuerdos. En el Tour de 1964, los franceses Jacques Anquetil y Raymond Poulidor estaban codo con codo sobre el asfalto en espiral del Puy de Dôme.
‘Poupou’ Poulidor sacó 42 segundos a su rival y compatriota, sin poder privar a Anquetil de su quinto triunfo final en el Tour. La Grande Boucle garantiza sin cese sus idas y vueltas al pasado. También se puede hacer un paralelo entre Pogacar y Poulidor, igual que entre Vingegaard y Anquetil, por sus características y mentalidad.
“Va a explotar todo en el Puy de Dôme” pronostica y promete el esloveno Pogacar. Un nuevo pulso con pedales está anunciado, el quinto ya en nueve etapas de este Tour de gran intensidad entre los dos monstruos. El gigante de Auvergne ofrecerá 35 minutos de ascensión en total desde Clermont-Ferrand (13,3 km a 7,7% de pendiente media), con los cuatro últimos kilómetros brutales (12%).
“Es muy, muy rígida”, comentaba en la cima (1.465 metros) el vencedor del Tour de 2022, Jonas Vingegaard, que vino a reconocer el lugar el 2 de junio. “Creo que nunca he escalado una pendiente parecida”, aseguró el danés. “No tenemos respiro. A falta de curvas, tenemos que pisar los pedales sin parar”.
“Es duro mentalmente también”, completaba el escalador italiano Giulio Ciccone. “Vemos la pendiente crecer sin parar delante nuestro”, señaló. Y es que, la pendiente al volcán extinguido es bastante recta para un pelotón en pleno esfuerzo.
“Cuando uno es ciclista, a la velocidad a la que vamos, tenemos la impresión de tener un muro enfrente nuestro, que no se mueve”, describe el hombre que trazó el recorrido del Tour, Thierry Gouvenou.
Pogacar, por su parte, no ha podido reconocer el lugar, priorizando una concentración de entrenamiento tras su convalecencia. Su compañero polaco Rafal Majka fue el encargado de estudiar el Puy de Dome en su lugar. “He enviado un video a Tadej de los últimos hectómetros. Para que tenga información”, dijo el gregario del esloveno.
El resto del tiempo, una barrera bloquea el acceso a estos cuatro últimos kilómetros, prohibidos a los ciclistas con excepción de una jornada ‘ciclodeportiva’, que se celebra una vez por año.
Todo es bueno para preservar este lugar natural, etiquetado como ‘Grand Site’ (Gran Sitio) de Francia desde 2008 e incluso como patrimonio mundial de la Unesco desde 2018. Conjugado a la estrechez de la ruta, esos hechos explican su larga ausencia en el Tour: 35 años.
“Cuando Christian (Prudhomme) integró la dirección del Tour de Francia (en 2004), dijo que lo primero que había escrito en su ordenador es ‘Puy de Dôme’”, cuenta Thierry Gouvenou. “No se imaginaba que iba a necesitar tanto tiempo para volver”, añade.
- Espectadores prohibidos -
La última porción de cuatro kilómetros estará por tanto prohibida a los espectadores, privados de la conclusión de la etapa y del panorama único de la cadena de los Puy, franja similar a granos de arena gigantes.
Portones diseminados en las carreteras circundantes deben parar el paso a las autocaravanas. Se prevé un sistema de drones térmicos para detectar a quienes pretendan colarse por las laderas del volcán.
Solo un 20% de los vehículos que siguen la carrera podrán tomar la ruta de apenas cuatro metros de ancho. Un solo auto por equipo estará autorizado y no podrá adelantar a los corredores descolgados. Aunque habrá puestos dispersos de talleres para reparación de bicicletas, mejor evitar los problemas. Eso agregaría dramatismo al mito.