Por César Polanía / editor de Deportes
Cada día hay un nuevo capítulo en esta larga y tediosa novela que protagonizan los miembros del comité ejecutivo del Deportivo Cali.
Como si los resultados deportivos y la situación financiera del equipo no fueran suficientes, los directivos se enfrascaron en peleas que dividieron el comité en dos bandos, y cada uno echó mano de todo lo que tuvo a su alcance, como en un campo de batalla, para vencer a su oponente.
Finalmente, Luis Fernando Mena renunció no solo como presidente, sino al comité ejecutivo, argumentando “jugadas sucias y por la espalda” por parte de sus contradictores en la mesa, y las riendas de la institución azucarera han quedado en manos de Guido Jaramillo, un administrador de empresas con amplia experiencia en el campo financiero, particularmente en la empresa privada.
Muchos retos, y de gran tamaño, son los que se ponen delante de Guido como presidente del Cali. Pero antes de emprender la consecución de cada uno de ellos, es clave que tanto él como quienes lo apoyan hayan aprendido la lección: no conseguirán un solo peso ni objetivos deportivos, si continúan en esa guerra insulsa y dañina que lo único que logra es lastimar al equipo en todos los sentidos.
En lo financiero, Guido y sus acompañantes tendrán que encontrar la fórmula para bajar los pasivos, que hoy ascienden a 102 mil millones de pesos, y negociar con inteligencia el compromiso con los acreedores, tarea que será muy dispendiosa.
Al margen de ello, el nuevo presidente tendrá que seducir a uno o varios inversionistas para que le arrojen al Cali ese salvavidas que hace rato espera, para lo cual deberá haber un cambio en los estatutos, un paso que se hace indispensable y urgente.
Si la crisis financiera se profundiza, será mucho más complejo sacar adelante los objetivos deportivos, que no son otros que sumar la mayor cantidad de puntos este semestre, a fin de alejarse del descenso. Tendrán entonces que clasificar el Cali a los cuadrangulares.
Antes del partido del jueves en Palmaseca, contra Huila, Guido afirmaba que estaban en disputa 33 puntos de los 11 juegos restantes y que el equipo necesitaba 22 para meterse entre los ocho semifinalistas. Por fortuna, los Azucareros superaron a uno de sus rivales directos en la lucha por conservar la categoría.
Al técnico Jaime de la Pava y los jugadores no hay que pedirles título este semestre. Si llega, ‘bingo’, pero lo importante es sumar y sumar y sumar. Lo ha dicho el propio presidente: “No tenemos caja para soportar la situación si no entramos a los cuadrangulares”.
Hoy el Cali tiene 12 puntos. No está lejos del reto. Pero les será más fácil a los jugadores llegar a ese objetivo, si sienten que sus jefes, sus directivos, reman para el mismo lado. Y, también, si la presión que hoy cargan a sus espaldas no empeora con amenazas a los jugadores, como sucedió con Germán Mera.
Señores directivos, por el bien de ustedes y de la institución, volteen la página. No más chismes de pasillo. No más peleas. La lucha financiera, administrativa y deportiva se puede seguir dando. Es necesario seguirla dando. Pero si hay unión. Terminen ya esta novela.