“Su pronóstico es reservado. La verdad es que no queremos adelantarnos a nada, no podemos decir nada porque es algo muy doloroso. Él va a estar bien, toca orar y pedirle a Dios por la salud de mi hermano, estamos con la fe en alto”. Son las palabras de Mayra, una de las hermanas de Luis Quiñones Guzmán, quien se debate entre la vida y la muerte en una clínica de Barranquilla.
Ella arribó el domingo por la noche a la capital del Atlántico junto a su madre, un hijo y su compañero sentimental. La noche anterior había presenciado por televisión como su hermano se desplomaba en el ring después de un aguerrido combate ante José Muñoz. “Nosotros estábamos viendo la pelea en Barrancabermeja. Fue sorprendente verlo caer desplomado”.
Luis Quiñones lleva 5 años de estar radicado en Barranquilla donde hizo su carrera profesional, pero en el boxeo aficionado representó a Santander. El sábado 24 de septiembre peleó por el título nacional de las 140 libras frente a José Muñoz. En el octavo round, el último, se desplomó. Lo llevaron a la clínica General del Norte, donde lo operaron de un coágulo en el cerebro. Allí está en UCI en un coma inducido.
“Nadie en la casa quería que peleara. Al final todos nosotros terminamos apoyándolo. Íbamos a los combates. Estábamos contentos porque estaba peleando un título nacional. Iba ganando su pelea. Pero ahorita tiene una pelea más grande y poderosa y la va a ganar. Que es la pelea contra la muerte, la pelea por su vida y la va ganar. Es la batalla más grande y él es un campeón”, dice Mayra.
Dice que la familia está destrozada y triste “porque es un muchacho joven, humilde, con una salud espectacular, cien por ciento saludable y ahora toca esperar. Solo Dios tiene el control de todo. Ya estamos aquí, él sabe que aquí está la familia, que lo apoyamos y que el único que puede hacer la obra es Dios y nosotros no perdemos la fe”.
Terminó diciendo que pudo ingresar a la sala de cuidados intensivos donde está su hermano Luis. “Lo toqué, le dije que aquí estaba su ‘manita linda’, porque así me dice. Su gordita linda. Yo le hablé y se le salieron las lágrimas, cuando lo limpié el ojo le parpadeó”.