El árbitro rumano Ovidiu Hategan se enteró de la muerte de su madre en el partido entre Alemania y Holanda disputado este martes. Sin embargo, pese a la terrible noticia y a su tristeza, decidió seguir impartiendo justicia hasta el final del compromiso.

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Varios futbolistas se le acercaron a darle consuelo cuando concluyó el encuentro, momento en el que el juez rompió en llanto. La Federación Alemana, local en el duelo disputado en Gelsenkirchen, ayudó a Hategan, de 38 años, a volver a su casa lo antes posible.

La noticia le ha dado la vuelta al mundo, sobre todo, por la valentía mostrada por el árbitro rumano.