Los recuerdos del balón a veces se desmarcan de los triunfos y las derrotas para habitar un punto intermedio, uno que tiene que ver con esos momentos que no están en los libros de historia, pero que la mente del hincha se encapricha por guardar con apego y nostalgia.

Uno de esos, sin duda, sería el partido que jugaron una inédita Selección Colombia y la estelar Brasil de Ronaldinho y Kaká en el estadio El Campín de Bogotá, por la primera fecha de las eliminatorias hacia el Mundial de Sudáfrica 2010.

Nostalgia pura, y de la buena, porque viendo la clase de futbolistas que tiene hoy en día el equipo nacional (prácticamente todos brillan en los grandes clubes del exterior), resulta increíble pensar que, en ese lluvioso domingo del 14 de octubre del 2007, una Selección llena de jugadores del medio local y de un puñado de jóvenes que en ese momento solo eran promesas, iba a poner en serios aprietos a un equipo estelar que venía de consagrarse como campeón de la Copa América de Venezuela.

Colombia, dirigida por Jorge Luis Pinto, venía de fracasar rotundamente en suelo venezolano, lo que le había costado el puesto a varios de los referentes internacionales que tenía el equipo, como el arquero Miguel Calero y los defensas Mario Alberto Yepes e Iván Ramiro Córdoba, quienes terminaron siendo separados por el carácter del estratega santandereano, amigo como nadie del trabajo fuerte y del rigor.

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Esa tarde en la que el partido se retrasó porque los camerinos del estadio se inundaron por el torrencial aguacero, el tablero electrónico del escenario bogotano anunció que la ‘Canarinha’ que dirigía Dunga iba a saltar a la cancha con todas sus estrellas: Julio César; Maicon, Lúcio, Juan, Gilberto, Mineiro, Gilberto Silva, Ronaldinho Gaúcho, Kaká, Robinho y Vágner Love.

Lo que no sabía el equipo brasileño, y tampoco el estadio que se había colmado seguramente para ver la magia de los visitantes, es que en esa tarde-noche el espectáculo iba a ser ‘made in Colombia’ con una nómina en la que resaltaban los nombres del arquero Agustín Julio; de los defensas Walter Moreno, Aquivaldo Mosquera y Steven Vélez; de los volantes José el ‘Ringo’ Amaya, David Ferreira y Jaime Castrillón y del delantero Wason Libardo Rentería.

En un segundo plano aparecían esas apuestas de Pinto que luego se hicieron figuras como el lateral derecho Camilo Zúñiga, el volante de marca Carlos Alberto Sánchez y un joven Radamel Falcao García, muy lejos en ese momento de graduarse como el ‘Tigre’.

El legendario Árbitro paraguayo Carlos Amarilla pitó el inicio del juego y Julio o ‘San Agustín’, como lo bautizaron el ‘Cantante’ del Gol y Javier Hernández Bonnet en la transmisión de Caracol, le dio confianza al equipo al atajarle dos disparos claros a Ronaldinho Gaúcho, que luego pasó desapercibido por la forma como el desconocido, pero rendidor Sánchez lo desconectó del circuito de pases que traía con Kaká y Robinho con la ayuda también de un incansable ‘Ringo’ Amaya.

Cuando pasó el tiempo de gracia de Brasil y Colombia se tomó confianza, llegaron los centros de costado hacia el área del histórico defensa Lúcio. En una de esas Wason ganó por arriba y metió un cabezazo espectacular, pero Julio César mandó la pelota a la esquina mostrando sus reflejos felinos.

A Pinto, que terminó el partido desde la tribuna por ser expulsado, le sonaba el empate, pero al ver que su circuito defensivo había frenado a la aplanadora brasileña, decidió arriesgar para ganar el juego y mandó a la cancha a todo el arsenal ofensivo que había guardado. Entraron Aldo Leao Ramírez, Édixon Perea y el creativo Freddy Indurley el ‘Totono’ Grisales, quien pasaba por un gran momento en el Colón de Santa Fe de Argentina.

Según los comentarios de Bonnet, el ‘Totono’ le cambió la cara a Colombia en materia ofensiva, haciendo que Brasil se quedara sin el control de la pelota.

Ensayó de media distancia Fredy Indurley, pero, así como Julio estuvo brillante, Julio César no se quedó atrás.

Después de noventa minutos intensos el marcador no se movió, y el Campín festejó un 0-0 que quizá solo lo recuerden esos que aman más las anécdotas que los resultados.

Fue un arranque promisorio de una Colombia que, luego de rendir bien en las primeras fechas (incluso, con un triunfo sobre Argentina), se desplomó y quedó fuera de un Mundial africano que se quedó con las ganas de ver las atajadas de Julio, los piques de Wason y hasta los cambios de frente del ‘Totono’ Grisales.