Si hay un Olimpo destinado para los mejores jugadores de un club, la hinchada del América tiene un sitial preferencial para uno de los suyos: Ánthony William de Ávila Charris.

Más conocido como ‘El Pitufo’, Ánthony se ganó el corazón de la exigente fanaticada escarlata prácticamente desde su debut. De Ávila, hoy descendido a los infiernos por cuenta de sus líos con la justicia italiana, naufragó entre las malas inversiones y las dificultades económicas que hoy lo tienen enfrentando una condena de doce años de cárcel por tráfico de estupefacientes.

De Ávila nació en Santa Marta hace 58 años. En las Playas de la Bahía más hermosa de América, el pequeño jugador comenzó a destacarse por su velocidad y habilidad para eludir contrarios. A pesar de ser bajo de estatura, Ánthony pertenecía a esa estirpe de jugadores que no se amilanaba ante sus rivales más grandes.

En los años 80 América construía un equipo poderoso y resuelto a sumar títulos que lo encumbraran.

Los cazatalentos viajaban por toda Colombia buscando promesas que pudieran llegar al club. Los rumores de una joven figura que levantaba arena en las playas samarias y en la cancha de ‘Pescaito’ comenzaron a expandirse como la brisa que cobija a la capital del Magdalena.

Hasta allá llegó una comisión de veedores para tentar a la promesa. Fue en 1982 cuando De Ávila, cuasi-adolescente, llegó a un América que tres años antes, en 1979, había conseguido el primer título de su historia. Arribó a un club en el que descollaban figuras como Juan Manuel Bataglia, Víctor Lugo y Roque Raúl Alfaro.

América
De todos era conocido que el médico Gabriel Ochoa, técnico histórico de 'los Diablos', prefería en la titular jugadores con mayor experiencia.

Sin embargo, desde sus primeros entrenos, De Ávila mostró unas condiciones innatas que hicieron que el estratega se fijara en esa figura que no superaba los 1:57 cm de estatura. La habilidad de Ánthony, sumada a la seguridad para definir en el área rival con nervios de acero lo catapultaron rápidamente al equipo principal.

En esa primera temporada, Ánthony participó en 24 juegos y anotó tres goles, los primeros de una seguidilla que lo consagrarían al final de sus días futbolísticos como el máximo anotador en la historia de los Diablos, lo que lo elevaría a la escala de ídolo.

Argentina
En el país gaucho, De Ávila jugó en Unión de Santa Fe, un pequeño equipo de provincia, donde dejó una grata impresión.

Pero la verdad es que el destino de ‘El Pitufo’ (como fue bautizado luego de que se hiciera popular en 1981 una serie de televisión) estaba marcado. El planeta rojo le pertenecía y a su lado, el amor que le profesaría una de las fanaticadas más apasionadas del país.

Uno de los momentos que más se recuerda de sus primeros años fue un clásico ante Deportivo Cali. Como fue una constante, siempre ‘vacunó’ al tradicional rival. En uno de esos juegos, una tarde de domingo, enfrentó por la punta derecha a un recio marcador ‘azucarero’: Javier Solarte.

Al ganarle el duelo, Solarte decidió emplear la pierna fuerte, pero como De Ávila se caracterizó por no ‘arrugar’, volvió a encararlo y en medio de un fuerte forcejeo cayeron al piso.

Se encendieron los ánimos, empujones iban y venían entre jugadores de uno y otro equipo hasta que el árbitro decidió terminar el juego y comenzó un escándalo porque acusaron a Solarte de haberle arrebatado a Anthony una cadena que tenía en su cuello.

Los periodistas bautizaron este clásico como ‘el de la cadenita’ y lo que más se recuerda fue cuando los jugadores del América salieron al campo en busca de la bendita alhaja que nunca apareció.

Tiempo después el samario decidió explorar nuevas tierras y tuvo un paso exitoso por el Barcelona de Ecuador, donde otra vez la mala suerte lo acompañó y a pesar de llegar nuevamente a una final de Copa, el título le fue esquivo para siempre.

Uno de los momentos más memorables del 'Pitufo' ocurrió años después de su retiro. América atravesaba una de esas crisis que lo han acompañado a lo largo de su historia y con el propósito de recaudar recursos para pagar la nómina, el técnico Diego Umaña dio el visto bueno para que el crack volviera a vestirse de cortos.

Tenía 46 años, cuando desde aquella época se considera muy veterano a un futbolista a los 30 años. De Ávila ya había disputado un par de partidos sin trascendencia y se venía el clásico ante el Deportivo Cali.

América ganó 3-1, pero lo increíble fue que Ánthony con 46 años se había convertido en el jugador más longevo en la historia del fútbol colombiano en marcar un gol. ¿A quién se lo hizo? Nada menos que al Deportivo Cali. No es necesario agregar más nada.

Datos
El samario participó en dos mundiales (Estados Unidos 1994 y Francia 1998) y con la casaca de la tricolor logró anotar trece goles.

Con América, el único equipo en el que jugó en Colombia, Anthony se consagró campeón en 1982, 1983, 1984, 1985 y 1986.

Con 29 tantos, De Ávila es el máximo goleador colombiano en la Copa Libertadores.

El exdelantero de los escarlatas es el máximo anotador en la historia de los clásicos vallecaucanos. Anthony logró convertirle 19 goles al Deportivo Cali.

(*) jefe de redacción de 90 Minutos.