En Bielorrusia la noticia, además de la amenaza y el riesgo que se corre por el mortal coronavirus, es la floja campaña que hasta ahora cumple en la liga futbolera el equipo más internacional y más conocido de ese país: el Bate Borisov.

A miles de kilómetros de allí, en otra modesta liga, la de Nicaragua, también se sigue jugando, y los futbolistas reconocen que lo hacen con miedo porque todos los días ven en las noticias los casos de personas muertas en el mundo a causa de esta pandemia.

Campeonatos poderosos e influyentes como el de España, Inglaterra, Italia, Francia y Alemania, para citar solo cinco de los que dominan las competiciones internacionales, decidieron parar hasta nueva orden, enviando a los jugadores a sus casas para evitar el contagio del coronavirus.

Sin embargo, Bielorrusia —que el jueves anunció su primera muerte por el Covid-19— no se sumó a esa 'ola' de países europeos que hicieron un alto, y su Federación de fútbol autorizó la continuidad de los partidos pese a los pedidos de los mismos jugadores y desde diferentes partes del mundo para que cancelaran el campeonato.

"Sabemos que no es fácil jugar ahora, pero debemos ser profesionales, incluso sabiendo que podemos estar en peligro. Antes de cada partido tenemos que pasar varios tests del coronavirus y nos toman la temperatura cada dos días", le dijo recientemente el albano Elis Bakaj, del Dinamo Brest, al diario Marca de España.

Sin embargo, el jugador bielorruso más conocido, Aleksandr Hleb, quien tuvo un paso por el Arsenal y el Barcelona, le quitó drama al asunto y, por el contrario, invitó a Messi y a Cristiano a jugar en su país mientras en España e Italia se reanudan las competiciones.

“Todo el mundo ahora ve la liga de Bielorrusia. Todos deberían prender su televisor y vernos jugar. Quizá Lionel Messi y Cristiano Ronaldo podrían venir a jugar la liga bielorrusa hasta cuando todo se normalice en los otros torneos. Bielorrusia es el único lugar en Europa en donde puedes jugar fútbol. Las personas del país estarían muy felices de tenerlos a ellos”, dijo Hleb, quien este año se retiró del fútbol vistiendo la camiseta del Minsk Raion.

En Bielorrusia, atrapado en la Europa oriental por Rusia, Polonia, Lituania, Ucrania y Letonia, están jugadores brasileños como refuerzos de los diferentes equipos. Ni los trotamundos argentinos aparecen en esta Liga, mucho menos los uruguayos y colombianos.

El Bate Borisov, que cada año juega Liga de Campeones y es la base de la Selección Bielorrusa, en dos jornadas ocupa la casilla 14 entre 16 equipos y, sorpresivamente, está en zona de descenso.

Esa situación es la que hoy tiene comentando a los bielorrusos, por encima de la peligrosa pandemia del coronavirus que precisamente ha sido implacable en Europa, que ataca silenciosamente y que cada día se riega por el mundo sin que hasta el momento las autoridades sanitarias puedan hacer mucho.

Miedo en Nicaragua
En este pequeño país centroamericano el fútbol se sigue jugando como si no pasara nada a su alrededor.

Nicaragua tenía hasta el sábado una decena de contagiados y una persona fallecida, pero entre los países vecinos los casos superaban los 2500.

Pese a ello y ante el miedo expresado por los futbolistas, el torneo continúa su marcha: el miércoles pasado se jugó la fecha 12, este sábado también hubo fútbol y, para que no queden dudas, la jornada 14 se llevará a cabo el próximo miércoles.

“Claro que hay temor por nuestras familias y por nosotros mismos porque nos estamos arriesgando; los partidos se están jugando a puerta cerrada, pero hay miedo de salir a comprar las cosas, de ir a entrenar.
Hubo jugadores que dijeron que no querían correr más el riesgo, pero nosotros como extranjeros, y como no podíamos salir del país, nos tocó continuar acá”, dice Jámilton Moreno, oriundo de Padilla (Cauca) y jugador del Real Madriz (con z) de Nicaragua.

Manifestó el futbolista colombiano que a todos los jugadores les toca acatar las órdenes de los directivos.

“Llegó un comunicado de la Liga y decía que hasta que el Ministerio de Salud no diga que hay que parar los eventos deportivos, no se para. A muchos jugadores les dijeron que si no querían jugar, entonces que se acercaran a las oficinas del club para cancelar el contrato”, aseguró Moreno, quien lleva año y medio en el fútbol nicaragüense.

En el Real Madriz, que en 12 partidos ha ganado cuatro, empatado uno y perdido siete, y ocupa el puesto 7, hay otros tres colombianos: Stiven Viveros, de Dagua (Valle); Brayan Mojica, de Palmira, y Romario Quiñónez, de Medellín.

“Al comienzo hubo zozobra porque muchos compañeros no querían jugar; pero la verdad es que estamos con miedo, en el partido del miércoles pasado solo nos dieron un jabón antibacterial, y el presidente del equipo nos dijo que estuviéramos tranquilos que estábamos preparados para el coronavirus”, dice Viveros.

El jugador vallecaucano explica que “el fútbol de segunda división y la liga femenina, que son organizadas por la Federación Nicaragüense de Fútbol, sí pararon; la Liga profesional, que es de otra entidad, es la que se está jugando a puerta cerrada; hay que tomar medidas, por lo menos los últimos partidos los hemos jugado de local, pero el miércoles vamos de visitantes y nos toca un viaje de cuatro o cinco horas por carretera a otra ciudad”.

Así se juega en el mundo. Mientras en gran parte del planeta se libra un intenso partido, que parece interminable, tomando precauciones el equipo de la vida, protegiéndose y buscando todas las fórmulas ofensivas habidas y por haber para vencer a un implacable y durísimo rival, en Bielorrusia y Nicaragua continúa la fiesta del fútbol como si nada, corriendo el riesgo de que el equipo del mal también ponga sobre ellos sus filosas garras.