(Para Kike, Gerardo, Alfonso y Lizandro).
Nunca hubo un gol tan perfecto. Tan perfecto como un 10. Como el 10 de la espalda de Diego. De Dios. Del Dios terrenal que con la mano del Dios celestial birló a los ingleses causándoles más dolor que el de un balazo en el pecho. Y que luego, con la pierna zurda, tan real y divina como el estadio Azteca, sentenció la derrota para cobrar revancha. Venganza, dirían en el campo de batalla donde 648 argentinos dejaron la vida en la Guerra de las Malvinas. Revancha, se dijo en el campo de juego donde aquel 22 de junio de 1986 11 jugadores fueron los héroes más puros que haya tenido confrontación alguna de la patria argentina.
Nunca hubo un gol tan perfecto. Porque la inolvidable gesta fue en un Mundial. El mejor Mundial, han escrito muchos. Y valió el paso a una semifinal. En un Azteca con las gradas repletas, donde 16 años atrás se había consagrado ya otro fenómeno. Un tal Pelé. Y donde los suburbios de los potreros de Villa Fiorito parieron de nuevo a su hijo más ilustre una tarde de domingo de México 86 contra un ‘ejército’ inglés, para inmortalizar la fantasía de su pierna izquierda y robarse la admiración del mundo entero. Pero, en particular, y así debía ser, la de ‘Chitoro’, el padre de Diego, que estaba allí mismo, en la tribuna. Rió cuando Maradona lo miró desde la grama alzando la mano izquierda y diciéndole “les metí la mano a la cartera, viejo”. Y lloró cuando esa pierna zurda de su hijo —el hombre que de niño soñó vestir la camiseta argentina y ser campeón del mundo, como el mismo pibe lo anunciara ante una cámara de video setentera— dejó abatidos a siete rivales, cual campo de guerra, para luego firmar su genialidad depositando el balón en el fondo de la red.
Nunca hubo un gol tan perfecto. Para quienes no pudieron ver aquel prolongado trazo artístico sobre el césped, el célebre narrador uruguayo Víctor Hugo Morales lo dibujó con la perfección de su relato de un minuto y 17 segundos, cuadro a cuadro, en la imaginación de todos: “La va a tocar para Diego, ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, deja el tendal y va a tocar para Burruchaga... ¡Siempre Maradona! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta... Gooooool... Gooooool... ¡Quiero llorar! ¡Dios Santo, viva el fútbol! ¡Golaaazooo! ¡Diegoooool! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme... Maradona, en recorrida memorable, en la jugada de todos los tiempos... Barrilete cósmico... ¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina? Argentina 2 - Inglaterra 0. Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona... Gracias, Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2-Inglaterra 0”.
Nunca hubo un gol tan perfecto. Quienes estuvieron allí en la cancha del Azteca, padeciéndolo unos y celebrándolo otros, lo describen con precisión: “Nunca me voy a olvidar. Me levanto transpirando de noche. Un gol extraordinario. Me daban ganas de pararme y aplaudirlo. Fue una obra de arte. De noche tengo pesadillas pensando en aquel gol. Fue tan rápido. Me pregunto cómo podíamos hacer para pararlo y ni cometiéndole falta podíamos”, contó luego una de las víctimas del ‘barrilete cósmico’, el centrocampista inglés Peter Reid. Y Jorge Valdano, quien estuvo esperando que Diego le tirara la pelota, pero terminó siendo un espectador más, lo simplifica en cinco palabras: “fue una obra de arte”.
Este martes, la cadena T&C Sports publicó un video celebrando los 35 años del Gol del Siglo. En él aparecen varios personajes contando qué estaban haciendo en ese momento. “Yo estaba detrás del arco y sentí que estaba retratando una obra de arte”, dice el fotógrafo Ricardo Alfieri. “Yo estaba atajando ese día, y veía cómo Diego se hacía cada vez más chiquito y a la vez más grande”, dice Nery Pumpido. “Yo estaba corriendo detrás de él, y con la barba parecía Jesús corriendo detrás de Dios”, dice ‘Checho’ Batista. “Yo venía por el medio, prácticamente sin marca, porque todas las marcas se las llevaba él”, dice Jorge Burruchaga. Y de pronto, el video cierra con la voz de Diego en off, sin la imagen suya, como si viniera desde el cielo, y dice: “¿Dónde estaba yo? Yo en ese momento estaba caído entre dos ingleses levantando un pueblo”. Genio hasta después de la muerte. Nunca hubo un gol tan perfecto.