Decía Diego Latorre en la transmisión de la final de la ‘Champions’ que cuando escriban esa palabra, hay que poner justo a su lado las dos del Real Madrid.

Y es así de sencillo. El conjunto merengue es el dueño absoluto de la Liga de Campeones y lo demuestra una vez y otra vez y otra vez.

Este sábado, en París, hizo lo justo, que no necesariamente es poco, para quedarse con la ‘Orejona’. En otras palabras, fue práctico. Dejó que el Liverpool, que tiene mejor trato de balón en espacios cortos, hiciera el desgaste frente al bloque defensivo que montó para proteger su arco.

Y estuvieron cerca los ‘Reds’ de vencer la valla en los primeros 25 minutos del juego, como también sucedió en varios pasajes del segundo tiempo, pero los jugadores de Jürgen Klopp se encontraron con un Courtois inmenso en el arco, que se batió por arriba, por abajo y en remates a corta distancia donde exhibió sus reflejos.

No estuvo encerrado en su arco el Madrid, porque también atacó, pero con más pragmatismo, con ese juego largo por las bandas que suele cazar a un bien ubicado Benzema o un oportuno Vinicius. Y fue así.

El brasileño capitalizó un remate-centro de Valverde para vencer a Alisson en una transición de los blancos cuando Liverpool se volcaba sobre el arco merengue.

Y tuvo dos opciones mas el Madrid, porque con el Liverpool jugado en busca del empate, la fórmula de las transiciones largas lucía más afectiva.

Consideré antes del partido que el juego del Liverpool, que sabe abrir los espacios que el rival no le da, iba a imponerse, además con un Luis Díaz inspirado, sobre la hegemonía del Madrid, pero la Liga de Campeones, quién sabe hasta cuándo, está hecha al estilo de un equipo que antes se valía de la magia de Ronaldo, y ahora lo hace con los que estaban a su sombra.