La grandeza de Yáser Asprilla fue descubierta cuando él era solo un chico de 8 años. Y a los 17 debutó como profesional contra Atlético Nacional por la Liga. Y fue a la cancha en los últimos minutos como solución a una derrota inminente del Envigado, que perdía 0-2. Y fue capaz, porque puso un gol y marcó el otro. Y pudo hacer el tercero, pero su inexperiencia lo afanó. Y, entonces, desde ese día, su nombre anda en la boca de todos los colombianos que ven fútbol.
El domingo pasado, el estadio del Inter de Miami, en Fort Lauderdale, vivió escenas parecidas a las de aquella tarde del 18 de julio del 2021 en el Polideportivo Sur, cuando Yáser hacía su estreno con Envigado. Esta vez fue con nada menos que la camiseta de la Selección Colombia de mayores, en el partido amistoso contra Honduras que terminó 2-1 a favor del conjunto nacional.
No marcó gol, pero con personalidad y desparpajo, Yáser sacudió dos veces la defensa rival, participó en el segundo gol y sacó un remate de media distancia que por poco se mete en la portería hondureña. De haber entrado la pelota, el estadio se habría caído.
Hoy, en Estados Unidos, Inglaterra e Italia se cuenta la historia de Yáser. Hace 18 años se contó en el Bajo Baudó, en el Chocó, donde nació el 19 de noviembre del 2003 en el hogar de Macario Asprilla, un obrero de construcción, y Marlyn Martínez, una mujer que se dedica a los oficios varios en casas ajenas. Seis hijos nacieron en la familia. Yáser fue el tercero.
Un hecho violento, que dejó mal herido con proyectiles de bala a don Macario, lo desterró al lado de su esposa y sus hijos, que engrosaron las cifras de desplazamiento en Colombia. Tienda Nueva, un corregimiento de escasos dos mil habitantes del municipio de Palmira, fue el nuevo hogar de la familia Asprilla Martínez. Y el futuro de Yáser.
Allí, el chico comenzó a correr detrás de una pelota con tan solo 6 años. Pero no solo corría. Regateaba todo lo que se le atravesaba sin soltar el balón de sus tenis desgastados. Así lo conoció Edwin Mauricio Suárez, un hombre que a pesar de sus limitaciones físicas (trauma raqui neural), enseña a los niños a jugar fútbol.
“Desde muy pequeño le vimos cualidades. Yo lo conocí en su barrio, Río Nima, y lo traje a la escuela de Tienda Nueva”, cuenta Edwin.
De allí pasó a Tablones, la escuela de otro corregimiento palmirano, hasta que el profesor Sergio Bustamante entendió que había que sacar a Yáser de esas fronteras si se trataba de que el fútbol lo expusiera como una figura en prospecto.
Cuando tenía 8 años, Yáser fue acogido en la casa de Evelio Orozco, presidente de Envigado Palmira, antes filial de Envigado FC. El pase del muchacho rompió las relaciones, Líos propios del fútbol cuando ilumina una nueva estrella.
“Yáser vivió en mi casa, con mi familia, y otros siete niños. No en una casa hogar, no. En mi casa. Hablé con sus padres para que me permitieran darle la oportunidad de que un día jugara en Envigado y pasó lo que tenía que pasar”, narra el ‘profe’ Evelio, como todos lo llaman.
El muchacho, que desde niño advirtió cuánto crecería (mide 1,85 metros y pesa 75 kilogramos), pronto fue exhibido en una vitrina que ha mostrado muchas joyas: el torneo de Pony Fútbol, donde un día también brillaron Falcao García, David Ospina, Juan Guillermo Cuadrado, James Rodríguez y Juan Fernando Quintero, para no alargar la lista.
“El ‘Totono’ Grisales (exjugador profesional) lo vio y lo acercó a Envigado, ya de una manera más directa. Y allí se quedó. Quién sabe qué pasará con su futuro”, afirma Evelio Orozco.
El juvenil jugador, que ha estado en 22 partidos con Envigado y ha marcado 5 goles, fue vendido al Watford FC de Inglaterra por 3 millones de euros, pero las exigencias de la Liga Premier piden que el futbolista tenga mayor recorrido internacional con clubes o selecciones antes de aterrizar allí.
Se especuló, entonces, que el Deportes Tolima o el Deportivo Cali, que jugarán Copa Libertadores, lo ficharían, pero no han pasado de ser meras intenciones. Ahora se dice que el Udinese de Italia sería su próxima estación, antes de ir a Inglaterra.
“Estamos esperando a ver si se va o se queda con nosotros. Yáser es un jugador de gambeta corta, aceleración y desaceleración, hace lo imprevisto, juega para ser feliz con la pelota y hacer felices a quienes lo ven, porque ha educado su cuerpo para jugar, no para trabajar en el fútbol”, dice su entrenador en Envigado FC, Alberto Suárez.
El hermano de Yáser, John Éyner Asprilla, de 21 años, es quien por ahora lo guía como una especie de mánager. Al pedirle que lo ponga al teléfono, se niega con asomo de pena: “No, mi hermano es muy tímido, escasamente saluda. Antes fue muy indisciplinado, no hacía caso, era rebelde, pero vivir solo en Envigado lo ha ayudado. Es americano a morir y ama a Juan Fernando Quintero. Y no le gusta la prensa, a él solo le gusta la pelota”. Bueno, Yáser, con eso es suficiente.