Freddy Rincón no tuvo que saltar a la cancha, como en otras épocas, para que su nombre fuera coreado por cientos de personas en un estadio de fútbol. Bastó con que todos tuvieran presente su imagen mental, la de ese portentoso y veloz jugador corriendo por una banda como una locomotora, dejando atrás a sus rivales.
Recordar al 'Coloso' de Buenaventura, de hecho, es el mayor homenaje que se le pudo hacer este sábado, hoy y toda la vida. Este sábado, una Cali que se debatió entre el sol y la lluvia, la alegría y el llanto, despidió a Rincón en medio de homenajes, plegarias y una idea fundamental: los ídolos, por más que se hayan ido, nunca dejan de estar presentes en la memoria y el corazón.
El Pascual Guerrero, ese estadio donde Rincón se volvió leyenda vistiendo la camiseta del América de Cali, siendo campeón en dos oportunidades (90 y 92) y marcándole un golazo de tacón al Deportivo Cali, se vistió con los colores de la bandera nacional para decirle adiós a Freddy, que el pasado miércoles falleció luego de combatir durante tres días en una UCI a causa de un fatal accidente.
Dentro y fuera del estadio, el homenaje fue especial: por la tradicional avenida Roosevelt las camisetas de la selección Colombia se exhibían en los semáforos, mientras que en la gradería sur del templo del fútbol vallecaucano, cientos de hinchas llevaron imágenes y prendas alusivas al ídolo.
Desde muy temprano también llegaron al Pascual diferentes referentes del balompié nacional, que viajaron a Cali para darle el último adiós a Freddy. Francisco Maturana y Jorge Luis Pinto, dos de sus padres futbolísticos, estuvieron junto a la constelación de estrellas que representó con dignidad y buen fútbol a Colombia en la década de los noventa, conformada por René Higuita, Óscar Córdoba, Luis Carlos ‘Coroncoro’ Perea, Faustino ‘Tino’ Asprilla, entre otros.
Y allí, en medio de evocaciones realizadas al viento, surgieron los recuerdos, que son esas memorias bordadas con hilos que no se pueden romper.
Reconocido por su temperamento fuerte, el santandereano Jorge Luis Pinto mostró su lado más humano al hablar de Freddy, a quien puso a debutar en Santa Fe a mediados de la década de los ochenta. —Ustedes no se imaginan cómo era cuando lo conocí. No tenía ni guayos. Él transformó la humildad en grandeza— dijo con la voz quebrada.
Integridad y alegría. Esas fueron otras de las cualidades que más resaltaron sus excompañeros a lo largo de la jornada. Uno de ellos fue Faustino el ‘Tino’ Asprilla, quien contó, entre risas, que su familia quería mucho a Rincón. “Cuando él llegaba a mi casa a visitarme, todos lo adoraban porque eran hinchas del América. Freddy y yo discutíamos qué equipo era más grande, porque yo soy de Nacional”, reveló.
No faltaron las emotivas palabras de Sebastián, uno de sus hijos, quien casualmente jugó en las divisiones menores de Independiente Santa Fe y ahora se desempeña en Barracas de Argentina. “Mi papá no era mucho de mostrar sus sentimientos, pero vivía muy pendiente de mí. Siempre se veía mis partidos y me llamaba a decirme: tenés que mejorar tal cosa, debes fortalecer más tal faceta y así. Espero seguir haciendo las cosas bien para que esté orgulloso de lo que soy”.
Con el calor del mediodía, los cientos de hinchas que asistieron al Pascual visitaron el féretro de Freddy, que sobre las 4:00 de la tarde fue trasladado en una caravana multitudinaria al Cementerio Central del Sur, donde fue sepultado por familiares, amigos y otro puñado de hinchas que asistieron a pesar de la fuerte lluvia que se desató en algunos sectores de la ciudad.
Óleo. El cielo de las cinco de la tarde en Cali parecía una pintura color azul nostálgico. El féretro llegó al cementerio y todos querían tocar la madera en donde reposaba el cuerpo del ‘Coloso’. Hubo lágrimas, aplausos, gritos de admiración y un sentimiento que no se puede explicar, pero que abrazó a todos: Maturana y Pinto acompañando a su pupilo hasta al final, la familia Rincón respaldada desde el corazón, René Higuita arrodillado y echándose la bendición sobre la lápida D1324, donde ahora descansa su eterno amigo.
No tuvo que saltar al campo Freddy para ser aplaudido de nuevo. Bastó solo con volver a imaginar sus corridas eternas, como esa contra los alemanes en Italia, esa que terminó en gol, un gol que no solo fue suyo, sino que también es tan nuestro como la bandera, como el himno, como lo será su imborrable recuerdo.