Para tener el pan de cada día, muchos bonaverenses en su tierra tienen que salir a rebuscársela, pero no solo los adultos o jóvenes, también los niños deben salir a ayudar a sus padres, a laborar, con el fin de tener una vida digna, esa por la que mucho luchó Tatiana Rentería.

De la vereda Guayabal, Buenaventura, salían en lanchas, potrillos, pesqueras o canoas a pescar por el Río Cajambre, en el mar de la Costa Pacífica, o en otras ocasiones se dedicaba a la caza de la piangua para venderla y luego recibir unos cuantos pesos.

“Nos íbamos cada ocho días. No me daba miedo el mar porque desde pequeños nos acostumbraron a eso. Las ventas las hacíamos en Buenaventura y a veces en el Chocó, porque pasaban los ‘expresos’ (lanchas) y nos comparaban los pescados para ellos llevárselos”.

Tatiana Rentería se dedicó a la pesca y la venta de piangua, entre los 10 y los 14 años. | Foto: El País

Incluso, una vez Tatiana estaba con sus primos pequeños en la costa del Chocó, en un potrillo, y cuando menos lo esperaban cazaron un pez mero, que era tan grande que no les cabía en la canoa.

Mis tíos nos veían dando vueltas y vueltas, hasta que se vinieron en la lancha y ellos tuvieron que sacar ese pescado, era tan grande, tan grande, que tuvieron que cargarlo entre dos tíos”, relató.