Hay ocasiones en las que la pista alterna del estadio Pedro Grajales deja de ser un campo de atletismo para convertirse en una pista de baile, donde Jhon Alexánder Solís, integrante del equipo colombiano de 4X400, muestra sus mejores pasos salseros.
“La salsa es mi desestresante, si entran a mi lista de canciones van a encontrar dos o tres reguetones, pero sobre todo salsa. Con ella nací”, afirma Alex, como le gusta que le digan.
Aunque pudiera parecer que es fanático de pasar la noche en salsotecas, la realidad de este oriundo de Zarzal de 26 años es totalmente contraria.
Así lo corroboran su entrenador José Bernal y su compañera de equipo Nathalia Pinzón, quienes dan a entender que la pista de atletismo es el lugar donde Alex puede combinar sus pasiones.
“Él siempre está muy enfocado en su deporte y en los retos y objetivos que quiere conseguir, así que no hay tiempo para trasnochos. Obviamente en su momento saldremos, porque somos jóvenes, pero no es común”, comenta Pinzón.
Bernal, quien se encarga de entrenarlo desde hace casi dos años, tiempo después de que Solís llegara al Valle del Cauca proveniente de La Virginia (Risaralda), donde dio sus primeros pasos deportivos, también resalta el compromiso del atleta.
“Solís es un atleta que tiene mucho que dar. Es rápido y resistente, y esas son las cualidades más importantes para la prueba de 400 metros”, cuenta Bernal.
Este joven vallecaucano, que cursa la carrera de profesional en deporte, se ganó el derecho de integrar el equipo de la posta 4x400 junto a Anthony Zambrano, Diego Palomeque y el caleño Alejandro Perlaza, tras conseguir una marca que rodeaba los 44 segundos.
Después, vinieron las grandes satisfacciones en los Juegos Suramericanos, los Panamericanos y el Mundial de Doha, donde el equipo sorprendió al mundo.
No obstante, Solís tuvo una lucha silenciosa en 2018, cuando un desgarro en el isquiotibial de su pierna izquierda le impidió mostrar todo su potencial.
Fue el fisioterapeuta de Nathalia, su amiga, Juan Daniel Gil, el que le ayudó a superar ese problema muscular que afectaba su confianza.
Después, su aparición en el Grand Prix Ximena Restrepo 2018 lo empezó a poner en el radar del atletismo.
“Al principio a él no le tenían mucha fe y él tampoco creía en sí mismo lo suficiente, porque no tenía las competencias suficientes para hacerlo”, argumenta el ‘profe’ Bernal.
Fue el mismo Bernal, nacido en Cuba y exatleta de velocidad, el que se encargó de convencer a Solís de lo que podía ser capaz, en conjunto con las buenas marcas que el acérrimo hincha del América empezó a cosechar.
“Últimamente sí ha tenido experiencias que le permiten creer que puede pelear de tú a tú con los demás”, zanja Bernal.
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Hubo varias carreras emocionantes para Solís —el hombre que calienta con medias de Supermán y que es fanático de ir a cine en soledad— y la cuarteta de 400 metros en la temporada que está por terminar, pero su preferida fue la del oro en Lima 2019.
“Nadie nos tenía en el medallero, fue sorpresa para la delegación y para los externos. Fue una sensación diferente, porque ya en el Mundial teníamos la confianza”, sentencia.
Detrás de ese éxito en los relevos panamericanos también estuvo el ‘profe’ Bernal, quien puso a ensayar repetidamente a los corredores la entrega de la posta, para perder el menor tiempo posible en ese momento.
Tras ese éxito, Alex y Diego Palomeque sacaron pancartas para dedicar el triunfo a sus hijos.
Es él, Emanuel Solís, de un año, la principal motivación de Alex. El nombre de su primogénito y dos de sus tatuajes revelan su fe en Dios.
Emanuel traduce ‘Dios está con nosotros’, y esa es precisamente la premisa que Alex lleva tatuada en su pecho. Ese, junto a la cruz que cubre su bíceps derecho, son los distintivos cristianos que cubren su cuerpo.
La distancia con Emanuel, que vive en Pereira con su madre, es uno de los restos personales que afronta el Solís padre.
A sobrellevar ese ‘dolor’ le ayuda Yisela, su hermana, que también fue atleta, quien cuida del niño constantemente.
Yisela describe a Alex como un ser muy familiar, que aprovecha las fiestas decembrinas para compartir con los suyos y bailar salsa con sus primas.
Reconoce que su hermano puede estar orgulloso, pues Emanuel es la estampa de su padre. “Risueño, no es llorón y tiene mucha energía”.
La misma energía con la que Alex da cada zancada y brazada en la pista.
Hay cosas en las que Yisela y Alex coinciden, pero el fútbol no es una de ellas.
“Mi papá, cuando estábamos pequeños, le dio a él un uniforme del Cali, pero no le gustó, así que me lo quedé yo. Con el tiempo ya se supo que era del América”, cuenta Yisela entre risas. Añade que hay un momento que no quiere vivir: un clásico juntos.
Para esa hermana orgullosa, la dedicación es la que le ha permitido brillar al mejor de los Solís. “Él sabe que el atletismo es el que lo hace grande, por eso lo entrega todo”.
Este vallecaucano orgulloso también lo entregará todo en los Juegos Nacionales de Cartagena para quedarse con el oro.