Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes
Jorge Iván Agudelo Vargas no le tiene miedo a los tiburones. En cambio, siente terror ante las medusas. Es alérgico. Cuando lo roza una en sus nados que pueden durar 12, 15 horas en medio del mar, siente ganas de parar y rascarse ese ardor “que es como una cosa eléctrica pegada en tu cuerpo”.
Cuando eso sucede, su mente le dice un montón de cosas: “no puedes más, el dolor es terrible, cancela la hazaña, súbete al barco escolta, te podés morir”.
Jorge enseguida se contesta: “el roce de cada medusa es el pago que debo hacer por mis pecados”. Cada medusa que toca su cuerpo la asume como una liberación, un pecado menos. Así sigue nadando y se mantiene fuerte y a la vez liviano de culpas. Jorge Iván Agudelo Vargas ha llorado en aguas abiertas.
Acaba de cruzar nadando el Canal de Kaiwi, en Hawái. Son 45 kilómetros de un mar tan turbulento que los nativos lo llaman ‘el Canal de los huesos’, por los huesos de los pescadores que se han ahogado y que han aparecido entre las islas Oahu y Molokái.
Allí Jorge impuso un récord latinoamericano: nadó sin parar durante 12 horas y 12 minutos. Estuvo a 10 minutos de romper el récord mundial, establecido en 12 horas y 2 minutos.
Literal, es sin parar. Un kayak a su lado lo alimenta cada tanto en una operación que no demora más de 30 segundos. Si quisiera ir al baño, no puede subirse al barco escolta.
— Todo toca hacerlo en el mar. Ni el barco escolta, ni el kayak, los puedo tocar.
¿Cómo empezó en la natación?
Nací en Tuluá el 10 de agosto de 1991. Cuando tenía 4 años mi papá me inscribió en una academia de fútbol, pero no me gustaba ir. Un día le dije a mi mamá que no me llevara más, quería ir a la piscina. En ese entonces había cursos de verano en Comfamiliar, cursos de natación, y entré. Allí empezó todo.
¿Qué pasó después?
¿Por qué?
En 2007 entré a la universidad. Estudiaba diseño gráfico en la Fundación Universitaria del Área Andina, en Pereira, donde no había club de natación. Tampoco piscina.
¿Cómo volvió al deporte?
En los últimos semestres hice un intercambio y me fui a estudiar a la Autónoma de Cali donde sí había club y una piscina. Me metí de lleno, todos los días, y fui a otras competencias, los universitarios nacionales. Gané las primeras medallas para mi universidad. Pero empecé a trabajar y de nuevo me alejé del deporte.
En Tuluá vuelve a competir...
Después de un par de años yo regreso a Tuluá, a finales de 2016, y vuelvo a retomar la natación. Es cuando empiezo a ir a Suramericanos, Panamericanos, mundiales. Y en 2017 me invitan a una competencia de aguas abiertas, en Cartagena. Yo nunca había entrenado en aguas abiertas. Me llamó la atención por eso y porque, además, quería ir a Cartagena. No la conocía.
¿Cómo fue esa experiencia?
Era una prueba de 2.5 km y otra de 10 km al siguiente día. Me encantó esta modalidad de la natación de aguas abiertas. A partir de esa competencia empecé a ir al Lago Calima a entrenar los fines de semana y empecé a buscar referentes nacionales de este deporte. Solo encontré uno, Alberto Rojas Lesmes, ‘Kapax’, quien atravesó nadando el río Magdalena, desde Neiva hasta Barranquilla. Fue lo único, pero referentes internacionales sí encontré un montón y conocí historias increíbles de gente que está cruzando el mundo nadando. Y me dije: quiero hacer esto.
Su entrenadora es una leyenda…
Es una nadadora cuya historia me inspiró y la busqué por redes sociales. En 2020 al fin pudimos contactarnos, en plena pandemia de covid, y tengo la fortuna de que ella es mi entrenadora. Se llama Nora Toledano, es mexicana, la primera latinoamericana en completar el reto de los siete mares. Es mi sueño: hacer la triple corona en aguas abiertas, y el reto de los siete mares.
¿Qué es la triple corona?
Es un reconocimiento de la Asociación Mundial de Aguas abiertas a nadadores que hayan cruzado el Canal de Catalina, entre la costa de California y la isla de Catalina, con una extensión de 32.5 km. El otro reto es darle la vuelta a la isla de Manhattan en Nueva York, pasar por debajo de sus 20 puentes. Es uno de los trayectos más largos, 48.5 km nadando. Y el otro reto es hacer el cruce del Canal de la Mancha, que es nadar desde Inglaterra hasta Francia (33.7 km). No importa el orden en que uno haga estos retos, o el tiempo. Puede ser un reto en un año, y dentro de diez el siguiente. El hecho es completarlos con las reglas de la Asociación. Ya crucé el canal de Catalina. Soy el primer nadador colombiano en lograrlo.
¿Y el reto de los siete mares?
Son siete nados alrededor del mundo. Dos hacen parte de la triple corona: el Canal de Catalina y el Canal de la Mancha. Los otros cinco son el Canal de Kaiwi, en Hawái, que acabo de cruzar. Hice récord latinoamericano: 12 horas, y 12 minutos. Estuve a solo diez minutos de romper el récord mundial. Los otros nados son el Canal del Norte, entre Irlanda y Escocia; el Estrecho de Gibraltar, de España a Marruecos; el Canal de Tsucaru, en Japón y el Estrecho de Cook, en Nueva Zelanda.
¿Cómo hay que prepararse para nadar hasta por 15 horas sin parar?
He sido nadador toda mi vida y eso es clave. Esto no es que a alguien se le ocurra hacerlo de un momento a otro. Entreno seis veces a la semana. Durante cinco días hago natación en piscina, los volúmenes de entrenamiento van desde los 3000 metros hasta los 8000. También complemento con crossfit. Y dos veces a la semana hago aguas abiertas.
Como vivo en San Francisco, Estados Unidos, voy a la bahía, donde el agua es muy fría. Eso me ha servido para que mi cuerpo se adapte a las temperaturas. En varios de estos siete retos las aguas están entre los 13 grados hasta los 23, pero la mayoría se mantiene entre 13 y 15, entonces la temperatura de San Francisco me ha servido para que mi cuerpo vaya cogiendo resistencia, porque una de las reglas de estos retos es que no se puede usar trajes de neopreno para aislar la temperatura y para cuidarse de las medusas. Debe ser con el traje tradicional: pantaloneta, gafas y gorro de silicona.
El frío es un reto a vencer…
En estos retos de aguas abiertas estás expuesto a muchos peligros, sufrir de hipotermia, la fauna marina es infinita, estás entrando a algo desconocido, los vientos, las corrientes, las mareas, las olas, el tráfico de embarcaciones, en fin. Debes controlar las emociones que tú vives allí porque es nadar durante 10 o 15 horas de seguido. Solo se para algunos segundos para alimentarte, electrolitos, o una proteína líquida. Y eso es como máximo 30 segundos.
¿Cómo se come mientras se nada?
La logística de estos retos es grande. Vas con un barco escolta. En el barco está el capitán, su tripulación, tu entrenadora, un médico y el observador. Es una persona aparte de tu equipo, y es quien envía a la Federación el certificado de tu nado. Porque tú puedes decir que nadaste desde La Guajira hasta San Andrés, pero, ¿quién lo certifica? Se necesita un funcionario que lo haga. El observador evalúa tu técnica, el tiempo en que nadaste, el ritmo. Y a mi lado van kayaks, que pueden ser hasta 3, aunque todo depende de la cantidad de horas que uno se vaya a demorar, entonces ellos se van turnando cada 3, 4 horas. Son los que me guían durante el recorrido y me pasan la alimentación.
En algunas ocasiones voy en medio del barco escolta y el kayak. Pero en el Canal de Kaiwi en Hawái el barco no podía ir al lado mío porque es uno de los canales más turbulentos, podría causar un accidente, entonces iba al frente y el kayak sí al lado mío.
Además de físico es un reto mental...
La parte mental es una pieza fundamental. En cualquier momento del nado que tú no controles las emociones te puedes quebrar y la mente decirte ‘ya no lo hagas más, no puedes’. Las medusas para mí son terroríficas porque soy muy alérgico, entonces, allí la mente entra a trabajar un papel fundamental, te tienes que agarrar de las cosas más lindas y positivas que han pasado en tu vida.
Entrar al mar es un proceso de liberación, de perdón y de yo decirle al mar gracias por dejarme nadar aquí. No es solo la prueba de nadar sino llevarme a los límites y decirme: sé que puedo con más. Eso ha sido muy bonito, saber conocerme en el mar, y también perdonarme muchas cosas. Hay momentos en los que lloro cuando nado, no solo del dolor, sino de estos temas de la mente, pero que en algún punto del nado se sueltan, salen, y se siente tan bien que ya me dejo llevar por las olas y agradezco el hecho de estar nadando.
¿Qué hay que comer para nadar 15 horas seguidas?
No me pueden faltar entre cuatro y cinco huevos al desayuno, dos tajadas de pan y café. Pero no tengo una dieta muy estricta, como de todo, aunque lo más saludable posible: proteína, carbohidratos, verduras, ensaladas y tomo mucha agua. Pero si me antojo de vez en cuando de una pizza o una hamburguesa, lo hago. Un día antes del nado como poco, prefiero no estar saturado.
¿Cómo financiarse si no hay apoyos del gobierno colombiano?
He sido un nadador muy crítico en cuanto a temas políticos. No es un secreto que ser deportista en Colombia es verse en la necesidad de pedir ayuda, cuando deberíamos tener un apoyo real. En mi caso hablo de Indertuluá e Indervalle, la Federación Colombiana de Natación, el Ministerio del Deporte. Al final es triste cuando uno se pone a investigar cómo llegan los dineros al deporte y cómo se reparten. Uno empieza a ver un montón de corrupción, de desvíos de dineros. Esa corrupción termina robándose los sueños de los deportistas. He denunciado esto, me he ganado enemigos, pero es algo que debo hacer.
¿Cuál fue la denuncia puntual?
Todo empezó en 2018, cuando me sacaron de mi trabajo por yo decir que Indertuluá no tenía presupuesto para apoyar a los deportistas. Trabajaba en una empresa que tenía nexos con la Alcaldía de Tuluá. Era el único nadador de Tuluá yendo a mundiales, panamericanos, suramericanos, ¿cómo no iba a tener un apoyo de Indertuluá? Entonces presenté una solicitud: unos tiquetes de avión, un hotel. Que no hay recursos, decían. Pero uno va a ver esta entidad y está llena de personal para pagar favores políticos, gente que no hace nada por el deporte, pero está en una nómina enorme. Esa fue mi denuncia. En ese entonces estábamos vendiendo unos cojines que hacía mi abuelita para poder viajar a las competencias. Y me echaron de mi trabajo por decir eso, pero me dio fuerza para seguir denunciando.
En 2019 hubo otra denuncia...
Hubo un desfalco en Indeportes Antioquia, más de $5000 millones se le robaron al deporte antioqueño. Yo estaba en Juegos Nacionales en Cartagena. Sabía que en las finales de natación iba a estar la mayoría de presidentes de las ligas. Saqué una pancarta y les dije que eran unos corruptos por robarse el presupuesto del deporte. He sentido persecución, pero no me importa. En los retos que estoy haciendo no tienen nada que ver las entidades de natación en Colombia. Ojalá eso sí que los directivos de la Federación salgan del poder. Se supone que trabajan ‘ad honorem’, pero llevan años aferrados al cargo. Y uno investiga y ve que viajan en VIP a los campeonatos, se llevan al perro y al gato, y a los deportistas los mandan en chiva. Esa es mi pelea como deportista y como ciudadano.
¿Por estas denuncias llegas a Estados Unidos?
Luego de estas denuncias creamos una fundación con mi abuelita, gracias a los cojines. Se llama el Taller de Rosita. Apoyamos en ese momento a deportistas que estaban en la misma situación que yo, que no tenían apoyo de la empresa privada ni del sector público, creamos un fondo. Ahora nos enfocamos en niños en zonas rurales víctimas del conflicto.
Pero mi ida a Estados Unidos fue porque en el 2021, una persona que me venía amenazando, y yo no le paraba muchas bolas, me agredió físicamente, me amenazó de muerte a mí y a mi mamá, entonces dije: esto es grave. Medicina Legal me dio 8 días de incapacidad por los golpes que este tipo me proporcionó, pero la Fiscalía no ha hecho nada. Esa fue la razón por la que salí del país. No quiero ser un mártir.
¿Qué sigue ahora?
En Estados Unidos he tenido apoyo de un patrocinador para lograr la triple corona, porque cada reto cuesta entre 15 y 20 mil dólares. Es una empresa de Canadá que se llama Blue Castle. Ahora viajo a San Diego, para darle la vuelta a la Isla de Coronado.
En agosto tengo una competencia de aguas abiertas en Boston, después regreso a California para cerrar la temporada cruzando el Canal de Santa Bárbara. En 2024 haré el Canal de la Mancha para obtener la triple corona. Y cruzar el lago Tahoe en California que, incluyendo al Canal de Catalina y el Santa Bárbara, conforman la triple corona de California.