El defensor del Deportivo Cali es uno de los hombres de confianza del técnico Carlos 'Piscis' Restrepo en la zona defensiva de la tricolor juvenil.
Juan Quintero Fletcher es el capitán de la selección sub20 de Colombia, pero la escena cumbre de sus 19 años no ocurrió en un estadio, sino en la cafetería de un selecto liceo de Cali. Su padre, Diego Quintero, universitario, graduado en Europa y gerente de una multinacional, jamás lo olvidará la escena: ambos estaban sentados en la cafetería del Liceo Francés Paul Valéry, uno de los más prestigiosos del país. Juan lloraba y le pedía que entendiera su deseo de ser futbolista. Mientras, Diego no podría evitar pensar en su propia historia y en lo que una vez le dijo Francisco Maturana. Diego Quintero y su esposa Gloria Fletcher siempre soñaron que sus hijos tuvieran la mejor educación y una carrera universitaria. Por eso inscribieron a Juan en el Liceo Francés. Anhelaban que se graduara allí como bachiller y luego estudiara en el extranjero. "Nuestro sueño era que nuestros hijos tuvieran una educación de élite. Toda América Latina adolece de una revolución, la educación. Entonces cuando tú tienes el privilegio de poder darle esa educación a tus hijos, haces el esfuerzo" , contó Quintero padre en Maldonado, Uruguay, donde él y su esposa llegaron para ver a Juan con el brazalete de capitán de la selección colombiana en el Sudamericano Sub20. Juan tenía locura por el goleador Martín Palermo. Y aunque jugaba como defensa, tenía pasta de crack como el argentino. Tenía ocho años cuando un cazatalentos se interesó por él al verlo jugar en la escuela del ex arquero Jorge Rayo. Y a los 12, cuenta su padre, fue elegido el mejor del torneo infantil Pony Fútbol, el más importante del país. "Esa vez una gran personalidad del fútbol colombiano, Francisco Maturana, me pidió que no le cortara las alas. Me dijo que el talento deportivo y el artístico vienen en pequeñas botellitas, me pidió que lo apoyara. Ahí con mi esposa tomamos una definición, teníamos que apoyar su sueño de ser futbolista". Las palabras de Maturana volvieron a su cabeza aquel día en la cafetería del Liceo Francés. También su propia historia. Diego y Gloria apoyaron a Juan en su sueño, pero con una condición: no podía descuidar sus estudios. Tenía que graduarse en un liceo bilingüe y luego quedar listo para una carrera universitaria. "No es negociable que ustedes alejen de su vida la formación (académica) por el fútbol. No la puedes reemplazar, tienes que complementarla", le dijeron. "La pelota transforma vidas, pero la transformación tiene que ser holística, tanto personal -en la parte ética y de valores- y en la parte cognitiva también" , señala Diego. Menudo desafío para Juan, que comenzó a cursar secundaria en el Liceo Francés mientras jugaba en las inferiores de Deportivo Cali. Pero con el paso de los años, las exigencias fueron aumentando en uno y otro lado. Y a Juan cada vez se le complicaba más el compromiso asumido. "Cuando Juan entró a destacarse en selecciones Colombia, perdía mucho tiempo en el liceo y el liceo nos colocó en una dicotomía: estudio o fútbol. No voy a olvidar nunca a mi hijo sentado llorando en la cafetería. Me dijo: `padre, permíteme soñar". "Fue un momento decisivo" , recuerda Juan, con la satisfacción pintada en el rostro después del triunfo de Colombia 2-0 sobre Chile en el campeonato clasificatorio al Mundial juvenil y a los Juegos Olímpicos de Río. "Los horarios no cuadraban y había que tomar una decisión: dejar el fútbol o cambiar a un colegio menos importante, pero que me ayudara más en los horarios". Su padre escuchó el ruego de Juan y revivió su propia historia. Él también había tenido buenas condiciones para el fútbol y una vez le habían ofrecido hacerse profesional. Muy feliz fue a contarle a su propio padre y éste le respondió: "Si firmas ese contrato, olvídate que tienes un padre" . Diego no firmó, no fue futbolista; hizo una carrera universitaria. Pero Diego y Gloria decidieron no repetir la historia: "Buscamos un cambio y lo colocamos un bachillerato personalizado en el colegio Alejandría, que nos colaboró mucho. Allí Juan logró graduarse de bachiller y ahora está en la tarea de reforzar sus bases lingüísticas, el francés y el inglés" , cuenta Diego. La formación académica de Juan se nota. Habla en forma segura, no le faltan las palabras, le gusta leer y va con frecuencia al cine. Cuando se le pide que se defina como futbolista responde: "Dos palabras: mentalidad e inteligencia". Los chicos que llegan al fútbol desde familias acomodadas suelen tener problemas para relacionarse en un ambiente donde la mayoría proviene de la pobreza. Gloria, la madre, dice que Juan se integró bien gracias al entrenador juvenil de Deportivo Cali, Américo Orbes, fallecido en 2013."Orbes lo hizo involucrarse en el medio. Siempre lo llevaba a visitar las casas de compañeros que vivían en condiciones muy, muy, difíciles y Juan aprendió a valorar. Mi hijo trataba a todos por igual y compartía absolutamente todo, hasta la ropa deportiva, que sus compañeros no tenían como comprarla. Orbes fue muy importante en su vida". Quizás allí esté el secreto de la capacidad natural que Juan Quintero tiene para liderar a sus compañeros. "Es el capitán del grupo, lidera dentro y fuera de la cancha, en el campo se hace sentir con su voz" , dijo el director técnico de la selección sub20 de Colombia, Carlos Restrepo. El técnico colombiano Reinaldo Rueda, que dirigió a Ecuador en el Mundial del 2014 y fue contratado por la Conmebol para analizar el Sudamericano Sub20, otorgó altas calificaciones a Quintero. "Tiene una gran formación, un gran `timing', buena capacidad de anticipación, tiene liderazgo y buena concentración en el juego, aparte de todo lo que transmite al equipo" , dijo a la AP. Y el DT de la selección sub20 de Uruguay, Fabián Coito, lo destacó entre los mejores del torneo: "Me sorprendió. No pensé que tuviera ese nivel de juego". Juan se imagina dentro de diez años jugando en la selección mayor de Colombia y "en uno de los equipos más grandes del mundo, en Europa" .