Por César Polanía / Editor de Deportes

Cada vez que un colombiano recuerda la histórica goleada a Argentina en el estadio Monumental de Buenos Aires, aparecen cuadro a cuadro, como si se tratara de una película, los goles de Fredy Rincón, el ‘Tino’ Asprilla y el ‘Tren’ Valencia. Y aquella noche del domingo 5 de septiembre de 1993 hubo otro héroe, uno que no marcó en el arco contrario, pero sí evitó que fuera vulnerada su propia puerta. De no haber sido por Óscar Córdoba, nunca habríamos hablado del famoso 5-0.

Así registró al otro día El País el 5-0 en Buenos Aires la noche del 5 de septiembre de 1993. | Foto: El País

Con apenas 23 años, Óscar heredó los guantes de un gigante como lo era René Higuita, y en la capital argentina, en la última fecha de las eliminatorias para el Mundial de USA 94, afrontaba uno de los partidos más importantes de su carrera. Si Colombia empataba, lograba el tiquete. Si perdía, jugaba el repechaje contra Australia. Al final, los que se vieron las caras con los oceánicos fueron los argentinos.

Colombia terminó primera del Grupo A por encima de Argentina, Paraguay y Perú con unos números contundentes: 10 puntos en 6 partidos, de los cuales ganó 4, empató 2 y no perdió ninguno (los triunfos valían 2 unidades); marcó 13 goles y solo recibió 2. Córdoba, cómo no, fue la valla menos vencida.

Si un ingrediente más podía hacer perfecta la clasificación de Colombia al Mundial, era una goleada a los argentinos en su casa, algo que no cabía ni en el guion de una película de ficción. No porque la selección de Pacho y ‘Bolillo’ no hubiera sido la mejor, sino porque Argentina era Argentina, bicampeona del mundo (1978 y 1986), nunca había perdido de local por unas eliminatorias y venía de ganar las copas América de 1991 y 1993, además de la Copa Confederaciones de 1992.

Pero sucedió. Lo inimaginable pasó. Y esa gesta, desde aquella noche del 5 de septiembre de 1993, se convirtió en una de las más atesoradas por colombiano alguno. Y en un llanto eterno para los argentinos, pues en sus registros no hay una humillación mayor que esa.

Óscar Córdoba hizo una carrera exitosa en Argentina con el Boca Juniors. (Foto de AFP) | Foto: El País/AFP

El martes se cumplen 30 años del 5-0, un resultado que valió más que un tiquete, porque puso a Colombia en boca del mundo entero. Y que para Óscar Córdoba, que tapó cuatro pelotas de gol, abrió las puertas del éxito de par en par, porque, en adelante, el portero vallecaucano se adueñó del arco de la Selección, fue campeón de la liga colombiana con el América, saltó al Boca Juniors con el que fue campeón de Argentina, de la Libertadores y del mundo, antes de ir a Europa, donde también supo lo que fue alzar trofeos con el Besiktas de Turquía. Óscar recordó con El País aquella noche monumental en el Monumental.

¿Qué significó para un chico de 23 años el 5-0?

De pronto, por la juventud, yo no entendía lo que estaba pasando, clasificar a un Mundial, ganarle a una Argentina que estaba encumbrada como una de las selecciones más importantes del continente. La verdad, a los 23 años, no me daba cuenta de lo que estábamos haciendo en el terreno de juego.

Usted fue un héroe ‘invisible’ en ese partido...

Fue un partido atípico. Tuvo un primer tiempo en el que lo más emocionante fue el paso de un avión de las aerolíneas argentinas por encima del estadio, muy bajito, y una jugada muy especial con Batistuta, donde él me encara y la bola se le va larga; esa fue una de bastante riesgo, porque la otra, donde choco con él, ya lo tenía medido y me tocó tirarme al piso para suavizar el golpe que le di, pero fui con la intención de chocar con él, que sintiera que estaba ahí parado. Luego vino el gol de Rincón, antes de terminar el primer tiempo, y ahí sí, lo que pasaba por mi mente era, bueno, agárrate vida mía, porque estos monos se van a venir a darme con todo.

Freddy Rincón le marcó dos goles a Argentina en el 5-0. (Foto: AFP) | Foto: El País/AFP

Y surge entonces un duelo especial entre usted y Batistuta, y recuerdo que en un disparo que le ataja, él le da la mano, como diciéndole “estás fenomenal esta noche”...

Lo recuerdo. De pronto la gente se queda con mi atajada, pero todo es un trabajo en equipo. Wilson Pérez lo va persiguiendo, lo va incomodando, y ‘Bati’ remata muy fuerte a mi palo derecho, iba con mucha potencia la pelota y me voltea en el aire. Me levanto, me da la mano y niega con la cabeza como diciendo “la concha de tu madre”... Luego tuvimos otros duelos que él me ganó. Hicimos una buena amistad.

¿Volvieron a hablar del 5-0?

No, en el fútbol uno nunca vuelve a hablar de eso con los rivales, de pronto uno toca un 1-0, un 2-0, pero esos marcadores, no. En Florencia, una vez, cuando yo jugaba para el Perugia, me invitaron a un partido benéfico de waterpolo, y ‘Bati’ me hizo como 200 goles; yo en el agua soy terrible, hasta me tuvieron que poner un flotador para sostenerme.

Otra anécdota sobre el 5-0 surgió con Maradona, con quien compartió camerino en Boca...

Con Diego tuvimos una buena amistad. Fueron dos meses que compartimos en los que hubo burlas, ‘chicanas’, como llaman ellos. La primera vez que me vio me dijo: “colombiano, se salvaron porque yo no estaba ese día en la cancha”. Y siempre que empezábamos los entrenamientos, yo estiraba y él calentaba distinto, me llamaba aparte y empezaba a patearme balones desde el borde del área, me metía pelotas a los ángulos, a unas llegaba, a otras no, y siempre había esa ‘chicana’, esa burla del uno y el otro para sacarnos la piedra.

Y es que no se nos puede olvidar que antes del 5-0, Maradona dijo que la historia no se podía torcer, porque Argentina estaba arriba de Colombia. Y luego terminó aplaudiendo desde la tribuna, como los demás argentinos en el Monumental. ¿Cómo se sintió eso?

En la cancha uno no se da cuenta de eso. Estábamos embriagados de felicidad porque habíamos logrado la clasificación con un resultado histórico, atípico para el fútbol, ante una gran selección; entonces, nos metimos dentro de nuestra propia burbuja para celebrar. Luego, cuando uno ve los videos, pues imagínate, que Pelé o Maradona o Messi o Ronaldo se sienten a ver un partido y reconozcan la superioridad de un equipo sobre otro, da mucha satisfacción. Y es de caballeros reconocer las derrotas.

Curiosamente, cuando llegó usted a Argentina, la gente le comentaba lo inmenso que estuvo René Higuita en el 5-0...

Esa es la historia del arquero. Cuando las cosas son malas, todo el mundo te recuerda, me pasó con el 7-3 en el clásico capitalino. Y pasa con el 5-0, todos hablan de Faustino, Fredy, ‘Tren’, ‘Pibe’... y mencionaban a Higuita. Me tocaba bancarme esa.

Y tres años después llega usted a Boca Juniors y el nombre de Óscar Córdoba alcanza toda su inmensidad. ¿Fue el 5-0 el partido más importante de su carrera o valora por encima los títulos de Libertadores y del mundo con Boca?

Para haber llegado a construir el nombre de Óscar Córdoba tuvo que pasar mucha agua por debajo del puente, tuve que tragarme el 7-3, jugar en la selección juvenil con Marroquín, debutar con Colombia de mayores contra Estados Unidos cuando Pacho me convocó, errar con América en la final del la Libertadores, el 5-0... es decir, el Óscar Córdoba que gana todo con Boca es la compilación de todo eso. Es la madurez del ser humano.

¿Qué recuerda de la celebración en el camerino tras el 5-0?

Estábamos muy golpeados por lo que le había pasado a René —vinculado a la liberación de una joven secuestrada— y eso me dio la oportunidad de llegar a la Selección y quedarme. René era un monstruo, había sufrido una lesión de tibia y peroné jugando contra Quindío, eso lo alejó de la Selección, y sucedió luego lo de la chica que ayuda a liberar. René habría atajado, era del riñón de Pacho, pero su situación jurídica me dio la oportunidad.

¿Por qué no pudo ratificar Colombia la grandeza de las eliminatorias en el Mundial de USA 94?

Hubo folclorismo, no conocíamos a Rumania, Suiza, y pecamos por soberbios, pensando que solo bastaba con conocer nuestro fútbol. Luego, no supimos manejar el momento de crisis, las amenazas, eso golpeó la psicología y la confianza del grupo. Los entrenamientos y los trayectos en el bus eran un cementerio.

¿Qué lugar ocupa Pacho en el corazón de Óscar Córdoba?

Primero está mi papá, que era mi primer crítico; cuando me veía con la cara cuadriculada, me decía que no estaba disfrutando, y el fútbol hay que disfrutarlo. Y luego, Pacho, que me enseñó que como vivo, juego. El pueblo colombiano ha sido muy desagradecido con Pacho, todavía ignora el cambio de mentalidad que tuvo el jugador nuestro a partir de él.