Por: Juan Andrés Arias Arias - Reportero de El País / Enviado especial a Barranquilla.
Sin duda, uno de los acontecimientos más importantes de la semana fue el histórico triunfo de la Selección Colombia por 2-1 contra su similar de Brasil por la fecha 5 de las Eliminatorias al Mundial de Norteamérica del 2026.
Aquello representó el tercer triunfo de una selección nacional mayor contra la Canarinha y la primera por una clasificación mundialista.
El equipo que dirige el técnico Néstor Lorenzo tuvo varios puntos altos en el partido y especialmente en el segundo tiempo, pero hay que hablar de un hombre que en un par de días pasó por uno de los momentos más duros y tristes de su existencia, a ser recompensado por la vida y el fútbol por nunca dejar de creer.
Se trata del atacante Luis Fernando Díaz Marulanda, que hoy en día no solo es admirado en Colombia y el mundo por su calidad dentro de los campos de juego, sino porque es un ejemplo total de resiliencia y de que en la vida nunca hay que dejar de creer en uno mismo, según sus palabras.
Un mes difícil
Durante las últimas semanas, Lucho venía teniendo sensaciones muy diferentes en su vida. En su club, el Liverpool de Inglaterra, era protagonista en el inicio de la temporada, pero en la Selección las cosas no pintaban igual.
En la doble fecha de Eliminatorias de octubre, en la que Colombia enfrentó de local a Uruguay y visitó a Ecuador, ambos con empate, el guajiro empezó a vivir un verdadero ‘viacrucis’.
Primero contra los ‘charrúas’ en Barranquilla, Luis tuvo un juego bueno desde lo colectivo, pero en lo individual, a la hora de definir, no tuvo la fortuna necesaria y desperdició varias opciones. La más recordada fue el mano a mano solo contra el arquero Santiago Mele, en el que el balón se fue por arriba.
Luego seguiría con Ecuador en Quito, en el que no tuvo tantas opciones claras, pero erró el penal que privó al equipo de llevarse tres puntos muy importantes de la capital ecuatoriana.
Infortunadamente su ‘viacrucis’ no acabaría ahí. El pasado sábado 28 de octubre, el mundo conoció la noticia del secuestro de sus padres en Barrancas, Guajira, por el ELN, en el que al final solo se terminaron llevando a su padre Luis Manuel Díaz.
Inmediatamente, el país, su entorno en Liverpool y gran parte del mundo se solidarizaron e imploraron por la liberación de su padre.
“Es una situación preocupante para todos nosotros y fue una noche bastante dura”, lamentó en su momento Jürgen Klopp, su técnico en los Reds, horas después de la noticia.
Fueron días de mucha incertidumbre para Lucho. Sus compañeros en el equipo y la Selección, cada vez que podían le dejaban una dedicación en redes sociales o mostraban su camiseta en la celebración de algunos goles. Incluso, Luis volvió a la competencia, marcó y se desahogó con un mensaje que decía “Libertad para papá”.
Su gran resiliencia
Finalmente, su padre fue liberado por el ELN la semana pasada y cuando Lucho llegó, el martes, a la concentración de Colombia, se fundió en un abrazo con su padre y su familia, en un momento muy conmovedor que compartió la Federación Colombiana de Fútbol.
Con ello, el guajiro volvió a centrar su cabeza en la pelota y en preparar junto con sus compañeros el partido contra Brasil.
Los minutos se agotaban y él no era capaz de encajar el tan anhelado tanto. Incluso perdió una ocasión clara frente a su compañero en Inglaterra, Alisson Becker, y Luis por un momento se quedó con la mirada gacha, como diciendo que no lo podía creer.
Sin embargo, no dejó de creer, corrió y corrió y sacó su gran resiliencia. Esa misma que le ayudó a salir adelante cuando nadie lo conocía; esa misma que lo pasó de jugar en la Selección Indígena Nacional a la Selección de mayores de Colombia; esa misma que le ha permitido brillar en Europa y esa misma que sacó en peor momento de su vida y le mantuvo su fe para que Luis Manuel fuera liberado.
Minutos más tarde volvió a marcar la historia. Anotó los dos goles de la remontada del partido, que le permitieron a Colombia ganarle por primera vez a Brasil en clasificación mundialista, pero sobre todo, a Luis, desahogarse lo vivido durante esas últimas semanas y dejar esa linda imagen de su padre celebrando con lágrimas en la tribuna del Metropolitano.
Además, el público que venía coreando su nombre durante toda la noche, lo volvió a hacer y con mucha más intensidad. Un coro tan fuerte, que era ensordecedor, pero muy especial por el aprecio que el país tiene por el guajiro.
Sobre el césped todos sus compañeros fueron a abrazarlo en los dos goles, y estuvo cerca de quebrarse en lágrimas por la misma emoción, pero no lo hizo porque sabía que el partido aún no terminaba.
James Rodríguez no se ahorró nada para elogiarlo: “hicimos un buen partido, él sabe que también lo respeto mucho y sé por lo que ha pasado en los últimos quince días”.
Los elogios también llegaron de afuera. El periodista argentino Pablo Giralt dijo lo siguiente: “Llora su padre y no es para menos. Gol de Luis Díaz contra Brasil. No podía ser otro que el guajiro”.
Finalmente, Luis pudo descargar esa mochila tan pesada de emociones y sentimientos, que lo tuvieron a flor de piel por varias semanas.
Ahora, él y sus compañeros ya se centran en el próximo escalón de las Eliminatorias, que será Paraguay.