Practicar un deporte puede ser peligroso. Los atletas de alto rendimiento suelen poner en riesgo su integridad física, y aunque en varias ocasiones se ha discutido sobre el tema, algunas veces parece que el asunto se queda en palabras vacías.

El debate revivió la semana pasada cuando el jugador de la NFL (la liga de Fútbol Americano de Estados Unidos), Damar Hamlin, sufrió un infarto en pleno terreno de juego luego de haber derribado a un contrincante, y cuando se puso de pie e intentó caminar se desplomó. La imagen fue conmovedora. Lo llevaron a un hospital de Cincinnati. El deportista no murió, pero su estado de salud fue crítico.

El hecho despertó un fantasma que los organizadores de eventos de alto rendimiento preferirían mantener dormido: ¿Los deportistas cuentan con la información suficiente para saber si la actividad que practican pone en riesgo sus vidas?

En el caso particular del fútbol americano se ha comprobado que sus practicantes, que están expuestos a recibir golpes en la cabeza de manera constante, sufren las consecuencias cuando se retiran del alto rendimiento.

Un estudio publicado por la revista Neurology en 2012 reveló que los daños causados por conmociones cerebrales repetidas pueden tener consecuencias perdurables en la salud de los jugadores de fútbol americano. Estos deportistas son más propensos a sufrir enfermedades causadas por células cerebrales dañadas como el Alzheimer y la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA).

Además, el neuropatologista nigeriano Bennet Omalu confirmó, en sus estudios necrológicos de cerebros de exjugadores de fútbol americano, que los constantes golpes en la cabeza les generan un problema conocido como Encefalopatía Traumática Crónica, lo que ocasiona cambios de ánimo, pérdida de memoria y los hace propensos a la depresión.

Pero el fútbol americano no es el único deporte que pone en riesgo la vida de quienes lo practican. Por eso, recordamos deportistas que en medio de la práctica de alguna actividad se han visto afectados físicamente e, incluso, han fallecido.

Colombia sufrió en el boxeo

El boxeo es una de las disciplinas en la que quienes la practican más arriesgan su vida. Un golpe mal dado en la cabeza puede llevar al pugilista a la muerte. Una de las más recientes se dio en Colombia. Luis Quiñones (foto), de 25 años, falleció el 30 septiembre de 2022 luego de haber luchado por su vida durante varios días en un centro asistencial de Barranquilla. El pugilista fue noqueado por José Muñoz en la disputa al título en la categoría peso pluma.

Fórmula 1

Las altas velocidades a las que se practica el automovilismo hace que sea uno de los deportes más peligrosos. El último gran accidente que ocurrió en la Fórmula 1, sucedió en 2020. Su protagonista fue el francés Romain Grosjean (foto), cuando en el Gran Premio de Baréin perdió el control del carro y se chocó contra uno de los muros, lo que generó una explosión. Ese accidente hizo recordar el del brasileño Ayrton Senna, fallecido en 1994 durante un accidente en San Marino.

El paracaidismo

El antioqueño Jhonathan Flórez Patiño era conocido como el ‘Hombre Pájaro’ colombiano. En los más de 2000 saltos que realizó en su carrera como paracaidista profesional en las modalidades de salto base, traje de alas y caída libre, el implemento le funcionó. Pero el 3 de julio de 2015, cuando brincó de una montaña en la ciudad de Engelberg, Suiza, el paracaídas, que era su seguro de vida, no abrió. El deportista falleció a los 35 años al poner al límite la vida en este deporte de alto riesgo.

Otro deportes

El ciclismo también ha sido escenario de accidentes. Han sucedido tanto en competencias como en entrenamientos. En enero de 2022 Egan Bernal (foto) se chocó a más de 60 kms por hora contra un bus, que estaba quieto, mientras entrenaba en Cundinamarca. No murió de milagro. Otras actividades cuya práctica pone en riesgo la vida de quienes los practican son el motociclismo, el rugby (en el que no hay más protección que el cuerpo), las carreras de Rally y el esqui.