En Lima, María Camila Lobón subió al podio de rodillas. Esos eran sus primeros Juegos Panamericanos y la medalla de oro que obtuvo era “una promesa a Dios”.

Ese 28 de julio, cuando sonó el himno nacional, Camila se encontraba ahí, ocupando el primer lugar del continente en su categoría, 59 kilogramos; después de haber levantado 221 kg en el total, cumpliendo uno de sus sueños más grandes y estando más cerca de otro, los Juegos Olímpicos.

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Camila nació y creció en Zarzal, exactamente en el corregimiento La Paila. Empezó a alzar pesas cuando tenía 11 años por una invitación que le hizo César Rayo, entrenador de pesas de su municipio.

“Lo primero que vi en Camila fue la contextura física, la invité y era muy fuerte, tenía muchas condiciones”, recuerda su primer mentor.

Pero el inicio no fue fácil, el levantamiento de pesas no convencía a Camila como un deporte para su vida, pero no por falta de gusto.

“Cuando yo fui al gimnasio me pareció un deporte muy duro y como veía tantos hombres, pensaba que eso no era para mujeres, que no era para mí. Me parecía muy rudo”, dice Camila.

"A Cartagena voy a dar lo mejor, el Valle espera de mí medalla dorada y todos queremos ser primeros en los juegos nacionales"

María Camila Lobón, pesista vallecaucana


Fueron meses de intermitencia, entrenaba unos días y dejaba de hacerlo otros, ‘el profe’ Rayo iba a su casa y la convencía de volver, pero a los tres días volvía a dejarlo.

Fue en ese momento cuando José Rodolfo, su padre, la puso a prueba. “Mi papá es constructor y me llevó a trabajar con él, para que yo decidiera si quería trabajar en cosas duras o estudiar y entrenar; yo le ayudaba en muchas labores, pero al ver lo duro que era, me decidí por el deporte y el estudio”. 

Las alegrías fueron llegando, su primera presea dorada la ganó en los Juegos Departamentales del 2011 en Tuluá. “Ese triunfo fue una ilusión para mí, hizo que abriera los ojos y mirara al deporte como una buena opción y empecé a darla toda para poder alcanzar más medallas de oro”.

Camila sonríe cada vez que recuerda los logros que ha obtenido por medio de las pesas, sonríe cuando piensa en lo orgullosa que está su familia por el camino que tomó, sonríe cuando piensa en su próximo reto —los Nacionales— y sonríe aún más cuando se visualiza en Tokio 2020.

Hoy está entre las mejores 10 a nivel mundial. Para llegar a Tokio debe estar en la octava posición y le resta un campeonato oficial para sumar los puntos oro y subir dos casillas. El sueño de los Juegos Olímpicos lo tiene en la piel, en su pierna derecha tiene tatuados esos seis aros que algún día espera conquistar.

Es una mujer introvertida, le gusta estar sola, en espacios silenciosos y cómodos, disfruta leer y le encanta salir a comer. “Como todo buen pesista me gusta mucho la comida de la calle”, confiesa entre risas.

Su principal motivador ha sido su padre, él la describe como “una persona muy humilde, amorosa, risueña, creyente”.

El 28 de julio, José Lobón recibió una llamada de una amiga que lo felicitaba por la medalla de su hija, él no había visto ni escuchado nada, pero inmediatamente rompió en llanto. “Cuando prendí el televisor, ella ya estaba de rodillas agradeciendo el triunfo y yo no podía parar de llorar”, recuerda José.

‘Camilita’, como le dice su padre, ha pensado en reiteradas ocasiones retirarse del levantamiento de pesas, “hay derrotas que te hacen pensar que ya cumpliste, pero tengo personas que me dicen las palabras necesarias y Dios que siempre me ha dado la fortaleza. Estoy convencida de que lo bueno cuesta”, cuenta.

Entre esas personas también se encuentra César Rayo. Él descubrió a la Camila deportista, la apoyó en los inicios y ha seguido su proceso de cerca.

“Siempre le aconsejo que tenga mucha paciencia, que se concentre en las competencias, que el camino es largo y que ella está muy joven”, y agrega: “tiene mucho futuro y potencial”.

A sus 24 años, Camila ha sido campeona suramericana y panamericana con la Selección Colombia Sub 17. Su primera actuación con la selección de mayores fue cuando tenía 19 años.

En 2017 participó en su primer mundial mayores, en Anaheim (Estados Unidos), se ubicó sexta en el mundo. En septiembre, en Tailandia, tuvo su segunda cita mundial. “No me fue muy bien porque tenía una molestia en una rodilla, no pude dar el 100%”, relata con algo de frustración.

Empezó a estudiar profesional en deporte en la Escuela Nacional, pero es un proyecto detenido que sueña culminar después del ciclo olímpico.

Hace 13 años es deportista, campeona nacional cuatro años consecutivos, desde el 2015, y está convencida de que este ha sido el mejor camino de su vida. “El deporte me ha hecho persona, soy un poco más abierta mentalmente, me ha permitido trabajar positivo en cosas que a veces son difíciles de lograr. El deporte me ha transformado totalmente y para bien”, concluye.

En detalle

A los 19 años, Camila salió de Zarzal hacia Tuluá, donde le ofrecieron mayor apoyo deportivo.

Por ‘el corazón del Valle’ compitió casi dos años.

Hace 3 años llegó a Cali, donde es entrenada por el experimentado Jáiber Manjarrés.

Sus marcas actuales son 97 kg en arranque, 124 en envión y 221 en total.