Un taekwondista, si se dedica a ese arte marcial de manera profesional, debe aprender a soportar el dolor que le causan las patadas, la base principal de este deporte de combate.

Sin embargo, en la vida deportiva hay dolores que superan lo físico y perforan el alma.

Así fue el dolor, cargado de frustración y tristeza, que sintió el caleño Miguel Ángel Trejos en 2016, cuando perdió el duelo definitivo por un cupo en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro por apenas dos puntos. Eso, en su especialidad, es apenas una patada. Un golpe. Un movimiento.


A aquel muchacho de 19 años, hincha del América de Cali, esa caída lo marcó, pero no lo desmotivó a seguir soñando con los aros olímpicos.
En los tres años siguientes, Miguel se dedicó a perfeccionar sus técnicas y su estado físico, e incluso se atrevió a hacer un cambio de categoría, asesorado por sus entrenadores, para sacar mayor provecho a su rendimiento muscular.

Hizo de la tornado, una patada con giro de 360 grados que se lanza a la cabeza del oponente, su especialidad a la hora de pelear.

Ese mismo movimiento lo acompañó a conquistar el continente, en Lima 2019, donde consiguió la medalla de oro panamericana, primera en este deporte para Colombia.

En sus cuatro combates en la capital del Perú pudo marcar territorio ante sus rivales con esa patada de altura.

Ahora, a solo días de tener la oportunidad de demostrar todo su potencial taekwondístico en los Juegos Nacionales de Cartagena, Trejos dedica una parte de su entrenamiento a sacar la mejor tornado que hay en sí.

Sin descuidar los otros movimientos, claro está, ni olvidar acomodar su cabello hacia un lado, cuando el sudor abundante lo hace lucir brillante.
Cuando entrena con su preparador físico José Manuel Barrera, quien devela su máximo potencial cardiovascular desde hace seis años, no hay mucho tiempo para las sonrisas durante el entreno.

Sí para los gritos estilo Dragon Ball, esos que, según él y su compañero Sebastián Baena, Selección Valle, le ayudan a alcanzar una mayor concentración y le inyectan una dosis de energía inesperada.


Barrera, quien además es preparador físico de la academia de artes marciales Fight House, reconoce que la preparación de Miguel Ángel, a quien bautizó como el ‘Champion’, está enfocado en la explosividad, la coordinación, el equilibrio y la fortaleza psicológica.

“Él quiere ir a las olimpiadas y en eso está mentalizado, aunque tenga que dejar al lado sus amigos y su familia. De allá, de Tokio 2020, sí o sí se va a traer la de oro”, sentencia el entrenador.

Son cinco horas diarias, dos de entrenamiento físico y tres de técnico, las que Miguel Ángel Trejos le dedica al taekwondo.

El resto del tiempo lo dedica a ver películas, a trotar, otra de sus pasiones, o a jugar Street Fighter en su celular. También intenta pasar una o dos horas al día con su novia desde hace nueve años, Isabel Arango.

Isabel, que construyó junto a Miguel un amor de ‘patadas’, pues se conocieron en la Liga Vallecaucana de Hapkido, arte marcial que el joven practicó antes de llegar al taekwondo, también resalta en su pareja la entrega por sus objetivos.

“Siempre está dando lo mejor que puede. Es muy exigente consigo mismo y de lunes a domingo entrena y piensa en taekwondo. Está enfocado en sus metas”.

Arango explica que hay muchas cosas que Trejos ha cambiado con los años, pero no es una de ellas su compromiso con sus sueños.

“Uno siempre quiere ver a la persona que ama haciendo lo que le apasiona. Este deporte le da la oportunidad de conocer muchos países y de crecer”, comenta Arango.

Sin embargo, detrás de las alegrías que le entrega el Miguel taekwondista, también hay frustraciones.

“Casi nunca puedo verlo combatir, porque yo trabajo y normalmente no compite en Cali”, asegura.

No obstante, siempre hay excepciones. Ya Isabel tiene comprados los tiquetes para acompañar al campeón panamericano en su sueño dorado nacional, ese que aspira a conseguir en la capital del Bolívar.

En el amor, el mejor golpe de Miguel no es la tornado, sino la humildad, según Isabel.

“Es muy sencillo y fresco, tanto en lo personal como en lo deportivo. Es muy respetuoso, no se mete con nadie y no maltrata a nadie”, agrega.
Lo anterior, sumado a la agradable sonrisa que se dibuja en el rostro de Miguel constantemente, seguro fueron las causas del enamoramiento de Isabel, que a día de hoy se mantiene intacto.

Para Camilo Baena, compañero de entreno de Miguel desde hace varios años, muchas de las cualidades de Miguel en el amor son también parte de las que lo hacen un gran competidor y, sobre todo, un gran amigo.
“A nivel competitivo hay mucho fogueo, me sirve para mejorar día a día, porque entrenar con él es un privilegio que cualquier taekwondista quisiera tener”, señala.

Baena, que también irá a Juegos Nacionales en la categoría de -80 kilogramos, reconoce que cada vez es más difícil ganarle. “Su nivel es muy alto (risas)”, añade.

Para Camilo, el amigo, la actitud es la principal carta de poder que Trejos tiene para triunfar.

Según Baena, no es que la determinación y la autoconfianza en algún momento le faltaran a Miguel, sino que ahora tiene mucho más de cada cosa.

Los sacrificios pegan duro

Para un amante de las donas, los lacteos y los dulces en general como Miguel Ángel, no hay peor exigencia que someterse a dieta para alcanzar un peso específico.

“No es malgeniado, pero cuando está a dieta sí, porque ahí le toca aguantar hambre y dejar sus lácteos. Eso, teniendo en cuenta que parece un ternero, es difícil (risas)”, zanja Isabel, su novia.

No obstante, en las dificultades es que los campeones demuestran su tesón. Ahí es cuando Miguel deja ver los tres pilares que acompañan su carrera: disciplina, pasión y constancia.

Tal es su compromiso con el deporte que, si es necesario dejar a un lado momentáneamente su otra pasión, la psicología, lo hace sin problema.
“En este momento estoy enfocado en lo que es mi deporte. En darlo todo en cada entrenamiento, pero claro que quiero retomar mi carrera más adelante”, cuenta el taekwondista estrella.

Trejos reconoce darle mucha importancia a los espacios consigo mismo y con la naturaleza. “Me gustan los descansos activos con el atletismo, en la calle, en la montaña. También soy amante de la bicicleta”.  Junto a sus amigos disfruta de ir al río, a cine o a comer.

En este ámbito confiesa que “nos damos ciertos gustos, siempre y cuando no nos vayamos a pasar del peso”, concluye.

Trejos, como es reconocido por sus compañeros y entrenadores, acota que los principios éticos y marciales que le ha inculcado el taekwondo son lo mejor de su deporte.

“Me han convertido en una mejor persona”, anota.

Así como tiene claro quién es dentro y fuera del tatami (material sobre el cuál se pelea), Miguel Ángel divisa sus próximos objetivos.

El primero: conquistar Cartagena y entregar una medalla de oro para el Valle del Cauca en los Juegos Nacionales.

Después tendrá tiempo para preparar el preolímpico de marzo, en Costa Rica, donde buscará cumplir ese sueño olímpico.

Si lo consigue, podrá ser testigo de la justicia poética y los finales redondos que acompañan las mejores historias.

Su sueño de ser artista marcial comenzó viendo series televisivas y de cómic de origen japonés como Dragon Ball e Inuyasha.

De lograr el cupo en Costa Rica, Miguel, el buen compañero, el ‘tornado’, se ganaría el derecho de vivir, por unos días, en la Villa Olímpica de Tokio 2020. Seguro que la capital de Japón se alegraría por su presencia.

En detalle

Miguel Trejos consiguió la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 en la categoría de -68 kilogramos.

En Lima 2019 participó en la de -80 kilogramos, y en esa misma aspira a clasificar a Tokio 2020.

En los Juegos Nacionales de Cartagena volverá a la categoría de -68 kilogramos.

Suele ver los juegos del América con sus amigos.