En la ruta hacia el Mundial de Norteamérica 2026, el argentino Néstor Lorenzo pasará a la historia de la Selección Colombia como el técnico que fue capaz, junto con sus jugadores, de derrotar por primera vez al pentacampeón Brasil en unas eliminatorias.
Antes del juego del jueves pasado por la quinta fecha del clasificatorio suramericano contra la Auriverde en Barranquilla, el conjunto cafetero había enfrentado 14 veces a la Canarinha, con la que había perdido en 7 ocasiones y le había empatado otras 7.
Para el duelo en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez, Brasil llegó sin varias de sus figuras, como Ederson, Neymar y Casemiro, y en pleno juego perdió a Vinícius Junior, pero una vez sonó el pito, jugó como si no tuviera esas ausencias ante una Colombia que se vio desconcentrada y errática inicialmente.
De hecho, los brasileños se fueron en ventaja cuando apenas transcurrían cuatro minutos del partido, en una jugada en la que la defensa colombiana fue superada con rapidez por el ataque visitante y que terminó en el gol de Gabriel Martinelli.
En adelante, Brasil mantuvo su ritmo , mientras que Colombia trató de responder por la banda izquierda, particularmente, con Luis Díaz, quien se vio mucho más rápido que sus compañeros. El equipo de Lorenzo generaba llegadas, pero al final las desaprovechaba por falta de calidad en la última jugada.
Cambio del libreto
Los primeros 45 minutos terminaron con el marcador 1-0 a favor de los brasileños, pero en el entretiempo, Lorenzo metió la mano en la plantilla y afinó la estrategia, incurriendo inclusive en grandes riesgos; se atrevió y ganó 2-1 al final de los 90 minutos.
Interpretó el estratega de Colombia que la banda izquierda fue vulnerada fácilmente por la ofensiva auriverde y relevó al lateral Déiver Machado, quien se vio lento más de una vez. Entonces, Lorenzo envió al terreno, apenas comenzó el segundo tiempo, a Cristian Borja por ese costado, y en la zona medular hizo un cambio que sorprendió a todos: dejó en las duchas a Matheus Uribe, uno de sus ‘intocables’, e ingresó a Luis Sinisterra, en busca de más ataque.
Las modificaciones obligaron a Kevin Castaño, de gran actuación, a batirse con más responsabilidad en la marca en el mediocampo, pero también permitieron que, tanto por la izquierda, como por la derecha, Borja y Sinisterra preocuparan más con sus balones cruzados a los defensas, que James flotara con mayor soltura en la zona de ataque y que Luis Díaz hiciera de 9, como efectivamente se vio en los dos goles que marcó.
“Sabíamos que íbamos a asumir un riesgo porque Carrascal era de corte ofensivo y le iba a quedar la cancha grande a Kevin, que salió también lesionado de una rodilla. Agradezco a los jugadores la entrega y la forma en la que asumieron el partido”, relató Lorenzo al final de juego en la rueda de prensa en el estadio Metropolitano de Barranquilla.
Y el plan funcionó. En el minuto 75, Borja, desde la banda izquierda, levantó un balón que conectó Lucho Díaz de cabeza para vencer a su amigo y compañero del Liverpool, el arquero Alisson. Y solo cuatro minutos más tarde, en el 79, pero esta vez desde el costado derecho, finalizó de manera perfecta en el arco, otra vez de cabeza, un centro de James Rodríguez, quien ha vuelto a pisar los terrenos del nivel que se le conoce en la Selección Colombia.
Ese segundo gol generó la locura total en el Metropolitano, particularmente en el padre de Lucho, Luis Manuel Díaz, que estaba en el palco viendo el partido, gozando ya de su libertad tras haber sido secuestrado por la guerrilla del ELN.
Así que si en el césped del Metropolitano hubo un hombre que se llevó todos los aplausos, como lo hizo merecidamente Lucho, en la raya de la cancha hubo un verdadero estratega que supo interpretar las deficiencias de su equipo en el primer tiempo, corrigió, planificó de nuevo, arriesgó y ganó. Brasil, por su parte, no dejó de atacar. Es Brasil. Pero el arquero Camilo Vargas supo responder entre los tres palos.
El martes, Colombia irá al estadio Defensores del Chaco, en Asunción, en busca de más puntos ante Paraguay.