Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes
A veces la felicidad sale por los ojos. Es lo que le sucede a Alex Escobar, ‘el pibe del barrio Obrero’, quien después de una década lejos del América, el equipo de sus amores, regresó para hacerse cargo de la categoría Sub – 20, pero antes, ser el técnico del plantel profesional mientras se define al nuevo entrenador tras la salida de Lucas González.
— Esta sede de entrenamiento de Cascajal está hermosa, hacía mucho que no venía – dice Alex tras dirigir la práctica de cara al partido de este sábado 20 de enero, en el debut de América en la liga 2024 ante Águilas en el estadio Pascual Guerrero.
Atrás suyo se observa un afiche que dice: “el equipo de Umaña y Escobar”, en honor al título alcanzado en 2008, en esa ocasión con Alex como asistente técnico de Diego Umaña.
‘El pibe del barrio Obrero’ es el jugador que más partidos ha jugado con la camiseta del América, casi 600. También aparece entre los diez goleadores históricos del equipo, siendo un volante creativo. En total ha ganado seis títulos con ‘La mechita’, cinco como jugador y uno como entrenador. “Lo que pasa” – explica— “es que soy de hueso rojo”.
¿Cómo nace el amor por América?
Esa pasión por América empieza desde muy niño. Mi familia en el barrio Obrero, donde nací, era hincha del América, de ‘La mechita’, como se le decía en ese tiempo y todavía se le dice. Desde niño, cuando empecé a jugar en las calles, tenía esa pasión roja. Y a los 11 años llegué al América. Eso incrementó mi afición.
¿Cómo llegas al equipo?
Yo tengo un primo hermano, Juan Penagos Escobar, que me averiguó cómo se hacían las pruebas. En ese tiempo América entrenaba en Lloreda Grasas, muy cerca del barrio Obrero. No era si no pasar la carrillera y llegar al sitio de entrenamiento. Las pruebas eran en la tarde. Entonces mi primo habló con el profe Pedro Nel Ospina. Yo fui, y el primer día el profe me dejó. Le encantó mi fútbol porque yo jugaba pura calle, potrero, y a pesar de que era muy petiso, a los jugadores grandes les sacaba diferencia. Desde ahí comienza mi historia en América.
¿Recuerdas el debut?
Claaaroo. Yo hice todas las categorías inferiores de América: juvenil, cuarta, tercera, segunda, juego Selección Valle en 1982 y en 1983 me suben a reservas. Fuimos campeones siendo yo el mejor jugador de reservas en Cali, y ahí se da la oportunidad de comenzar a hacer la pretemporada con el equipo profesional. Debuto en abril de 1984, en Ibagué contra Tolima. Se lesionó Cueto de un tobillo, también se lesionó Humberto Sierra, y ahí entro yo. El médico Gabriel Ochoa Uribe me metió faltando 20 minutos.
¿Y el primer gol?
El primer gol se lo hice al Independiente Medellín. El arquero era Ormeño Gómez, en un partido en el Atanasio Girardot.
¿Cuáles fueron los momentos más felices como jugador? Recuerdo el partido contra Gremio para clasificar a la final de la Libertadores contra River.
Tuve muchos más momentos felices que amargos. Eran años en los que América cada vez fue haciéndose más grande para ganar la Libertadores y campeonatos. Salir campeón, salir figura en ese equipo, era un privilegio. A mí me iba muy bien cuando enfrentábamos equipos brasileros. Mencionas Gremio, pero hice partidos enormes contra Mineiro, Sao Paulo. Es tan así que por eso me llevan a jugar en el fútbol brasilero. Pero momentos felices muchísimos. Y a pesar de que no ganamos la Libertadores, llegar a esas finales fue mágico. América merece la Libertadores.
Eran tiempos en los que América traía los mejores jugadores, destacarse no era fácil. ¿Cuáles de esas estrellas recuerdas?
Estar con Willington Ortiz fue un privilegio. Para mí fue el mejor jugador del fútbol colombiano de todos los tiempos, respetando las otras figuras. Pero lo que hizo Willington en esa época era impresionante, ¿dónde estaría Willington si jugara hoy, en qué equipo? Gareca lo dice: los más grandes jugadores que vio fueron Maradona y Willington Ortiz. Ver a Willington, compartir con Julio César Falcioni, con Gareca, fue algo que nos sumó muchísimo en nuestra formación. Fueron ejemplo de lo que era la competitividad y ser profesionales.
Hablando de Gareca, eres muy amigo de ‘El Tigre’, hasta hoy. ¿Cómo se consolidó esa amistad?
‘El flaco’ desde que llegó a América en el año 1985 me acogió. Me dio muchas enseñanzas, me ayudó a formarme y nos entendimos muy bien en la cancha. Después de que él se va, seguimos con esa amistad verdadera, de mucha honestidad y profesionalismo. Cuando él estaba en la Selección Perú hablábamos constantemente de los partidos, porque para él es importante mi opinión. Con Gareca tuvimos una conexión futbolística y personal muy importante. ¡Le puse un montón de goles! Con los jugadores que más me entendí en la cancha fue con él y con el ‘Pipa’, Anthony de Ávila.
Por cierto, ¿has tenido la oportunidad de hablar con Anthony, después de la difícil situación judicial que vive?
No, no he podido hablar con él, pero de vez en cuando hablo con la familia. Estamos muy dolidos por lo que le ha pasado. Ojalá Dios quiera se le dé esa oportunidad de que esté junto con nosotros de nuevo. Da tristeza que un ídolo de ese talante que es Anthony esté en esta situación.
Volviendo a Gareca, se dice que tu llegada al América hacía parte de la primera ‘avanzada’ de su cuerpo técnico. ¿Era así?
No, mi llegada al América no está ligada a Gareca. Soy muy amigo del ‘flaco’, hemos hablado mucho de esta situación y si él tiene la posibilidad en algún momento de venir al equipo, sería un aporte fundamental, es un director técnico de muchas campanillas, de mucha experiencia, pero sobre todo: tiene la mística del América.
En mi caso voy a estar en la sub 20, en el proceso con los jugadores que están más cerca del plantel profesional. Pero se dio esta oportunidad de dirigir al primer equipo por la decisión que se tomó con el profe Lucas González. Me llamó la presidenta para que estuviera con el equipo mientras ellos consiguen el entrenador. La dirigencia está haciendo un enorme esfuerzo para tener un gran plantel y darle alegría a la hinchada, porque América no puede darse el lujo de pasar tantos años sin quedar campeón.
¿Cuál va a ser el equipo que se va a ver contra Águilas en el debut?
No se pueden hacer muchos cambios tan rápido, porque es un equipo que venía con una ideología de juego diferente. Yo sí quiero dar un poquito de seguridad atrás, pero dejando que el equipo evolucione en el tema ofensivo, porque es un equipo que está muy bien armado, tiene jugadores con muy buen pie. A los entrenadores cuando tenemos un equipo con esa capacidad técnica se nos facilita todo. Entonces hemos tratado en estos entrenamientos de que el equipo tenga seguridad atrás.
Necesitamos que la hinchada nos acompañe. La dirigencia, en cabeza de Marcela Gómez, está haciendo un enorme esfuerzo para tener un gran equipo en este 2024. Necesitamos el apoyo del hincha.
Otras ‘recuerdos rojos’ de El Pibe del Barrio Obrero
¿Cómo fue ser dirigido por Gabriel Ochoa Uribe?
Para los que nos tocó estar ahí fue una bendición, un privilegio enorme el poder estar con un entrenador que nos formó como personas y como profesional. Él doctor Ochoa no solo era un técnico. Nos guiaba a diario.
Un clásico que recuerdes…
Muchos. Lo clásicos para nosotros eran una vivencia diferente. Era el clásico del dirigente, del hincha y el clásico de nosotros, los futbolistas. Siempre traté de enfrentar los clásicos con la mayor predisposición, actitud, y la mayor entereza de jugar bien y ganarlos. Para mí era algo impresionante jugar un clásico y es curioso: mis goles más bonitos se los hice al Cali. El clásico de la final en 1992 fue muy definitivo. Muy importante dar esa vuelta olímpica con nuestro rival. Fue un partido brillante, y fuimos superiores inmensamente.
¿La Libertadores perdida con Peñarol es el mayor dolor?
Fue de los momentos más tristes y amargos que pasé como futbolista y como hincha del América. No haber ganado una de las cuatro finales de Libertadores que jugamos fue una frustración impresionante para nosotros. América merece una Copa Libertadores.
Una curiosidad: el fútbol de Cata Usme se parece mucho al del Pibe del barrio Obrero…
Así es. Yo a ella la admiro muchísimo. Es una referente del fútbol femenino. Una muchacha que se tatuó la camiseta del América siendo de otro departamento. Le dejó a todas sus compañeras y a todos nosotros una enseñanza: qué es ser profesional y qué es ser un crack como futbolista y como persona. Y tenemos muchas similitudes de como juega ella y como jugaba yo. La clarividencia para jugar, el tiro libre, los pases, el liderazgo. Todo eso lo tenía yo.
¿Fue una sorpresa este regreso al América?
Sí, fue una sorpresa, una bendición muy grande. La dirigencia comandada por Marcela, nuestra presidente, está haciendo cosas maravillosas que se van a ver en el tiempo. Ella es de mucho carácter, personalidad, muy futbolera, muy estudiada, está haciendo las cosas de la mejor manera en América. Ella junto con Sammy Stroh me dan la oportunidad. Yo estaba viendo televisión con mi señora cuando me llamó Samy, que querían hablar conmigo, y aquí estamos.