El español Rafael Nadal demostró que es el rey indiscutible de la tierra batida ganando este domingo su 14º Roland Garros y aumentando su récord de victorias en torneos de Grand Slam a 22, dos más que Roger Federer y Novak Djokovic.

Sin la épica de los duelos contra sus dos mayores rivales en el circuito, Nadal superó en la final al noruego Casper Ruud por 6-3, 6-3, 6-0.

Nadal sigue demostrando a sus 36 años que sigue siendo el rey absoluto de la tierra batida, pero también ha sido capaz de tener éxito en todas las superficies gracias a su mental de acero y a su capacidad de resiliencia frente a las lesiones.

Lo demuestran sus 22 títulos de Grand Slam (récord), de los que 14 son en la tierra parisina (2005-2008, 2010-2014, 2017-2020 y 2022), pero también dos en la hierba de Wimbledon (2008 y 2020), dos en Australia (2009 y 2022, en duro) y cuatro US Open (2010, 2013, 2017 y 2019).

Sus dos últimos títulos en 2022, en Australia y París, le han permitido ponerse líder en solitario en la carrera por ver qué tenista gana más títulos 'grandes' en toda la historia, superando a sus dos grandes rivales de generación, Roger Federer y Novak Djokovic, ambos con 20 Grand Slam.

El inesperado título en Melbourne en febrero le convirtió además en el segundo jugador, junto a Djokovic, de la era Open (desde 1968) en ganar al menos dos veces cada uno de los cuatro torneos del Grand Slam.

Y el 14º título en París es algo que seguramente no volverá a repetirse jamás. Valga como dato que de los 10 jugadores que más semanas han estado en el N.1 de la ATP, todos leyendas de este deporte (Federer, Djokovic, Lendl, McEnroe, Connors, Borg, Agassi, Sampras y Hewitt) suman entre todos ¡Trece títulos!

A sus 36 años cumplidos el pasado viernes, a Nadal aún le queda mucho para que se cumpla lo que dijo el español Nicolás Almagro cuando se enfrentó en octavos de 2008, cuando el mallorquín solo había conquistado tres títulos. Desesperado ante la paliza que estaba recibiendo (el partido acabó 6-1, 6-1 y 6-1), el que llegó a ser N.9 del ranking soltó a su banquillo: "¡Va a ganar 40 Roland Garros! ¡Va a tener 65 años y va a seguir ganando Roland Garros!".

Pero los números de Nadal en París, sobre la superficie más exigente para los tenistas, le han convertido ya en inmortal en Roland Garros: 112 victorias en 115 partidos disputados y 14 títulos. Y en arcilla suma con el de este domingo 474 victorias en 519 partidos, ¡más del 91%! Además de otros dos récords en arcilla: el de más título logrados (63) y la mayor racha de triunfos consecutivos con 81 entre abril de 2005 y mayo de 2007.

Y fuera de la arcilla y de los Grand Slam, la carrera de Nadal es también muy exitosa: 91 torneos ATP, N.1 mundial durante 209 semanas (el sexto en la clasificación histórica), cinco Copas Davis, doble campeón olímpico (en individuales y en dobles)...

Hijo de una comerciante y de un empresario de Manacor, la tercera ciudad de Mallorca, isla a la que lleva unido toda su vida, Nadal pasó toda su infancia en el inmueble donde se alojaba toda la familia. Más bien un clan por lo unido que están todos sus miembros. Por ello la separación de sus padres en 2009 fue un duro golpe para el entonces veinteañero.

Dos de sus tíos tuvieron una importancia capital en la formación del tenista: Miguel Ángel Nadal, futbolista del FC Barcelona en los años 1990, que le hizo ser consciente desde pequeño de las exigencias del deporte profesional, y sobre todo Toni, su mentor a la edad de 4 años y hasta 2018, cuando su compatriota Carlos Moyà, ex N.1 mundial, pasó a entrenarle.

Bajo la tutela de Toni, el entrenador "más severo que uno pueda imaginar", el joven prodigio comenzó a jugar en el club de tenis enfrente de la residencia familiar. "Me metía una gran presión, utilizaba un lenguaje brutal, a menudo gritaba; tenía miedo de él", ha llegado a explicar el campeón.

Según Toni, era el precio a pagar para transformar a un niño más bien tímido y temeroso en una bestia de combate en la pista. Pero a la vez en un auténtico caballero. Además de sus títulos, Nadal puede estar orgulloso de ser uno de los pocos tenistas, sino el único, en no haber lanzado nunca su raqueta en un gesto de rabia y en no haber tenido nunca un comportamiento irrespetuoso, ya sea contra un rival, un juez o el público.