El sueño de Héctor Sánchez de ser futbolista se truncó por una enfermedad del hígado. Dos implantes le dieron la oportunidad de renacer y jugar para promover la donación de órganos en Chile, un país con una baja tasa de trasplantes.
“Si no fuera por el trasplante, quizás yo no estaría acá”, dice Sánchez, tras disputar un partido contra una organización benéfica en Santiago.
Junto a otra veintena de trasplantados, la mayoría receptores de órganos de riñón, conforman un equipo de aficionados conocido como la “Selección chilena de trasplantados”.
En septiembre, ganaron el llamado primer mundial de fútbol de trasplantados en Italia. Pese a contar desde 2010 con una ley que impulsa la donación, Chile tiene una baja tasa de trasplantes: 10 por cada millón de habitantes.
La cifra corresponde a la mitad del líder regional en esta materia, Uruguay, con 19,7 por cada millón. Está lejos también de países como Argentina (18) y Brasil (17), según cifras del ministerio de Salud chileno.
Siete años después de ser sometido a un doble trasplante de hígado luego de que el primero fallara, Héctor Sánchez viste de corto y con una camiseta roja que lleva el mensaje: “Chile país donante”.
Promover la donación de órganos a través del deporte es la forma de agradecer esta “segunda oportunidad de vida”, sostiene este vendedor de autos, de 31 años.
Pese a las grandes cicatrices con las que cargan estos deportistas, cuando rueda el balón en el verde se lanzan sobre él sin mayores preocupaciones.
No usan ninguna protección especial en la zona trasplantada. “(Solo) deben cuidarse igual que cualquier persona que practica algún deporte e hidratarse”, explica Ruth Leiva, jefa de la Unidad de Trasplantes del Hospital San José en la capital Santiago.
“Al momento de entrar a la cancha uno se olvida de todo, soy una persona normal, soy la persona más feliz”, concluía Sánchez.
Con información de AFP*