¿Qué países sucederán a Alemania, anfitriona de la Eurocopa-2024 de fútbol? El martes, todo indica que la UEFA atribuirá la edición 2028 a Reino Unido e Irlanda, y la de 2032 a una opción más experimental compuesta por Italia y Turquía.
Al igual que en cada designación de este calibre, el ejecutivo de la UEFA se reunirá a puerta cerrada en la sede de la organización rectora del fútbol europeo, en las orillas del lago Leman, en Nyon (Suiza), antes de emitir la doble decisión en una breve ceremonia.
Pero las delegaciones pueden estar tranquilas, porque son las únicas en liza, una confirmación de una doble tendencia en torno a los grandes eventos deportivos: la disminución de las candidaturas por las altas inversiones requeridas y el reagrupamiento entre países interesados después de complejas negociaciones.
Prueba de ello es el acuerdo inédito anunciado por la FIFA el miércoles pasado para el Mundial-2030, con una organización conjunta Marruecos-Portugal-España, que prevé los tres primeros partidos en Argentina, Uruguay y Paraguay, inicialmente candidatas junto a Chile.
Las cinco federaciones de las islas británicas (Inglaterra, Escocia, Gales, Irlanda del Norte y República de Irlanda) anhelaban también el Mundial 2030, después de los intentos infructuosos de Inglaterra para organizar los de 2006 y 2018.
Rusia descartada
Pero, a comienzos de 2022 optaron por centrarse en la edición de 2028 de la Eurocopa, “el tercer evento deportivo más grande del mundo”, que ofrece “un retorno de la inversión similar” a un Mundial, explicaban.
Si el cariz globalizador de la Copa del Mundo parece haber llegado a su apogeo, pasando de 32 a 48 equipos para 104 partidos a partid de 2026, la Eurocopa conserva 24 equipos (desde 2016), con 51 partidos repartidos en diez estadios.
Ya grandísimos favoritos para la atribución, Reino Unido e Irlanda se quedaron además sin rivales cuando Turquía -candidata sin éxito en cada edición desde 2008- tiró la toalla para 2028 apostándolo todo a una candidatura conjunta con Italia para 2032, según anunció en julio.
Rusia estuvo a punto de presentarse como aguafiestas al declarar su interés para sendas Eurocopas en marzo de 2022, sólo unos días después de la invasión de Ucrania, pero sus candidaturas no tardaron en ser consideradas por la UEFA como inaceptables.
Treinta y dos años después de la Eurocopa-1996 en Inglaterra, siete años después de una Eurocopa-2020 repartida por todo el continente pero concentrada en el estadio londinense de Wembley a partir de semifinales, el fútbol regresará a la región en la que fue inventado.
Coherencia geográfica
Italia y Turquía, al elegir unir sus fuerzas el pasado verano boreal, parecen también con todo a favor para ser elegidas, aunque la UEFA deberá para ello modificar su reglamento, que reservaba aún a finales de 2021 las organizaciones conjuntas de fases finales a “países vecinos”.
Esa unión suscita más cuestiones: “forzar a los aficionados a idas y vueltas entre los dos países no es lo ideal”, indica Ronan Evain, director de la asociación Football Supporters Europe, algo que ya se constató en la Eurocopa en 2021 y que también tendrá incidencia para los futbolistas.
Por otro lado, aunque Italia ya organizó la Eurocopa en 1968 y 1980, las prohibiciones de desplazamiento decretadas recientemente en Roma pra las competiciones europeas preocupa a los aficionados extranjeros, lo mismo que “las dificultades de organización en Estambul en la Supercopa 2019″, donde policías no angloparlantes reemplazaron a los ‘stewarts’ encargados de los cacheos a dos horas del partido, confiscando bufandas y banderas en una cierta confusión, recuerda el representante de los aficionados.
“Repartir la carga de una organización tiene sentido, sobre todo en un contexto en el que las poblaciones locales esperan una reducción del impacto de las grandes competiciones. Pero es necesario una coherencia geográfica”, resume Ronan Evain, quien hace un llamamiento a la UEFA para analizar “la cuestión de los derechos humanos y de la cultura policial”, en la elección de los países organizadores.