El barbero del ‘diablo’ es cristiano. John Edison Bedoya Londoño, el barbero del América de Cali, desea hacer esa aclaración pública. Mientras cuenta la anécdota se sonríe. Hace unos años un periódico local publicó una foto suya mientras le hacía un corte a un futbolista de ‘los diablos rojos’. El periódico tituló la foto así, ‘El barbero del diablo’, lo que le trajo ciertos inconvenientes en la iglesia cristiana a la que asiste.
— El diablo jamás. Soy temeroso de Dios – dice John, que por lo regular se viste muy serio, con camisa manga larga como quien va a la iglesia, y no como uno se imagina a un barbero de un equipo de fútbol, con tatuajes y camisetas de estampados encendidos.
— Daniel Bocanegra (defensa del América), una vez me dijo ‘sacerdote’, “porque parecía un cura como iba vestido”. Es el ser más cansón que conozco – cuenta John, más conocido como el ‘Zarco’ por sus ojos claros. Ahora se carcajea.
— Pero Bocanegra parece alguien muy serio, como su manera de jugar – le digo.
— En el América, Christian Barrios es el dios de la recocha. Coge mi atomizador y le echa agua a todo el mundo, se burla. Pero Bocanegra le gana. Es un gran central, serio en su juego, pero fuera de la cancha el mundo está engañado con él. De 24 horas que tiene el día, 23 y media está molestando. Una vez llegué a la sede con un traje rojo, y me dijo que parecía un Power Ranger; también me dice Teletubi. Todo el tiempo está bromeando y es un ser humano maravilloso. Cuando me quedo en la sede muchas horas haciendo los cortes, es el primero en llamarme a preguntarme si ya almorcé. A veces no he almorzado y él llega desde donde esté a llevarme comida, no importa si se tiene que aguantar un trancón – cuenta el ‘Zarco’, quien conoce un dato de Bocanegra que la mayoría de los aficionados del fútbol colombiano ignoran: desde niño es hincha del América.
Por los títulos que logró con Nacional, entre ellos la Copa Libertadores, sus afectos futbolísticos se le han relacionado con el equipo antioqueño. Sin embargo el ‘Zarco’ tuvo entre sus clientes de su barbería, ubicada en el barrio Floralia, a un amigo de Bocanegra durante su infancia en Purificación, Tolima, y le confirmó que Daniel siempre ha sido americano.
— Cuando llega un jugador nuevo le pregunto de qué equipo es hincha y me he encontrado con unas sorpresas… Cristian Arrieta, siendo costeño, es hincha del América, lo mismo que Rafael Carrascal, quien nació en Toluviejo, Sucre. Juan Camilo Portilla es el caleño más americano que existe. Es muy común que pase: jugadores que tienen un gusto por otros equipos se enamoran de América. El club tiene una mística que lo envuelve todo. Iago Falque, uno de mis mejores amigos, y quien ha estado en muchos países y grandes equipos, me dijo que nunca fue tan feliz como en América. En la ley de los colores, el rojo es pasión. América hace que la gente mágicamente se enamore – dice Jhon con el tono de los hinchas fieles.
En el café donde nos encontramos, el ‘Zarco’ llegó con su celular en la mano. Veía el partido entre América y el Deportivo Cali por la liga femenina. Mientras conversábamos le daba varias vueltas al teléfono, cuando la señal de Internet se caía.
— No me pierdo ningún partido.
Su amor por América es herencia de Luciano, su papá, y sus tíos. El ‘Zarco’ no olvida la primera vez que su padre lo llevó al estadio y le dijo al final que corría el riesgo de ser un “morrocó”. América perdió 1-0 contra Bucaramanga, con gol de Iván René Valenciano desde la mitad de la cancha. El ‘Zarco’ no sabía qué significaba ser un morrocó, que traduce alguien que le trae mala suerte a su equipo. Por fortuna ese año América empezó a ganar hasta ser campeón. Ahora su presencia es cábala para los triunfos.
— Mi padre hacía el esfuerzo para comprar dos boletas en oriental. Ya de grande soy el que le da la boleta. En estos días estábamos en occidental segundo piso y se me vinieron las lágrimas. Él me enseñó este amor.
El ‘Zarco’ empezó a peluquear siendo un niño (tiene 35). En su escuela, Sebastián de Belalcázar, ubicada en el corregimiento de La Dolores a las afueras de Cali, les hacía los cortes a sus mejores amigos de quinto de primaria. Fue algo natural, espontáneo. En su familia no hay nadie que sea barbero.
— Arranqué con una cuchilla en hoja. Cuando mi mamá vio que tenía madera, me compró una máquina y no he parado, hace 25 años.
En sus primeros días como barbero trasquiló a Diego, uno de sus compañeros de colegio. Por error le pasó la cero y lo debió rapar. A Diego, gordo y de rostro enrojecido, lo empezaron a llamar ‘tomatico’.
— Mis amigos fueron mis ‘conejillos de indias’ para aprender el oficio.
En seguida de su casa, John tenía como vecino a Luis Miguel Carabalí, jugador de las divisiones inferiores del América, a quien peluqueaba con frecuencia y, como estaba aprendiendo, no le cobraba. Luis Miguel, a cambio, le hizo una promesa: “cuando sea grande, te voy a llevar al América para que le hagas el corte a los jugadores”.
En 2008 el profesor Diego Umaña ascendió a Luis Miguel al plantel profesional y el volante Jaime Córdoba, una de las figuras de aquel equipo campeón, le preguntó: ¿cómo haces para llegar todos los días como recién salido de la peluquería siendo un jugador juvenil, y nosotros, que ya somos profesionales, no? Luis Miguel le contó que su amigo el ‘Zarco’ le cortaba el pelo, y le dio el número telefónico.
Cuando Jaime Córdoba llamó a el ‘Zarco’ para que fuera al Hotel Plaza Versalles donde estaba concentrado el equipo para peluquearlo, John pensó que era una broma y colgó. ¡Qué me va a llamar a mí el jugador del América!, se dijo. Jaime Córdoba lo volvió a llamar y le juró que era el mismísimo volante revelación del fútbol colombiano. Ese día la vida de el ‘Zarco’ cambió para siempre.
— Con el teléfono en la mano, empecé a temblar. Y arranqué de inmediato para el hotel. El primero que me recibió fue Adrián Ramos, ‘el capi’. También estaban Víctor Cortés, John Valencia, además de Jaime Córdoba, a quien amo por la oportunidad que me brindó.
En el hotel, el ‘Zarco’ se subió al ascensor con varios de los jugadores. Siempre le ha tenido miedo a las alturas, y encima sentía los nervios de conocer a sus ídolos. Se desmayó en los brazos de Jhon Valencia. Después del susto, los jugadores lo empezaron a molestar. “Con esa ropa qué vas a ser barbero”, le decían. John iba para la iglesia.
Esa tarde peluqueó a Jaime Córdoba, a Pablo Armero, y a otros jugadores que le pagaron, cada uno, con un billete de $50 mil. El ‘Zarco’ cobraba $5 mil. Él les dijo que no tenía devuelta, que lo esperaran mientras iba a la estación de gasolina a cambiar los billetes. Los jugadores se reían. “Déjelo así”, le dijeron. Fue su primer gran sueldo como barbero. John lo invirtió en un mercado para su familia. En diciembre de 2008 América le ganó a Independiente Medellín la final. El ‘Zarco’ se convirtió en amuleto, el barbero ‘oficial’ del equipo.
— No tengo una relación contractual con América, no soy un empleado. Pero es como si lo fuera. Nadie me dice venga a la sede, pero donde yo no vaya un día… me llaman todos a decirme que dónde es que ando. Me regañan. Yo tengo que estar. Voy tres días antes del partido, para peluquear a toda la nómina. Para los jugadores, que a todas partes los persiguen las cámaras, es muy importante la imagen.
Tal vez por eso el ‘Zarco’ no está de acuerdo con una práctica frecuente en los equipos de fútbol: al jugador que va a debutar en el profesionalismo, lo calvean, le dejan parches de cabello. La idea es dejarle una especie de marca inolvidable para un día tan especial. Jhon presta sus máquinas. Alguna vez intercedió por uno de los juveniles del América para que no le hicieran eso y Jorge ‘el Pelícano’ Banguero, el capitán de entonces, le dijo: “si seguís así te calveamos nosotros”.
En el café, le propongo a el ‘Zarco’ describir al plantel actual del América a través de la manera en que se peluquean. Graterol, el portero, por ejemplo, se hace un corte jersey, tipo militar.
— Él es un ser humano hermoso. Siempre está feliz. Es muy respetuoso, es una persona temerosa de Dios.
El lateral Velasco en cambio no se peluquea con el ‘Zarco’. Con la llegada de la calvicie, se afeita por su cuenta. Lo mismo sucede con Marcos Mina, aunque Marcos sí prefiere que Jhon lo afeite. Al central Mosquera Guardia le corta el cabello desde 2012, cuando llegó por primera vez al equipo. Le gusta hacerse líneas, dibujos. En sus ratos libres, el ‘Zarco’ dibuja.
Adrián Ramos tiene su barbero personal, pero varias veces se peluquea con el ‘Zarco’.
—Prefiere cortes sencillos, como es él. En Villa Rica, donde nació, le dicen ‘el mismo’, porque Adrián es como ese pelado que se crió en el barrio, que todo el mundo amó y que nunca cambió.
John también admira la sencillez de Franco Leys, “el rey de los asados”, y de Rodrigo Holgado.
— De los argentinos siempre se dice que son agrandados, pero qué va. Son muy bellas personas. En general todos los jugadores. A mí me gustaría que la gente conociera esa parte humana, cómo son en el día a día. Seguro no los criticarían tanto en los momentos difíciles.
John sí que ha vivido momentos difíciles en América. Cuando el equipo descendió a la B, se deprimió al punto de no comer en tres días. Hubo un tiempo en que a los jugadores no les pagaron durante casi un año. Él no les cobró los cortes.
— Cuando salimos de la Lista Clinton por gestión del doctor Oreste Sangiovanni, y llega don Tulio Gómez con su familia, todo cambió para mí. Los jugadores me volvieron a pagar cinco veces más de lo que cobraba en mi barbería, como una manera de reconocerme el tiempo en el que no les cobraba.
En su infancia, el sueño de John no era ser barbero. En cambio se visualizaba siendo jugador del América. En su cuarto tenía afiches de los delanteros Julián Téllez y Julián Vásquez, sus ídolos. Y aunque jugaba muy bien, el problema era su talla. El ‘Zarco’ es flaco. Cuando iba a probar en los equipos, no le daban la oportunidad.
En El Desgarre Fútbol Club, el equipo de los empleados del América, es, sin embargo, titular. Hace unos años Jhon se vio en un partido del Desgarre jugando justo con Julián Téllez y Julián Vásquez. En la cancha, como sucede ahora en el café, se le salieron las lágrimas.
— En ese partido, Téllez me tira un pase gol y anoto. Después le hago yo un pase gol y él lo hace. Igual con Vásquez. Ese día me dije: cumplí mi sueño. Mi obsesión era ser futbolista, pero de algún modo la barbería me llevó a donde siempre quise estar, en América. Gracias a este oficio he viajado con el equipo, los jugadores me han dado premios cuando salimos campeones, hasta he dado autógrafos y entrevistas como esta: la vida de un jugador.
El sueño de John ahora es ver al América campeón de la Copa Libertadores. Y que en la sede se inaugure la barbería oficial de Cascajal. Ahora mira su celular. La señal de Internet se ha restablecido. Con una enorme sonrisa dice.
— Le ganamos 2- 1 al Cali por la liga femenina. A las muchachas les hago las cejas, gratis.