La pelota, tan caprichosa siempre como ella sola, supo atravesarse en las otras ilusiones de David González. La pelota lo hizo futbolista. La pelota lo convirtió en arquero. La pelota lo llevó por Argentina, Inglaterra, Turquía y Escocia. La pelota le dio cuatro campeonatos. La pelota le permitió conocer a su esposa, de origen británico y con la que tiene tres hijos. La pelota lo puso por tercera vez en el Deportivo Cali. Y la pelota lo llevará a dirigir un equipo de fútbol desde el banco técnico, cuando guarde definitivamente los guantes. El carné ya lo tiene.
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La pelota siempre. Siempre la pelota en la vida de David. Porque pudo ser músico de rock. Todavía lo acompaña su guitarra. O ingeniero químico. Estuvo un par de semanas en la universidad. O médico veterinario. Estudió un año. Pero la pelota no quiso que así fuera. Y ahora, con 37 años a cuestas, el curtido portero antioqueño, nacido el día de la independencia colombiana (20 de julio), sonríe cuando le preguntan por esas otras pasiones, como si afirmara con ello, sin necesidad de soltar palabras, que no se equivocó al preferir la pelota.
Llegó hace pocos días a las huestes del equipo azucarero. Independiente Medellín, su antiguo club y donde construyó una idolatría que le profesan los hinchas rojos, lo dejó libre y el Cali no dudó en traerlo. En el 2000 fue la primera vez que vistió esta camiseta. Era un muchachito y vino a prueba bajo las órdenes de un hacedor de arqueros, Carlos Portela. En el 2006 vino por segunda vez. Jugó la final y la perdió contra Pasto. Y ahora, con el pelo corto y una incipiente barba, lejos de aquella imagen del rockero que nunca fue, tiene la oportunidad de saldar esa cuenta pendiente.
Sentado en una banca de madera junto a los camerinos de la sede deportiva del Cali, en Pance, David habló con El País antes de viajar a Bogotá, donde los azucareros tendrán su primera prueba de la temporada, en el Torneo Espn, al lado de América, Millonarios y Santa Fe. Habló del rock, sus gustos y pasiones. Y, por supuesto, de la pelota. Siempre la pelota.
¿Es David un rockero?
Desde niño me ha gustado tocar guitarra clásica y en una época, en Medellín, colaboré para la grabación de un disco de una barra y desde ahí quedé como ‘el rockero’. Inclusive, pensaron que esa era mi banda, pero en realidad lo único que hice fue mover los dedos en la guitarra en un par de canciones. De hecho, esa fue la primera vez que toqué una guitarra eléctrica.
Pero pudo ser rockero...
Ese es el género musical que más me gusta, pero también escucho salsa y, obligadamente, el reggaeton, por el medio en que vivimos. Nunca tuve una banda de rock ni he dado conciertos o algo que se parezca, pero no me molesta que me identifiquen como ‘el rockero’. Siempre me ha acompañado la guitarra, pero la uso en la casa, con mis hijos.
Y usaba también el pelo largo, como los rockeros...
Claro, y eso ayudaba a que me identificaran como tal. Cuando empecé a tocar guitarra estaban de moda Guns and Roses, U2, The Cure, y me gustaba verme de esa manera, pero no porque imitara a Slash, el guitarrista de Guns, por ejemplo, simplemente era mi ‘look’.
¿Y qué pasó con el pelo? Ahora lo usa corto...
(Risas) Sí, los años llegan, ahora me estoy quedando calvo.
¿En qué momentos toca guitarra?
En distintas ocasiones, en la casa. Cuando estoy solo, me gusta interpretar canciones de Ed Sheeran, Andrés Calamaro, Los Rodríguez, esa vieja guardia del rock en español. Y cuando estoy con los niños, dejo el rock a un lado y les toco canciones infantiles, reggaeton.
¿De dónde nació la afición por la música?
Es familiar, mi abuelo era un músico total, tocaba piano, guitarra, violín. De allí, ese gusto pasó a mis tíos y mi mamá, a quien escuchaba tocar guitarra y siempre le dije que me gustaba ese instrumento, que quería tocarlo, hasta que empecé a tomar clases.
Pero pudo más la pelota...
Siempre. Uno no debe privarse de las cosas, hay unas que prevalecen sobre las otras, pero estas no deben desaparecer. Hay tiempo y espacio para realizar muchas cosas aparte del fútbol, aunque la pelota siempre ha sido mi vida hasta hoy.
Tiene ya 37 años. ¿Está cerca el retiro?
Te mentiría si te digo que no lo he pensado. Hace dos años tengo una idea muy clara de lo que quiero ser cuando guarde los guantes, pero no me voy a poner una fecha límite para ello.
¿Qué es eso que tiene claro?
Quiero desempeñarme como técnico de fútbol. Ya estudié y me gradué en la Asociación de Fútbol Argentino. Esa es mi ilusión.
Y la ilusión de ahora, con el Cali, ¿cuál es?
El Cali es un club muy grande y saber que a mis 37 años vengo a aportar, me llena de satisfacción. La ilusión es clara, hay que ser campeones. Estoy feliz de vivir esta experiencia con nuevos compañeros, nuevo cuerpo técnico, la expectativa es enorme.
¿Qué es lo mejor que le ha dejado el fútbol a David?
Los comienzos fueron con mucho ímpetu, éxtasis, porque cuando uno empieza se siente invencible y la fama hasta te cobra. Cuando fui al exterior sufrí, porque cuando no eres titular, eso te tortura. Vino luego una lesión de tobillo que partió en dos mi vida, porque me di cuenta de qué era realmente lo importante. Cambié como ser humano, en mi manera de pensar, de vivir, de comer, y desde entonces disfruto cada día que el fútbol me regala, tratando de digerir los momentos malos, porque cuando 50.000 personas te chiflan en un estadio te afecta, quien diga que eso lo motiva es porque tiene un tornillo suelto. Entonces, lo que hay que hacer es disfrutar esos pocos buenos momentos que te da la pelota.
Llega al Cali con una cuenta pendiente, por aquel título que se escapó en la final del 2006 frente a Pasto...
Los títulos se ganan desde el primer día, haciendo grupo, familia, tratando de que todos jalemos para el mismo lado, pero un campeonato no puede convertirse en un karma. Es un punto fijo adonde todos tenemos que mirar.
Se ve en usted a un hombre estructurado, con ideas claras y bien expresadas. ¿Nunca quiso estudiar una carrera en la universidad?
Arranqué dos veces. La primera, cuando terminé el colegio, quise estudiar ingeniería química y a las dos semanas me vine para el Cali, en el año 2000, a trabajar como arquero bajo las órdenes de ese maestro que era Carlos Portela. Me había retirado de Atlético Nacional y era dueño de mis derechos. Estuve seis meses en el Cali. Luego, en el 2002, ingresé a la universidad para estudiar medicina veterinaria, hice dos semestres interrumpidos, porque jugaba con Medellín y estábamos en Copa Libertadores. Y hace poco me gradué como técnico de la Asociación de Fútbol Argentino. Siempre he sido inquieto por aprender, me considero autodidacta y leo mucho, hasta el punto de ponerme la meta de superar cada año el número de libros leídos.
¿Qué está leyendo ahora?
Leo un libro que se titula ‘De animales a dioses’, de un escritor israelí de nombre Yuval Noah Harari. Trata de la historia del hombre como raza y su desarrollo permeado por la religión, la sociedad, el sistema económico, etc.
¿Y cuando no hay una pelota, una guitarra o un libro, qué más hace?
Además de compartir con mi esposa y mis hijos, soy fanático de la NBA y juego tenis, pero mi verdadero placer es la pelota.
¿Cuál es la liga internacional que sigue por televisión?
La inglesa, pienso que es la mejor, la más competitiva. Allí jugué, de allí son mi esposa (Cara) y mis hijos (Sofía, Matías y Olivia).
¿En su casa se habla inglés o español?
Ambos idiomas. Mi esposa habla muy bien español, yo hablo bien inglés, pero entre los niños sí predomina esta última lengua.
¿Y las costumbres paisas?
Siempre conmigo. Mi esposa cocina muy bien y hace fríjoles, arepa. Cuando vine al Cali en el 2006, ya casado, a ella le gustaba el sancocho, el champús, nos adaptamos muy fácil. No hay que ser cuadriculado.
Pero tiene algo de vallecaucano también...
Mucho, que un jugador pase tres veces por un club vallecaucano, no es casualidad. Las cosas en la vida pasan por alguna razón en especial y quién dice que no podremos salir campeones aquí o que termine mi carrera en el Cali y continúe como entrenador.
¿Quién es el mejor arquero del mundo?
Lo de Buffon es intachable, como lo que hizo Casillas, pero mi arquero preferido es Joe Hart, que con la llegada de Guardiola al Manchester City tuvo que buscar otro rumbo.
¿Era impajaritable su salida del Medellín, donde es ídolo?
No lo sé. Esa respuesta no la tengo, pero aprendí a no mirar para atrás ni tener rencores. Mi cabeza ahora está cien por ciento con el Cali.
Cuando supo que venía al Cali y aún estaba Pusineri, ¿cómo asumió las declaraciones internas que hizo el técnico contra usted?
También aprendí a alejarme de las redes sociales y las noticias que no te aportan. Soy autocrítico y sé qué hago bien y qué hago mal.