El mejor central de Suramérica hasta hace unos años revoloteaba por la Plaza de Cayzedo y el Puente Ortiz. Se llamaba Henry Caicedo pero le decían 'La Mosca' desde que era muchacho en el barrio Benjamín Herrera de Cali. El cuento es por un amigo al que llamaban así y con el que andaba por todos lados jugando fútbol; hasta que el pelado se mudó con la familia para un pueblo y le dejó el apodo de herencia.

Así lo reconocieron cuando se hizo profesional. Así lo anunció por la radio el fallecido locutor cubano José Pardo Llada, el día que debutó haciendo pareja con Óscar López. Era 1971 y la voz caribeña de Pardo lo anticipó con la cautela de una buena noticia que apenas iba a suceder: “Hoy debuta La Mosca Caicedo...”, se amplificó en el AM de la ciudad.

Al equipo verde llegó jovencito, de la mano de Víctor Celorio: un veedor que lo encontró jugando torneos infantiles amateur. La primera vez que saltó a la grama del Pascual Guerrero con la plantilla profesional tenía 16 años y desde ese momento conformó nóminas en las que estuvo al lado de históricos como Miguel Escobar, Pedro Zape, ‘Moño’ Muñoz, ‘Pecoso’ Castro, Scotta, Benítez, Lallana, Yudica. Alto, rápido, elegante, bravo, se mantuvo en la Selección Colombia durante casi toda la década del 70.

Después de haberlo dirigido en el Cali que en 1978 disputó la final de la Copa Libertadores, Bilardo se lo llevó a jugar a Estudiantes de la Plata a donde aterrizó antecedido del cartel que el mismo ‘Narigón’ le colgó al cuello, declarando que en el continente no existía otro zaguero con sus características: Henry ‘La Mosca’ Caicedo es el mejor central de Sudamérica, había sentenciado el estratega. Pero Buenos Aires que es un tango, y Henry que era tan débil por la noche, se perdió revoloteando por las calles argentinas. Su carrera profesional duró 17 años. Se retiró de 33, jugando en el Deportes Quindío.

Entre 1983 y 1986 trabajó con las divisiones inferiores del Cali. Hasta que más tarde otra vez se extravío. Y otra vez y otra vez. Como un delantero obstinado en pasarle por encima a pesar de la resistencia y las patadas de Henry. Y otra vez y otra vez, sin importar que ese fuera el central que anuló a Pelé en el Yankee Stadium de Nueva York, cuando en 1972 el Cali se enfrentó al Santos de ‘Orei’ en un amistoso. Y otra vez y otra vez. Como el matamoscas que se abanica de nuevo sobre el vuelo del insecto. Hasta que en el año 2000 con la ayuda de varios exdirectivos, viajó a Cuba y se rehabilitó.

Algunos de sus días los ocupaba entrenando el equipo de una empresa. Otros se los rebuscaba con los mandados que le encargan en una Notaría.

Y los domingos de sol jugaba en el barrio Olímpico, con veteranos del fútbol que también eran sus amigos, como ‘El Maestro’ Arboleda y Miguel Escobar. Con el ‘Maestro’ y el ‘Barby Ortiz’ se reunía en la Plaza de Cayzedo ya en otros días de la semana y para otras ocasiones. Tal vez ese fue su lugar favorito de la ciudad, decía sin decirlo. Vivía en el barrio San Fernando pero cada que podía, cada que no llovía, se iba caminando hasta la plaza para sentarse a ver cómo pasaba la vida por ese cruce de caminos del centro de Cali, sembrado de palmas y jubilados, que crecen entre la catedral, el puente Ortiz, el Palacio Nacional y la Dian.

Por ahí no faltaba quien lo reconociera: ¡Mosca!, ¡Mosca!, se escuchaba a la distancia, entre las palmas que se alargan inalcanzables y los jubilados que llenan las bancas. Entonces Henry contestaba como correspondía, sonreía como ‘La Mosca’ Caicedo, el mejor central del continente...

Este miércoles, a los 70 años, se conoció la muerte de uno de los defensores de mayor calidad que se haya visto en las canchas del país.

Luego de sufrir hace un año un accidente cerebro vascular que deterioró su salud, Henry no resisitió más los embates de la vida y se despidió dejando un gran recuerdo entre los seguidores de su amado Deportivo Cali y de quienes lo admiraron cuando vistió la camiseta de la Seleción Colombia.

En 2017 le concedió a El País una de sus últimas entrevistas en vida, donde recordó lo que fue su carrera futbolística.

¿Cómo fueron sus inicios en el fútbol?
Inicié en las divisiones menores del equipo del barrio Benjamín Herrera. Salí a jugar un torneo infantil. Después pasé al Cali, me contrataron para ir a las inferiores y ahí fui creciendo. Llegué al Cali en el año 66, después del título del 65. Me agradó mucho ese club, me fui a probar y quedé.

¿Quién lo apodó la ‘Mosca’?
Eso fue en mi barrio, en el Banjamín Herrera. Había un amigo que le decían la ‘Mosca’ y jugábamos fútbol juntos. Él se fue para un pueblo y entonces me empezaron a decir a mí la ‘Mosca’ porque yo mantenía con él, y porque era muy mosca en el fútbol (risas). Yo jugaba muy similar a él, también era central. Jugábamos en el equipo del barrio.

¿Siempre fue hincha del Cali?
Siempre he sido hincha del Cali, desde niño. Mis padres en la casa y mis hermanas, todos caleños.

¿Qué técnico lo recibió en el Cali?
En ese tiempo el técnico del equipo era ‘Pancho’ Villegas.

¿’Pancho’ Villegas fue el que lo vio?
Sí, cuando él me vio me puso a jugar con Miguel Escobar, y me dijo: 'tú tienes que ser un gran jugador porque estás en el Cali, y para eso te tienes que preparar'. Al año siguiente ya estaba jugando en la profesional a los 16 años.

¿Qué indicaciones le dio ‘Pancho’ Villegas?
‘Pancho’ me decía: “jugá tu fútbol, pero acuérdate lo que te dije, marca bien, marca siempre”. También hacía mucho énfasis en los cierres, que fuera preciso y que encimara a los rivales.

¿Contra qué equipo debutó?
Mi primer partido fue contra Bucaramanga en el 71, perdimos 2-1 aquí en Cali. Jugué bien ese día, pero salí aburrido por el resultado. Jugué al lado de Óscar López. Recuerdo que José Pardo Llada decía: 'debuta la ‘Mosca’ Caicedo'. Incentivaba a la gente a ir al estadio.

¿Qué recuerda de su primera etapa en el Cali?
Muchas cosas porque jugué con gente muy importante dentro del fútbol: Miguel Escobar, Pedro Zape, ‘Moño’ Muñoz, ‘Pecoso’ Castro, Scotta, Benítez. Inicié con jugadores buenos como Lallana y Yudica.

¿Cuáles son sus mejores recuerdos en sus inicios?
Me acuerdo mucho que cuando jugaba en el equipo del barrio y en equipos amateurs e infantiles, me viene a buscar don Víctor Celorio (veedor del equipo verde), me fue a buscar en una cancha del barrio Salomia y cuando terminó el partido me dijo: 'usted va para el Cali'. Y yo le respondí: '¿Cómo así señor?', porque no lo conocía. Entonces él me comentó: 'sí, me han mandado a buscarlo del Cali, para que se presente mañana'. ¡Qué sorpresa tan grande!, sentí mucha alegría porque iba a jugar en el equipo de mi vida. Cuando fui a la casa le di la noticia al viejo y me dijo: 'Bueno, entonces quién va a hablar conmigo'. Le conté que iba a venir un directivo del equipo a la casa e iba a pedir la autorización para poder jugar en el Cali. A parte de ser muy pequeño, era mejor que todos, yo me creí el cuento y así fue. También me siguieron del América.

¿Por qué escogió ser defensa y no jugar en otra posición?
Siempre me gustó defender. Tenía muchas condiciones para salir bien con el balón desde atrás, para pegarle desde afuera. Me gustaba anular las jugadas del contrario. Desde niño, cuando jugaba con Danubio, en el equipo del barrio, siempre me gustó ser defensa.

¿Un ídolo de su juventud?
Óscar López, el mejor central que ha tenido Colombia en su historia. Tuve la suerte de compartir con él en varias prácticas que hacíamos en el Limonar. Le aprendí muchas cosas: encimar, ir arriba, a pegarle bien a la pelota, hacer los cierres precisos, pero más que todo ir arriba. Él era un central de mucha categoría.

¿Qué hacía las horas previas al partido?
Antes de los partidos permanecía concentrado con el resto del equipo. Las concentraciones se hacían en el Hotel La Merced y en el Hotel Aristi. A Bilardo le gustaba mucho concentrar en esos hoteles por la comodidad de todos nosotros. Y ganábamos porque nos concentramos bien.

¿Qué cábalas tenía antes de los partidos?
No era de cábalas, yo solo le pedía mucho a mi Dios que me fuera bien. Y me fue bien. Fui el mejor.

¿Y después del partido que hacía?
Compartía con mis amigos y amigas, tuve muchas amistades en esa época. A veces me iba a mi casa a Capri a descansar o también me iba de rumba. Ya uno libre, después de haber terminado el compromiso y haber ganado, porque siempre gané, me iba a Juanchito a divertirme con los amigos del equipo: Pedro Zape, Miguel Escobar, Álvaro Contreras. Los argentinos Scotta y Benítez no iban, después de los partidos no los veíamos más, se iban a la casa esos locos (risas). Me gustaba ir a la discoteca Changó con las amigas, las amigas que no pueden faltar, ahí tomábamos aguardiente. La gente nos admiraba mucho en la rumba porque éramos ídolos. Estábamos por ahí hasta las tres de la mañana y después nos íbamos para la casa, la pasábamos bien.

¿Alguna vez llegó enguayabado a un entreno?
Sí, claro. Pero nunca ofendí ni a los muchachos ni a ningún miembro del club. El lunes, después del partido del domingo nos daban día libre y el martes llegaba tomado al entreno, pero siempre trabajé bien.

¿Cada cuánto toma aguardiente?
Yo en la semana tomo una o dos veces hablando con la gente. Como soy un tipo admirado en el fútbol. Aprovecho y comparto con todo el mundo, la paso bien.

¿Cómo es un día en la vida de la ‘Mosca’ Caicedo?
Casi todos los días estoy en la Plaza Caicedo, conversando con la gente, soy amigo de todos. Mantengo por el centro, dando vueltas y por el CAM, me siento a tomarme mis cervecitas (risas). Otros días voy y dirijo equipo de jóvenes cuando me llaman.

¿Dónde vive ahora?
Ahora estoy viviendo en San Fernando, cerca del estadio.

¿A qué horas se acuesta los días que está en su casa?
Yo por lo regular soy muy casero, llego temprano a mi casa, me gusta acostarme temprano, a las nueve ya estoy dormido. No me gusta mucho la noche. Cuando estaba joven sí salía mucho. En la casa me gusta estar con mis tres hermanas viendo televisión. Trato de comer bien. También leo libros, me gustan mucho los de García Márquez, el que más recuerdo es el de Cien Años de Soledad porque lo ayuda a reflexionar a uno.

¿En qué se viene para la Plaza Caicedo?
Caminando, me gusta caminar por la ciudad, desde que estaba joven le tuve pavor al carro. Vi mucha gente accidentada cuando estaba muchacho y eso me impactó mucho, por eso nunca compré carro. Una vez un bus me atropelló cuando iba caminando, iba solo. Me tiró al piso. Afortunadamente no fue nada grave.

¿Por qué le gusta permanecer en la Plaza Caicedo?
Veo mucha gente conocida, me distraigo mucho interactuando con amigos como el ‘Barby’ Ortiz y el ‘Maestro’ Arboleda.

¿Cuál fue su último trabajo?
Duré tres años dirigiendo a las divisiones menores del Cali, hasta que llegaron los problemas de droga y salí. Después he estado dirigiendo equipos de jóvenes de varias compañías.

¿Cúal es su comida preferida?
La carne asada me gusta mucho. Me acostumbré porque en esa época con los argentinos hacían asado a cada rato en el club. Benítez, Scotta y Bilardo se encargaban de eso. Daban carne a lata.

¿La música que más le gusta?
La salsa. Me gusta mucho la música de Willie Colón, Héctor Lavoe y Richie Ray. Disfrutaba esa música y me iba para Juanchito a bailar (risas).


¿Qué otros jugadores importantes salieron de su barrio Benjamín Herrera?
Salieron Jorge Ramírez Gallego, Víctor y Pedro Solarte. El fútbol del barrio le daba fortaleza a uno para llegar bien a la profesional.

¿Se considera uno de los mejores centrales que tuvo Colombia?
Fui el mejor central de Colombia y Sudamérica, jugaba muy bien. Yo soy una estrella del Valle del Cauca.

Cuénteme de su paso por la Selección Colombia…
Fui convocado desde el 70 hasta el 82. Mi primer llamado fue para los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Panamá. El segundo fue en los Juegos Olímpicos de 1972, en Múnich. Fue un honor vestir la camiseta de la Selección.

¿Qué clase de entrenamientos hacía en las prácticas para mejorar el salto?
Trabajamos mucho la pelota quieta, había que exigirse al máximo para ganarle al contrario y cabecear. En lo físico eran 20 minutos trotando en todo el campo, hacíamos 10 o 15 vueltas. Después venía el trabajo con el balón, dominando con la cabeza. También nos ponían bancas para adquirir más capacidad de salto. Yo saltaba todo eso, nunca fallé.

¿Bilardo fue el mejor técnico que tuvo?
Carlos Bilardo fue el más grande, el mejor de todos, me dio una formación importante. A parte era un buen compañero y un amigo muy especial, le aprendí mucho. Siempre me decía que tenía que ser el mejor, que me cuidara, que comiera bien, que descansara y que me recuperara bien.

¿Por qué Bilardo eran tan especial con usted?
Desde el momento en que llegó a Cali, yo lo admiraba mucho, lo seguía desde mucho antes que fuera técnico. Lo seguí cuando fue jugador de Estudiantes de La Plata, el primer club de Sudamérica en ser campeón del mundo. Cuando llegó Bilardo como técnico yo le hablaba de ese equipo de Estudiantes y él se sorprendía, me decía: 'vos sabes mucho de fútbol'. Y yo le contesté: 'ese fútbol de ustedes era impresionante, yo lo oía en mi radiecito'. Como técnico, para mí era un honor que nos dirigiera un campeón del mundo como Bilardo. También iba a mi casa a almorzar, mi papá lo invitaba y compartimos mucho con la familia.

¿Cada cuanto habla con Bilardo?
Casi una vez al año hablamos. Él me llama a la casa y conversamos de fútbol y recordamos épocas. El año pasado fue la última vez que charlamos.

¿Cómo recibía esos elogios de Bilardo, que decía que usted era el mejor central de Sudamérica?
Muy bien, era un orgullo para mí que una persona tan grande en el fútbol me haya calificado así. Un profesional y un doctor como Bilardo, que le diga eso a uno es mucho. Eso me agrandaba cada partido. Era un honor.

¿Cómo fue su paso por Estudiantes?
Allá estuve con Bilardo, pero no jugué porque tenía líos con las drogas. Trabajé con Bilardo, como ayudante del primer equipo.

¿Le sirvió mucho la rehabilitación que fue a hacer en Cuba?
Sí, fue muy bueno, muy positivo. Gracias a Dios salí de todo eso, me alejé mucho de esas vainas y no las volví a mirar. Estuve allá en Cuba desde el 98 al 99.

¿Cuál es el partido que más recuerda?
Recuerdo muchos los clásicos contra Millonario y Nacional, eran partidos muy difíciles. Pero a nivel internacional el que más me marcó fue la final de la Libertadores contra Boca Juniors en Argentina. Aquí empatamos 0-0 y allá perdimos 4-0. Pensábamos ser campeones de esa copa. Pero fue muy tenaz, sentíamos muy cerca la cancha, la gente nos gritaba ahí encima, lo aturdían a uno. Esa cancha temblaba.

¿Cómo se preparaban para enfrentar al América?
Se hablaba mucho en la previa, se decía que había que trabajar bien y ponerle amor a ese tipo de partidos. Lo más importante era darle esa alegría a la gente.

¿Cuál es el gol que más recuerda?
Se lo hice a Millonarios de tiro libre, de media distancia, casi de 20 metros. Le pegué fuerte y por encima de la barrera, y la puse en el ángulo. Ese golazo fue en el Pascual, en el año 78. En esa época Carlos Biasutto era el arquero de Millonarios. En total hice 30 goles, y como central.

¿Cuál fue el delantero más difícil que tuvo que enfrentar?
Pelé. Me tocó enfrentarlo en el Yankee Stadium de Nueva York, en un partido amistoso entre Cali y Santos en el 72. Me encantó haberme enfrentado a Pelé. Antes de empezar el juego lo abracé porque lo admiraba mucho, era el mejor del mundo. Afortunadamente lo anulé y gané el duelo porque ese día no anotó el hombre. El juego terminó 2-2. Recuerdo que a Pelé le preguntaron qué jugador le sorprendió y dijo: 'el número 3, el defensa colombiano, muito bom (muy bueno)'. Ese día le saqué el balón limpio, no lo toqué para nada, nunca me gustó frenar a nadie con una patada. Se la pude quitar fácil porque iba bien arriba, lo encimé y lo anticipé. Yo tenía una gran preparación física y tuve necesidad de recurrir a la violencia.

¿Otro delantero que recuerde, con el que se haya dado duro en la cancha?
El uruguayo Fernando Morena era duro. Con él había mucho roce porque iba fuerte arriba con los brazos. Lo enfrenté en Copa Libertadores cuando jugó con Peñarol.

¿Cuál fue la patada más dura que dio?
No recuerdo haberle pegado a alguien, siempre apostaba por sacar la pelota sin agredir al rival. Uno como central tenía que cuidarse porque en el área podía cometer un penalti.

¿Cuál fue el partido más malo que tuvo?
Contra Nacional, en Medellín. Empatamos 2-2. Ese día jugué horrible. Me ganó ‘Pacho’ Maturana por arriba, hizo gol de cabeza.

¿Cuál fue su último partido?
Me retiré en 1985 cuando estaba en el Quindío, esa vez jugué contra Once Caldas. Dejé el fútbol a los 33 años. Tenía mucho lío en ese tiempo.

¿Cuándo fue la última vez que fue al estadio?
Fui al Pascual hace tres años, era un partido Cali vs Nacional. Ahora me veo los partidos por televisión. No me gusta ir al estadio porque me da nostalgia ver que ya no salen jugadores de la calidad que había en mi época.

¿Cuándo fue la última vez que fue a la sede del Cali?
A veces paso por ahí por la sede social y saludo. A la sede de Pance no voy, queda muy lejos eso.

¿Cómo describe al Deportivo Cali como equipo?
Es una institución grande. Yo no he visto un club en el mundo que tenga una organización así, que tengan dos sedes, como la campestre y la social, eso es impresionante. Además del estadio. Todo lo tiene. Un club así, de esa categoría, tiene que estar arriba siempre.

¿Cómo ve ahora al Deportivo Cali?, ¿sigue los partidos?
Sigo sus movimientos como equipo, siempre he querido a la institución, la amo. En el rendimiento ha mejorado muchísimo. No es el Cali de de hace 20 años donde jugamos nosotros, pero tienen categoría, hay muy pocos equipos con esa categoría.

¿Cómo califica a los defensores de este Cali?
Son buenos, hay varios jugadores que han venido al equipo y se les ve condición, aunque les cuesta salir bien desde atrás, les falta más claridad. Ellos tienen que tener calidad, saber que están representando a un gran club que tuvo buenos defensas, donde estuvimos Miguel Escobar y Henry Caicedo. Entiendo a los jugadores que les cuesta porque es un puesto bastante complicado, es duro ser central. En el Cali se hicieron cosas muy buenas, que todavía se perciben, se ven. El equipo ha tenido algo muy importante en toda su historia: buen arquero, buenos centrales y goleadores.

¿El Cali le ha hecho alguna vez un homenaje?
Nunca. Pero me quedo tranquilo porque la gente me recuerda por lo que hice con el club. Fue una época muy buena. Teníamos mucha calidad, defendimos con honor el equipo, lo pusimos arriba.

¿Lo emociona el cariño de los hinchas del Cali?
Siempre, por donde vaya o por donde esté me saludan. 'Hola, Mosca. ¿Qué más, Mosca?'. Se toman fotos conmigo y me preguntan que hasta que año jugué.

¿Cuantos hijos tuvo?
Cuatro hijos varones y cuatro mujeres. Todos ya mayores de edad. Gracias a Dios se prepararon y trabajan. Ninguno de mis hijos quiso seguir en el fútbol. El mayor tiene mi nombre y ni así. Yo le dije: 'vos como no jugaste con ese nombre, y así con la talla que tenés (1,87m)”. Yo lo llevé al Cali, pero no siguió.

¿Guarda camisetas o guayos con lo que jugó?
Tengo camisetas del Cali, con la que fuimos subcampeones contra Boca. También de los equipos en los que jugué. Tenía unos guayos Adidas con los que jugué. Pero todo eso lo cogieron después mis hijos.