El Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe -CAF- y el Instituto Feira Preta y Plano CDE, presentaron en el marco de la COP en Cali, el primer estudio sobre afroemprendimiento en Latinoamérica.
El informe destacó que los emprendedores son en su mayoría mujeres, de hasta 39 años. En Colombia, el 52% de los emprendimientos afro están en manos de mujeres.
Aunque la mayoría de los encuestados están bancarizados, el 64% de los emprendedores utilizan la misma cuenta para fines personales y empresariales. El acceso al crédito es el principal cuello de botella. Tres factores principales contribuyen a esta dificultad: la excesiva burocracia, el elevado costo de los préstamos y, sobre todo, la discriminación racial.
El estudio, hecho en Argentina, Brasil, Colombia, Perú y Panama, también revela que al 44% de los emprendedores negros de Brasil le fueron denegadas sus solicitudes de crédito, mientras que entre los mestizos esta tasa es del 35% y entre los blancos del 29%. Esta situación lleva a muchos afroemprendedores a recurrir a fuentes informales de crédito, como amigos, familiares o incluso microcréditos productivos, lo que refuerza la exclusión financiera estructural a la que se enfrenta esta población.
Los emprendedores brasileños, en particular, prefieren ampliar los límites de sus tarjetas de crédito para financiar sus negocios, mientras que los argentinos buscan préstamos de agentes no bancarios. A la vez, los emprendedores de Colombia, Perú y Panamá recurren más a préstamos familiares o microcréditos.
Casi el 60% de los negocios se abrieron durante la pandemia.
Las conclusiones ponen de relieve que, a pesar de la innovación, la inventiva y la resiliencia presentes en las empresas dirigidas por personas negras, las barreras financieras y las relaciones con el entorno bancario siguen siendo grandes retos para el crecimiento de estas iniciativas.
“Estos datos tienen varios aspectos importantes: el primero es que ayudan a comprender los retos y a identificar las oportunidades del empresariado negro en estos países, con impactos, por supuesto, en todo el bloque. A partir de estos resultados, los gobiernos pueden implementar acciones para avanzar y apoyar programas y proyectos dirigidos a estas poblaciones”, afirma Eddy Bermúdez, coordinador de la Agenda de Diversidad Étnico-Racial de CAF - banco de desarrollo de América Latina y el Caribe.
Otro punto interesante revelado por el estudio es que los emprendedores negros tienen mucha confianza en la calidad de sus productos y servicios. Alrededor del 76% de los afroemprendedores brasileños encuestados confían mucho en su capacidad para producir servicios o productos de alta calidad. En cambio, esta cifra desciende al 44% cuando se trata de la confianza para vender sus productos o servicios. En los demás países, los números son del 66% y el 53%, respectivamente.
“La confianza de los emprendedores negros en sus creaciones, ya sean productos o servicios, y también en cómo estructuran sus negocios es esencial, porque además de reforzar una identidad cultural, establece definitivamente un mercado específico de consumo, desafiando a menudo estereotipos y prejuicios que pueden afectar negativamente la percepción que el mercado tiene de las empresas lideradas por personas negras”, comenta la directora de Feira Petra.
Los investigadores descubrieron que hay una mayor inseguridad en cuanto a la capacidad de crear y reforzar redes de socios, especialmente en Panamá. Solo el 35% de los encuestados se siente muy confiado en su capacidad de crear asociaciones para dirigir su negocio. A la hora de asumir riesgos, el 51,4% se siente muy confiado.
En cuanto al compromiso con las cuestiones raciales, el 89% de los entrevistados cree que las empresas deberían involucrarse. Además, consideran que su negocio es un emprendimiento antirracista.
“La creencia de que las empresas deben involucrarse en temas raciales sugiere que el emprendimiento negro quiere, obviamente, obtener beneficios, pero no se limita a eso, ya que también pretende desempeñar un papel activo en la transformación social. El enfoque antirracista demuestra que estas empresas son conscientes de las desigualdades estructurales y tratan de combatirlas alineando sus valores con la práctica empresarial”, subraya Eddy Bermúdez.
Según el estudio, las empresas son consideradas antirracistas no solo por sus intenciones declaradas, sino también por sus prácticas: están dirigidas por personas negras y atienden principalmente a clientes no blancos. Esto indica que, además de crear oportunidades de inclusión económica, estas iniciativas contribuyen a la creación de espacios de consumo y pertenencia, reforzando identidades y comunidades que históricamente han sido marginadas.
Esta identidad afroemprendedora también se refleja en el firme compromiso de mejorar las condiciones de vida de la comunidad afro, ya sea mediante productos y servicios que satisfagan necesidades específicas o la valorización de prácticas culturales.