Con el reajuste de $600 en el mes de junio, que se suma a las alzas de meses anteriores, el precio promedio de venta al público de la gasolina corriente en el país se ubica en $12.367.
Entre tanto, el precio promedio del diésel se mantiene como a comienzo de año en $9.065 galón.
Johan Montealegre, director económico de la Federación Colombiana de Transportadores de Carga, Colfecar, con más de 160 empresas de transporte, paquetería y mensajería que mueven el 80 % de la carga nacional, indicó que en su caso, el alza en la gasolina impacta sobre todo los servicios de paquetería y mensajería que se realizan en motocicleta, camionetas y vehículos tipo Carry.
La preocupación, advirtió, es que todos los meses está aumentando el precio de este combustible y, por ende, estos servicios que se prestan en las ciudades. “Como sector hemos planteado la necesidad de revisar las fórmulas que actualmente se usan para fijar los precios, tanto de la gasolina como del diésel, ya que los costos por ese rubro se han incrementado en un 20,6%, lo que definitivamente se traslada al valor que percibe el consumidor final”, indicó.
En este mismo sentido se pronunció Nidia Hernández, presidente ejecutiva de la entidad, quien aclaró que, aunque los costos apenas se están calculando, “te doy una cifra: el combustible representa el 40% de los costos de transporte y con el impulso del e-commerce por la pandemia, la mayoría de las entregas urbanas se hace en moto”.
De otro lado, Julio César Alonso, director del Centro de Investigaciones en Economía y Finanzas, Cienfi, de la Universidad Icesi, comentó que “definitivamente el aumento del precio de la gasolina genera una presión sobre los precios, lo cual se traduce en inflación”.
Sin embargo, anotó que el costo de no hacer el ajuste en precios sería más alto.
“El costo fiscal de mantener el precio de la gasolina bajo es muy alto. Si no aumentamos ese valor, el Gobierno se endeuda más o sube los impuestos, así que es necesario cerrar la brecha entre el precio que pagamos y lo que realmente cuesta”, reiteró Alonso.
Por eso se prevé que con alzas mensuales de $600, al final del 2023 la gasolina llegue a $16.000.
Los más afectados
Juan Pablo Herrera, decano de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia, expresó que cuando se habla del alza en el combustible, hay que reconocer que hay varios sectores que se ven afectados como los servicios de transporte público individual, así como hay una incidencia directa en labores que, en las diferentes ciudades del país, generan algún tipo de actividad económica como es la movilización de motocicletas.
“Hay varias actividades de transporte que requieren gasolina, con lo cual, básicamente, estaría pensando en que hay una afectación directa sobre la cadena de valor de muchos bienes y servicios que terminaría pagando el consumidor final”, señaló el economista.
Édgar López, vocero de los vendedores de la Plaza de Mercado Santa Elena, coincidió en que el alza en los combustibles afecta a todos los colombianos, pero particularmente a domiciliarios y transporte particular.
A la galería, enfatizó, van unos 15 mil tenderos que no llegan en camiones a diésel sino en camionetas con gasolina a recoger su mercancía para llevarla a distintos sitios de la ciudad. Igual sucede con los domiciliarios.
Agregó que “no sé en qué está pensando el Presidente con esa medida, porque está afectando a la gente que juró defender, que somos nosotros, los trabajadores, comerciantes informales, vendedores ambulantes. Esto encarece todo”, subrayó.
El comerciante aseguró que todo lo que impacte el bolsillo del consumidor afecta las ventas porque ahora la gente tiene que vivir al día a día, “ya no va a la galería sino a la tienda a comprar una libra de arroz y no compra un panal de huevos sino solo dos”.
Entre quienes consideran que esta política es positiva está Jorge Restrepo, docente de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, quien subrayó que “la más afectada es la clase media y alta, propietaria de vehículos de transporte particular, por la reducción de subsidio”.
Dijo que aquellas empresas en las que la estructura de costos tenga una mayor participación de combustibles, tendrán un mayor efecto, pero “es solo una fracción”. Pero considera que “es una medida, desde esa perspectiva, progresiva y conveniente de forma individual. Vale la pena aplaudir y acompañar esa reducción del subsidio a los combustibles y pedir que el Gobierno la acelere”, insistió Restrepo.
Estaciones de servicio y taxistas
Jairo Gómez, presidente de la Junta Directiva de la Federación Nacional de Distribuidores de Combustible y Energéticos, Fendipetróleo, manifestó que hay preocupación desde el sector de distribuidores de combustible porque “mucha gente a raíz de esto, y a la desaceleración económica, empieza a restringir los consumos de gasolina y termina echando $10 mil todos los días para sus vueltas diarias y está comprando menos galones. Esto termina redundando en que los volúmenes de venta en galones se nos van a reducir”.
Jhonny Rangel, director de la Mancha Amarilla en Cali, afirmó que es el sector de transporte público de pasajeros es el más perjudicado con el alza en los combustibles. “Los taxistas nos hemos visto altamente afectados con estos incrementos que primero fueron de $400 y ahora de $600. El Presidente prometió al gremio de los taxistas que iba a tener unas tarifas diferenciales en los combustibles, por eso el pasado 22 de febrero hicimos una movilización, a nivel nacional, solicitándole que cumpla con su palabra de no incrementar el precio de la gasolina o fijar una tarifa diferencial”.
Precisó que el taxi es su microempresa y medio de sustento, además de ser un servicio esencial para la comunidad, razón por la cual hizo un llamado al Gobierno a tener en cuenta la difícil situación económica por la que atraviesa este medio de transporte, después de la pandemia y el estallido social, que tiene a muchos carros guardados y hasta abandonados.