Por Valentina Moreno Rosero, subeditora de Medios Sociales de El País
Hacia las 10:00 de la mañana y luego de casi dos horas de recorrido en lancha, al Archipiélago de La Plata, en zona rural de Buenaventura, llegó un grupo de inspectores y oficiales de la Dirección General Marítima, Dimar, a realizar una actividad con la que soñaban más de 20 lancheros de la zona.
Ese anhelo, en realidad, fue una ‘matriculatón’ con la que se buscaba legalizar las embarcaciones artesanales que son propiedad de los habitantes del territorio ancestral colectivo del Consejo Comunitario de las Comunidades Negras de Bahía Málaga, el cual está conformado por pequeñas islas conocidas como La Plata, Miramar, La Sierpe y Mangaña.
Para llegar a La Plata, el lugar elegido para dicha actividad, el trayecto inició a eso de las 8:00 a.m., en la Capitanía de Puerto de Buenaventura, desde donde zarpó una pequeña lancha, con cupo completo y ‘capitaneada’ por Saúl Valencia, uno de los lancheros oriundos de Bahía Málaga que lideraba el anhelado evento.
El recorrido estuvo acompañado de un incandescente sol, que a ratos se escondía para darle paso a una serie de lloviznas, que le quitaban protagonismo a la inmensidad del océano y que, además, pusieron a prueba las condiciones de seguridad de la embarcación, que era precisamente lo que los instructores iban a inspeccionar en cada una de las lanchas del territorio.
El viaje a mar abierto fue toda una aventura, pero la verdadera experiencia comenzó cuando el paisaje dejó de ser solo el azul del océano y cientos de palmeras, coloridas embarcaciones y pequeñas casas empezaron a visualizarse, al tiempo que la lancha atracaba en un muelle artesanal, que era la ‘puerta’ de entrada a una población catalogada como un ‘territorio de paz’.
Al desembarcar, la bienvenida estuvo a cargo de dos pequeños niños quienes, corriendo en ‘chanclas’ y a punta de sonrisas y travesuras, fueron un ‘abrebocas’ de lo que encuentran quienes visitan el Archipiélago, a una comunidad que se ha enfocado no solo en cultivar sus tradiciones y cultura, sino también en conservar sus atractivos naturales y biodiversidad.
Una vez ya instalados en el lugar, los instructores y oficiales de la Dimar realizaron inspecciones técnicas a las lanchas de los habitantes de la comunidad y verificaron los requisitos mínimos de seguridad requeridos, entre ellos, que cada una tuviera equipo para la navegación y comunicaciones, así como chalecos, aro salvavidas, remos, botiquín y extintor.
Durante la jornada, un total de 26 pequeñas embarcaciones adelantaron sus trámites de registro ante la autoridad marítima colombiana para continuar realizando sus labores, pero ahora formalmente: 20 para el transporte de pasajeros, 4 para actividades de carga y 2 para pesca artesanal.
Al respecto, el teniente de Navío Juan Callejas, jefe del Área de Marina Mercante de la Capitanía de Puerto de Buenaventura, explicó que la ‘matriculatón’ tenía como objetivo el fortalecer la seguridad marítima en la región y en beneficio de las comunidades, esto teniendo en cuenta que en esa población todas las actividades económicas están ligadas al transporte por medio de lanchas.
“Es una comunidad alejada del casco urbano, los lancheros tienen sus conocimientos ancestrales y han construido sus embarcaciones de forma artesanal, pero era necesario que se legalizaran para que, nosotros como autoridad, garantizáramos que ellos sí cumplen con todos los requisitos para, entre otras, transportar turistas y pescar”, dijo el teniente de Navío Callejas.
La jornada de ‘matriculatón’ de lanchas en Bahía Málaga, que se llevó a cabo el pasado 22 de mayo en La Plata, contó con la participación de la Dimar, el SENA, la Alcaldía de Buenaventura y la empresa Tecnofibras Fernain. Además, desde la Dimar detallaron que, al haberse legalizado, estas lanchas ahora cuentan el registro de matrícula de las mismas, lo cual acredita la idoneidad de las embarcaciones.
Y es que, para los habitantes de este Consejo Comunitario, las lanchas no solo son su medio de transporte, sino también la herramienta principal de su sustento económico, el cual está asociado a la pesca artesanal, el transporte de pasajeros y de carga, así como el ecoturismo y el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales.
“Pudimos matricular nuestras lanchas, eso es vital porque así estas quedan formalizadas y así podemos no solo navegar cumpliendo con todos los requisitos legales, sino estar preparados para enfrentar complicaciones técnicas o naturales asociadas con el clima y la marea, cuando desarrollamos nuestro trabajo en alta mar”, mencionó Saúl Valencia, quien es el representante legal de los lancheros.
Sobre la formalidad de las embarcaciones, la Dimar precisó que en la región actualmente hay más de 466 naves en funcionamiento, 78 empresas de servicios marítimos, 30 empresas de transporte marítimo adscritas a la Capitanía de Puerto de Buenaventura y que, además, hay más de 3.200 licencias de navegación activas para movilizar distintos tipos de carga.
“Hay un crecimiento constante, el Puerto de Buenaventura es uno de los más importantes de América Latina. Actualmente, moviliza más del 53% del comercio internacional del país, implementando mejoras en su infraestructura y tecnología, aumentando su eficiencia y competitividad”, indicó la Dimar sobre el porqué era necesario que los lancheros formalizaran sus medios de trabajo y transporte.