Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes

Sucedió en 1954. Un grupo de empresarios antioqueños se unieron para entregarle a cada uno de sus trabajadores un subsidio monetario por cada uno de sus hijos. Eran tiempos como los actuales, el costo de la vida por lo alto y los salarios cada vez más bajos. De alguna manera, se necesitaba compensar a los empleados que no obtenían los recursos suficientes para sostener a sus familias.

A los empresarios se les ocurrió donar el 4% del costo de su nómina para crear un fondo y entregar el subsidio. Fue así como nació la primera Caja de Compensación Familiar en Colombia, Comfama, en Antioquia, hace 70 años.

Para celebrarlo, la Asociación Nacional de Cajas de Compensación, Asocajas, realizó en Medellín el 34° Congreso ‘Futuros Posibles’. El País conversó con su presidenta, Adriana Guillén Arango.

Director de Comfama, David Escobar, y presidenta ejecutiva de Asocajas, Adriana Guillén. | Foto: Semana

¿Cuál es el estado de ‘salud’ de las Cajas de Compensación en el Valle?

Dentro de las Cajas de Compensación más grandes del país están las del Valle, Comfenalco y Comfandi. Dentro del peso general del sistema, tienen muchísima importancia, cada una con fortalezas diferentes. Comfandi, por ejemplo, ha hecho un trabajo muy interesante en el tema educativo, con formación transversal desde la primera infancia hasta la capacitación para el trabajo. Ha sido consistente en buscar que las personas que ingresan a sus colegios, los beneficiados de las becas que entregan a sus trabajadores, logren insertarse en el sector productivo.

Comfenalco Valle, por su parte, destaca su trabajo en el salud. De manera muy juiciosa ha tenido un programa dentro de la Caja dirigido a fortalecer una empresa promotora de salud. Por supuesto no ha escapado a la crisis estructural que se ha venido presentando sobre el sistema de salud, una crisis que lleva varios años y que en este momento se encuentra en el lugar más crítico por la insuficiencia de la Unidad de Pagos por Capitación, por demoras en los pagos de todos esos servicios que no están dentro del plan de beneficios y que tiene que cubrir el Estado. Eso lo sufre hoy la EPS de Comfenalco Valle.

Entonces no es un tema que se pueda imputar a la Caja, es un asunto estructural, que Comfenalco ha tratado de sortear de la mejor manera y que ha llevado tanto a la EPS de Comfenalco Valle, como a SOS, donde es accionista Comfandi, a estar en una situación crítica. Hoy en día SOS se encuentra intervenida por el Gobierno, Comfenalco Valle está revisando la permanencia dentro del sistema de salud, y lo que hacemos desde el gremio es tratar de apoyarlos, de buscar alternativas, lamentablemente a pesar de todo lo que hemos hecho en compañía de otros gremios como Acemi y la Andi ha sido infructuoso.

Adriana Guillen, presidenta de Asocajas | Foto: Asocajas

¿Cuál es la salida?

Estamos pendientes de las órdenes que ha dado la Corte Constitucional para efectos de que se pongan al día con el pago de esos servicios no previstos en el plan de beneficios, y para que se piense una manera en la cuál se cubran esos pasivos que vienen hacia atrás y cómo no se generan más pasivos hacia adelante.

¿La crisis en la salud pone en riesgo la estabilidad de las Cajas?

Se ha tejido un mito frente a este tema. Efectivamente se dice que la situación de la salud pone en riesgo a las Cajas, pero la normatividad vigente está tan bien diseñada, que no permite que se puedan tomar recursos de otros fondos de las Cajas para cubrir un pasivo derivado de salud. La ley nos blinda, sin embargo no deja de ser una situación muy compleja para una caja de compensación. Pero en este momento no vemos que esté en riesgo ni Comfenalco Valle como Caja, ni Comfandi.

Se ha hablado que el 4% que aportan los empleadores para financiar las Cajas, estaría en riesgo por reformas del gobierno. ¿Por qué?

Lo que sucede es que ese aporte que hacen los empleadores, no los trabajadores, se ha equiparado a un costo laboral. Entonces, desde el punto de vista de la macroeconomía, cuando aumentas los costos laborales, haces más inflexible la posibilidad de contratar personas. Sin embargo, desde Asocajas hemos sido constantes en demostrar que más que un costo, los aportes de los empleadores a las Cajas es una inversión para el empleador.

Una inversión en la medida en que la caja termina subrogando al emperador frente a sus trabajadores, y permitiendo que a través de un aporte, que puede estar del orden de los 400 mil pesos al año por trabajador, se convierta en una economía de escala.

Una persona afiliada a una Caja, por ejemplo, puede acceder a un subsidio de vivienda de entre 34 y 80 millones de pesos, rebajas y becas en colegios e instituciones educativas de las Cajas, puede recibir útiles escolares y uniformes para sus hijos, una cuota monetaria por cada hijo menor que esté matriculado en una institución educativa y eso puede estar del orden de 200 mil pesos mensuales.

Entonces, si uno va sumando, ese aporte de 400 mil anuales del empleador termina siendo muy importante, porque se multiplica en relación con el trabajador. Si uno como empleador quisiera llegar con todos esos servicios a su trabajador, sería imposible.

El 34 Congreso de Asocajas Futuros Posibles, se realizó en el Hotel Inter de Medellín. | Foto: Semana

¿Los empleadores reducen impuestos con el aporte a las Cajas?

Desde Asocajas nos hemos dado a la tarea de demostrar que los empresarios pueden reducir de su declaración de renta ese aporte que hacen del 4%, y que se vuelve un 2.7% efectivo, con todos los beneficios que eso implica para los trabajadores. Por eso poco a poco los empresarios han ido transformando su visión y hoy ven este aporte de otra manera. Eso también depende de la eficiencia de las Cajas, y puedo decir con certeza que las dos cajas del Valle son de las más eficientes.

Está listo el decreto para que las Cajas entreguen subsidios para vivienda usada. ¿Qué representa esto?

En Cali es evidente que hay un déficit de suelo urbano. Es complejo desarrollar proyectos de vivienda en la ciudad. En ese orden de ideas va a ser muy útil que las Cajas puedan entregarle a sus afiliados subsidios de renovación urbana de vivienda y subsidios para la compra de vivienda usada, porque habrá zonas de la ciudad que podrán ser revitalizadas. Al trabajador colombiano le sirve mucho un subsidio para comprar vivienda usada, además, y eso también significa que se moviliza otro tipo de vivienda nueva en otro segmento, porque quien vende vivienda usada anhela por lo regular comprar vivienda nueva. Es una cadena virtuosa en la que las Cajas están muy interesadas.

Comfandi cambia su imagen. | Foto: El País

Usted ha planteado que la reforma laboral se enfoca en quienes cotizan su seguridad social, pero no en informales. ¿Cómo incluirlos?

Hoy en día la protección social está anclada a que exista un contrato clásico de trabajo. Ese sería el ideal, pero esa no es la realidad ni de Colombia ni del mundo. Hoy el 70% de las personas ocupadas en Colombia se vinculan de manera distinta con el trabajo. Depende de la generación a la que se pertenece. Los X, nacidos entre 1965 y 1981, y los Baby Boomer, nacidos entre 1945 y 1964, se vinculaban al trabajo de la manera clásica. Y nuestra normatividad lo que refleja es esa manera de ser y de pensar.

Pero las nuevas generaciones, hijas del algoritmo, se relacionan a través de las tecnologías. Están más en una relación consumidor - proveedor, por medio de aplicativos. Y eso hay que regularlo para garantizarles a esas personas trabajo digno y protección social. Por eso necesitamos ser innovadores, y estas relaciones clásicas no nos están dando la respuesta. No se puede meter a todo este mundo de personas que tienen una relación distinta con el trabajo, piensan distinto, en la misma bolsa de quienes tienen un contrato clásico de trabajo. Por eso hemos tenido esos problemas con el uso de aplicativos: queremos entenderlo todo desde la óptica clásica del contrato laboral, y estas formas de trabajo son muy distintas. Las nuevas generaciones, que van a pesar el 40% dentro del mercado laboral y más, nos deben llevar a otras formas de acercarnos al trabajo.

Para citar un caso, si estamos frente a Rappi, y nos estamos beneficiando el dueño del aplicativo, el consumidor, el proveedor, pues en cada transacción se podría plantear una carga compartida entre el consumidor y el dueño del aplicativo para hacer un fondo que logre que quienes trabajan con el aplicativo se puedan pensionar, tengan acceso a salud, a subsidios, hagan sus aportes a la seguridad social, pero eso significa que tenemos que romper el modelo actual.

Adriana Guillén, presidenta ejecutiva de Asocajas. | Foto: Cortesía Asocajas

Sin embargo no son pocas las personas reticentes de ello, piensan que le están sacando la plata al hacer estos aportes.

Es cierto. Primero hay que tener en cuenta que informalidad no es sinónimo de improductividad. Informalidad significa que el 58% de la población ocupada está en ese mundo de la informalidad. Hay un informal voluntario, uno que no quiere cotizar, no quiere pagar los impuestos, y a ese informal hay que detectarlo. La mejor manera de que un informal aumente sus ingresos es poniéndole a disposición la educación. La educación y el tema laboral no pueden seguir aislados, el Ministerio de Educación con su proyecto y el Ministerio Trabajo con el suyo, sino que en algún momento tiene que haber una intersección. Porque si uno no piensa en la educación como el pilar fundamental del mundo del mercado del trabajo, pues ese divorcio ha traído lo que tenemos ahora.

Si seguimos pensado que la educación debe estar concentrada en ciclos largos a los que estamos acostumbrados, y que la única forma de educarse ‘bien’ es a través de la formación profesional universitaria, nos estamos alejando cada vez más del mundo de hoy.

El mundo está hablando de ciclos de formación cortos, de mejorar habilidades y capacidades, de que las personas se pueden incorporar rápidamente al mercado laboral. Ahora, si quieres ser profesional, universitarito, con postgrados, está perfecto. Pero no todos tienen que ser doctores en una sociedad. Podemos tener tecnólogos maravillosos con maestrías, tenemos que habilitar un camino que le permita a las personas incorporarse rápidamente al mercado laboral.

Jacobo Tovar, Director de Comfandi. | Foto: El País

¿Hablando de medio ambiente, cómo se vinculan las Cajas de Compensación a la Cop16 en Cali?

Las Cajas están cambiando muchos aspectos de sostenibilidad al interior. Están comprometidas con el pacto global de las Naciones Unidas, están haciendo acuerdos con organizaciones que hoy impulsan todas esas prácticas de sostenibilidad ambiental. Por ejemplo, Comfama está otorgando un subsidio para que los trabajadores empiecen a usar celdas solares, y esa buena práctica la están replicando otras Cajas en el país. Nosotros a través de nuestros subsidios, pero también con nuestra capacitación, podemos integrarnos a toda la línea de sostenibilidad que debe dejar en el país y en el Valle la Cop16.

¿Cómo la baja natalidad le plantea retos a las Cajas? ¿Cuáles son los futuros posibles en ese sentido?

Dentro de los futuros posibles, el tema más importante es cómo se ha reinvertido esa pirámide poblacional. En el país las mujeres llegan a la edad del retiro a los 57 años y los hombres a los 62. Esto nos lleva a plantearnos que hay que ampliar esa edad de jubilación. Y creo que hay que ampliarla no por un tema financiero, sino práctico: esas personas que hoy están llegando a la edad de retiro siguen siendo productivas, y las vamos a necesitar. Porque van a llegar menos personas al mercado laboral, debido a que hay menos nacimientos, entonces tenemos que utilizar la experiencia de esos senior. Ahora, dentro de ese senior hay etapas, en la que se es productivo, pero hay otra etapa en la que me tendrán que ayudar, cuidar, y en ese sistema de cuidado las Cajas de Compensación vamos a tener un rol fundamental.