La Caja de Compensación Familiar, Comfandi, es una de las instituciones más reconocidas de Cali y de Valle, y a pesar de que con su labor social favorece a 650.000 trabajadores, también ha sido blanco de graves afectaciones por el vandalismo y los saqueos a colegios y supermercados por parte de desadaptados ajenos al paro.
Dos de sus sedes educativas fueron destruidas, dejando a casi dos mil niños sin educación, ya que hasta los pupitres fueron quemados y robados, mientras siete farmacias y supermercados sufrieron la misma suerte con pérdidas estimadas hasta ahora en $6000 millones.
Pese a tan complicada situación, Jacobo Tovar, director de la entidad, considera que el diálogo debe prosperar para alcanzar la normalidad atendiendo las demandas de los jóvenes y su legítima protesta social. Hoy, esa entidad cuenta con 51.000 empresas afiliadas y presta sus servicios a un millón 343 mil personas que pertenecen a los grupos familiares de los trabajadores.
Aunque la protesta social es un derecho constitucional, muchos sectores afirman que ya se desdibujó por los saqueos y los bloqueos. ¿Cuál es su punto de vista?
El derecho a la protesta está consagrado en la Constitución y también es un ingrediente importante en una democracia como la nuestra. Somos un país muy heterogéneo donde convivimos personas de diferentes credos, condición social y razas. Pero hay una diferencia grande entre la protesta, salir a las marchas y los bloqueos. Esa obstrucción cercena los derechos del resto de las personas a su libre movilización para acceder a servicios básicos como asistir a una cita médica y desplazarse a sus lugares de trabajo, impidiendo a la vez que los niños lleguen a sus colegios y centros académicos. Eso atenta contra el derecho del prójimo. Derecho a las protestas sí, pero sin bloqueos.
Comfandi, una institución muy respetada por su papel en favor de los trabajadores, sin embargo, ha sido blanco del vandalismo...
Sí. Hemos sufrido ataques en siete droguerías y supermercados. Las mercancías robadas suman unos $1400 millones y seguimos evaluando esas pérdidas. Los daños materiales son igualmente cuantiosos, incluyendo los del Centro Cultural (en el centro de Cali), cuyas vidrieras fueron atacadas.
Pero es muy doloroso e indignante que en unas protestas, donde muchos las han hecho por una causa justa como el mayor acceso a la educación, se hayan infiltrado agentes del desorden y el caos al atacar a dos de nuestros colegios. Uno de ellos es el de Calipso, que además de ser vandalizado y saqueado, le prendieron fuego a unas instalaciones donde se formaban 1020 estudiantes.
En Yumbo pasó lo mismo, aunque por fortuna el colegio no lo incendiaron, pero se afectó una sede que atendía a 720 alumnos.
Son en total 1800 niños, niñas y jóvenes afectados (en ambos colegios) porque no tendrán dónde llegar, así el paro continúe, porque no hay pupitres, además de que se robaron los computadores y hasta las puertas.
¿En cuánto se cuantifican esos daños, y no cree que es paradójico que se ataque a una institución que es de los propios trabajadores?
Los daños totales a Comfandi (colegios, supermercados y droguerías), los estamos evaluando, pero la estimación es que serían alrededor de $6000 millones. Cabe destacar que Comfandi es una caja de compensación y nos debemos a los aportes que hacen todos nuestros empresarios afiliados del Valle del Cauca para atender programas de bienestar para sus trabajadores. Además, el patrimonio de la caja es de los trabajadores, contra el cual también se ha atentado. Tengo dolor de patria por los daños a los colegios, porque precisamente la educación es parte de las soluciones y la columna vertebral para avanzar hacia una sociedad más educada y con emprendimientos empresariales entre los jóvenes. Ese podría ser un gran pacto que sea fuente de los futuros empleos.
De acuerdo a registros de la caja, ¿cuántas empresas afiliadas y sus trabajadores han resultado perjudicadas por el paro y los bloqueos viales?
Han sido afectados los aportes a la caja que hacen desde los empresarios más pequeños hasta los más grandes. Esa reducción de aportes entre el 14 de abril y el 14 de mayo ha sido de unos $1000 millones.
La caja recibe normalmente $35.000 millones mensuales por ese concepto. Sin embargo, de prolongarse la actual situación, esa disminución de aportes podría ser mayor y potencializarse.
¿De qué manera el empresariado está ayudando para que se logre un acuerdo entre el gobierno y los líderes del paro?
El empresariado está haciendo su tarea para mantenerse a flote pese a las adversidades. Aquí no estamos hablando de la gran empresa, sino de aquellos pequeños como el panadero y el tendero, entre muchos otros, que están haciendo maromas para mantenerse al día con el pago de sus nóminas. Sin embargo, el desabastecimiento de materias primas los impacta seriamente. Pero colgarles más cargas a estos empresarios no es la salida.
Hay que mantener canales de diálogo en los que participe toda la institucionalidad como Andi, ProPacífico y la Unidad de Acción Vallecaucana, entre otras, con los comités de paro en la ciudad. Esos diálogos se han dado, aunque no han sido todavía fructíferos. Es muy importante llegar a acuerdos en un ambiente donde no se estrangule al empresariado, al comerciante, a los emprendedores y el empleo con los bloqueos, porque de lo contrario no habrá con quién dialogar.
¿Se han quedado cortos esos apoyos del Gobierno a las personas más vulnerables, lo que de alguna manera llevó a ese estallido del descontento en Cali?
Creo que más que cortos, la tarea es difícil y debe ser de largo aliento. No es un esfuerzo de un solo día, y hay que partir de la base de que en Colombia hemos tenido un crecimiento sostenido de la economía, que redujo sus niveles de pobreza en los últimos 20 años, aunque existen clamores absolutamente legítimos. No se puede pretender el arreglo de todos los problemas en seis meses, o en un año, y en eso deben participar todas las fuerzas vivas de la sociedad. El paro es legítimo, pero no los bloqueos que estrangulan el crecimiento, a las empresas y la capacidad de crear empleo, patrimonio y riqueza que necesita el país.