La gran apuesta del Grupo Manuelita para el 2020 --una de las organizaciones más antiguas del Valle del Cauca, con 152 años de existencia-- es consolidarse como una organización líder del sector agroindustrial en Latinoamérica.

Para ello su mirada está puesta en un modelo de negocios basado en la sostenibilidad económica, social y ambiental. Y dentro de esos cuatro componentes trabaja en varios proyectos productivos en cuatro países de la región: Colombia, Perú, Chile y Brasil.

Una de esas iniciativas es la cogeneración de energía limpia y de productos con valor agregado que generen un menor impacto en el medio ambiente.

El año pasado Manuelita inició la venta de energía limpia y realizó las primeras inversiones en dos proyectos, uno en Colombia y otro en Brasil, “el objetivo es generar mayores excedentes de energía para la venta a la red pública a partir del 2018”, le contó a El País Harold Eder, presidente del Grupo.

¿Esta compañía cómo ha logrado mantenerse en el mercado?

La principal razón es porque tenemos un propósito empresarial que va más allá del resultado económico.

Desde que la fundó Santiago Eder, hace 152 años, el objetivo ha sido generar progreso y bienestar a través del aprovechamiento racional y sostenible de los recursos naturales.

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Eso, junto con los valores empresariales, que también han estado desde el inicio de la empresa, ha permitido que trascienda y perdure a través del tiempo. A ello se suma el esfuerzo grande de sus colaboradores, administradores y accionistas.

Pese al impacto del Fenómeno de El Niño, los resultados fueron muy positivos el año pasado. ¿Cómo lo lograron?


Hay varios factores. La diversificación que ha tenido la empresa, que es más que azúcar. Es lo que nosotros hemos denominado plataformas de negocios agroindustriales.

Incursionamos en cuatro plataformas: caña de azúcar, aceite de palma, frutas y hortalizas y acuicultura. Todas le han permitido al negocio generar nuevas fuentes de ingresos.

La inversión social anual es de unos $23.000 millones y la inversión ambiental anual es de $10.000 millones. Incluye programas de salud, educación y vivienda.

Los resultados son de todo el grupo, allí se incluyen los negocios que nosotros consolidamos o en los cuales tenemos mayoría accionaria. También participamos en algunos negocios de las cuatro plataformas, en las cuales, si bien no tenemos una participación mayoritaria, se ven reflejados en las utilidades.

¿Se tienen proyectados otros negocios en el Valle?


El enfoque nuestro en el Valle ha sido explorar un mayor valor agregado de la caña de azúcar, pues nos da alcohol, etanol y energía eléctrica a partir de la biomasa, del bagazo de la caña. Allí hay un potencial enorme para expandir esa capacidad.

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Tenemos un proyecto importante de cogeneración de energía eléctrica que entrará en operación en el 2018.

A partir del azúcar y el alcohol hay otros bienes de valor agregado que se vislumbran a futuro y que tienen que ver con productos químicos que se denominan sucroquímica y alcoquímica, que son básicamente el reemplazo de los productos petroquímicos.

La ventaja es que el azúcar es una fuente renovable , que va a reemplazar eventualmente la fuente no renovable que es el petróleo. Hay una serie de productos que ya se están haciendo y otros que están en estudio.

¿Pero habrá siembra de frutales en el Valle?

En el caso de Manuelita nuestro foco está en caña de azúcar y todos los productos y subproductos con valor agregado que pueden derivarse de la biomasa de la caña.

Nosotros incursionamos en el negocio de frutas y hortalizas en Perú y se está consolidando. Nuestro foco en esa plataforma está por ahora allá.

Sin embargo, estamos monitoreando desarrollos interesantes que hay en el Valle del Cauca, como por ejemplo, el cultivo de la piña, que se vislumbra con un potencial importante hacia el futuro.

¿El año pasado vendieron excedentes de energía limpia, van a continuar y a fortalecer ese proyecto?

Ese proyecto lo iniciamos el año pasado y fue una venta de pequeños excedentes de energía, tanto en el Valle, como en los Llanos Orientales con biogas.

Con ese gas se genera energía y en los picos de producción registramos unos pequeños excedentes, pero lo que estamos haciendo ahora son inversiones mayores para aumentar esos excedentes y venderlos a partir del 2018 en el Valle del Cauca. Serían cerca de 8 megavatios de venta a la red pública de energía.

Ese proyecto ya está en montaje e iniciará producción a principios del 2018. En Brasil tenemos un ingenio, en una alianza estratégica con el grupo Pantaleón de Guatemala, allí tenemos otro proyecto de 30 megavatios que iniciará producción en el año 2020.

¿Además de ese proyecto en qué otros están incursionando?


De los que le estoy hablando ya están en ejecución y son los más grandes. Uno es la cogeneración de energía eléctrica en el Valle del Cauca y en Brasil, pero también estamos estudiando esa misma posibilidad a partir de la palma de aceite. De esta planta también se obtiene una biomasa, que es la fibra que queda después de extraer el aceite. Esa biomasa se lleva a las calderas y con equipos modernos de alta presión puede generar excedentes de energía a la red.

¿En qué etapa está la cogeneración en el Valle del Cauca?

Se encuentra en una primera fase, pero hay potencial con nuevas y mayores inversiones. Luego vendrá una segunda fase para aumentar la venta de energía eléctrica a unos 30 ó 40 megavatios.

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¿De cuánto es la inversión?

Lo que está definido actualmente es la cogeneración de energía en Colombia con inversiones de cerca de $60.000 millones para la primera fase. Esta etapa está en ejecución durante este año y entrará en operación en el 2018.

¿También han aumentado la producción de biodiesel?

Nosotros tenemos una planta de aproximadamente 120.000 toneladas que está en operación desde el año 2010 y en este momento la producción está copada desde hace un par de años.

Allí no hay aumentos adicionales, pero lo que se está estudiando en la palma, también mayores valores agregados a partir del biodiesel, que es lo que se denomina la oleoquímica.

Con procesos adicionales se pueden producir, por ejemplo, bases para detergentes, solventes y otros productos los cuales serían un reemplazo de los que provienen de la petroquímica.

¿Qué están cultivando en Perú?

Principalmente cultivamos uva de mesa y en segundo lugar espárragos. También estamos incursionando en cítricos, básicamente mandarina sin pepa. Toda esa producción se destina al mercado de exportación, en especial a Europa, Estados Unidos y Asia.

¿Después de hacer presencia en cuatro países a qué le apuesta ahora Manuelita?

Nuestra meta en materia de liderazgo no está en tamaño ni en ventas, sino en el modelo de negocio, que es la sostenibilidad, es decir tener una combinación de los componentes económico, social y ambiental, queremos posicionarnos y ser reconocidos por ese modelo de negocio.

Por eso hemos incursionado y le damos tanta importancia a los productos de valor agregado con un menor impacto ambiental versus los sustitutos, como en el caso de los biocombustibles que elaboramos.

Esos productos con valor agregado que hacemos a partir de caña y palma tienen un menor impacto ambiental. Tanto el etanol de caña como el biodiesel de palma reducen entre el 70 % y el 90 % de emisiones de CO2 en comparación con los combustibles fósiles y son un componente en las metas que tiene el país con el COP 21 para las reducciones de CO2.

Otros productos que reducen impacto ambiental es la energía eléctrica a partir de la biomasa que es una energía mucho más limpia con menores emisiones. Estos reducen las emisiones a partir de un 20 % con relación a las térmicas.