Rafael Mejía, presidente de la SAC, dice que el agro de EE.UU. es el ganador en el TLC y no Colombia.
[[nid:356543;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2014/10/mejia_0.jpg;full;{Rafael Mejía presidente del Consejo Gremial Nacional. Foto: Elpais.com.co | Colprensa}]]
A pesar de que Colombia, y regiones como el Valle del Cauca, siguen haciendo esfuerzos por mejorar las exportaciones hacia Estados Unidos, bajo el Tratado de Libre Comercio, TLC, el balance todavía es muy pobre para el sector agrícola. Lea también: Pequeñas empresas le sacan el 'jugo' al TLC con Estados Unidos
Según Rafael Mejía, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, lamentablemente las compras agrícolas desde Estados Unidos pasaron de representar el 24% al 58%, es decir, que se duplicaron.
Y lo peor, dice el dirigente, es que continuamos vendiendo lo mismo que hace diez años en ese mercado. Es decir, banano, café y flores.
De allí, que el 28% de toda la comida que consumen los colombianos sea importada, especialmente desde Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea.
El camino no es fácil, ya que Estados Unidos sigue imponiendo barreras sanitarias y fitosanitarias que impiden el acceso a ese mercado de productos como la carne.
El Valle del Cauca con su gran oferta, especialmente de frutas, está llamado a ser el protagonista, y más teniendo la ventaja de un puerto como Buenaventura. Pero faltan decisiones para que en las mesas de los estadounidenses haya consumo permanente de uvas, papaya, melones, aguacate, y otros productos del campo vallecaucano.
Tres años después de la firma del TLC con Estados Unidos y acuerdos con otros países, ¿cuál es el verdadero balance para el agro?
Un TLC se firma no solo para exportar, sino para realizar un comercio bilateral. Pero a nosotros nos sucedió lo contrario. Si miramos las importaciones colombianas de productos agropecuarios y agroindustriales, éstas han aumentado.
Nuestro país produce 31,6 millones de toneladas de alimentos al año y exportamos solo 4,4 millones de toneladas y estamos importando 10,3 millones de toneladas, lo cual significa que tenemos un consumo aparente de 37,3 millones de toneladas. Eso nos indica que el 28,5% de todo lo que consumimos en cada comida diaria es importado. Algunas de esas compras son directas y otras son indirectas. Cuando usted se come un pan, la harina de trigo es importada, y ahí está buena parte de ese 28,5%.
Asimismo, ´para fabricar alimentos balanceados (para animales) el maíz es un componente importante, pues el 70% es importado, especialmente de EE.UU. La soya se compra afuera en su totalidad. Por ello, en la avicultura y la porcicultura estas materias primas representan el 75% de los costos de producción y en lechería especializada el 32%.
¿Entonces, el balance es realmente malo para el agro?
Toda esa canasta de alimentos se agrava en los últimos meses. Y aquí cabe recordar, que el precio del petróleo se cayó a la mitad, pero el costo de los derivados del crudo como los fertilizantes y la úrea no han bajado en esa misma proporción. Además, la devaluación del peso frente al dólar que ya va en un 25% se volvió inflación de costos para el productor agrícola, que luego empieza a transmitir como inflación de precios al consumidor.
¿Es decir, que el ganador es EE.UU. y no Colombia?
En el 2013 las importaciones en volumen desde EE.UU. representaban el 24% y subieron al 58% en el 2014, es decir, más del doble. ¿Quién perdió aquí?, pues Argentina, que tenía un 35% y se bajó al 9%, asimismo, Brasil que participaba con un 11% y cayó al 1%. Los otros países de donde importamos como son Bolivia (ya que las compras de soya pasaron del 3% al 2%), Chile siguió en el 3% y Ecuador con el 2% en participación. Sin embargo, creció la participación de Canadá del 7% al 12%. El que está aprovechando el Tratado de Libre Comercio es Estados Unidos, quitándole mercado a otros que nos vendían. Y nosotros no hemos hecho nada. Estamos bastante quietos.
En otras palabras, el agro está exportando nada o muy poco...
Es triste, pero es la realidad. Si uno mira lo que estamos exportando vemos que en toneladas netas habíamos vendido 975.000 toneladas en el 2013 y en el 2014 pasamos a 1.195.000 toneladas. La variación neta fue del 22,6%, crecimos, pero no lo suficiente para compensar las importaciones. Y la participación en valor el año pasado en las exportaciones a EE.UU. fue del 37,2%, superando a la Comunidad Andina que fue del 5,1%.
Lo triste del caso es que el 91% de los productos vendidos a EE.UU. son los mismos de siempre. Es decir, un 50% flores, 25% café y 16% banano. Hace diez años exportábamos lo mismo a ese mercado. Esa canasta no ha variado mayor cosa. Vendemos solo muy poquitas cosas, las cuales no significan mucho en el balance.
¿No será que nuestros agricultores son tímidos o poco amigos de las exportaciones?
No. Hemos tenido problemas de admisibilidad de algunos productos por exigencias sanitarias y fitosanitarias como en el caso de la carne, frutas y verduras, que sí tienen mucha demanda en EE.UU. Esas barreras no nos permiten despachar o vender en ese mercado.
¿Cuándo podremos ver más productos del agro en el mercado estadounidense?
Eso depende del Ministerio de Agricultura y básicamente del Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, ya que la oficina que tramitaba la admisibilidad de productos, que manejaba el Ministerio de Comercio, se cerró. Eso quedó en manos del ICA, que es ahora el responsable de buscar el acceso de más productos del agro en EE.UU. Colombia tiene grandes oportunidades y ventajas como que hay una devaluación, lo cual nos vuelve más competitivos, y para ello es urgente trabajar en más infraestructura para que los campesinos puedan sacar sus productos desde las fincas. A eso hay que agregarle financiación para respaldar a los exportadores del agro.
Luego de ese análisis, ¿por qué el agro del Valle del Cauca no aprovecha esas oportunidades?
He estado en el Valle del Cauca recorriendo cultivos de uvas, de frutas y piña. Son áreas de siembras que vienen desarrollándose, y no es fácil. Pero aquí el Valle tiene la mayor oportunidad de ofrecer productos frescos a través de exportaciones por el puerto de Buenaventura, sobre todo a Suramérica y Norteamérica. Sin embargo, no hemos aprovechado el potencial agrícola que tenemos como país.